Capítulo 1

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Capítulo  1


Saqué mi pierna derecha por la ventana de mi habitación mientras el húmedo olor a noche me embriagaba.

-Venga, vamos. –Me apremió Laila.

-Chicas, no creo que sea buena idea. –La temblorosa voz de Gabriel le hizo rodar los ojos a su hermana.

-No seas gallina. –Leila se cruzó de brazos con una intensa mirada hacia su hermano. Su pelo negro contrastaba con el rubio de Gabriel. El bien y el mal comenzaron otra de sus disputas. Mientras, yo medía la distancia de mi ventana a los arbustos del jardín, no era la primera vez que me escabullía de aquella forma, pero eso no significaba que hubiera salido bien la mayoría de las veces.

-Yo solo digo que como tus padres se enteren vamos a tener problemas, y tengo muy claro que... -No le dio tiempo a acabar, su hermana lo empujo por la espalda y Gabriel cayó por la ventana con un alarido. Nos miramos temerosas de que nos hubieran descubierto, sinceramente, la salud de Gabriel era algo secundario, era un elemento, sanaban rápido. Después de unos segundos en silencio suspiramos aliviadas.

Saqué mi otra pierna por la ventana y me dejé caer, mi cuerpo chocó contra algo blando.

-¡Jazz!-Gabriel se revolvía debajo de mí.

-Shh, vas a conseguir que nos pillen.

-No estaría mal.

-Nadie te obliga a venir. –Gabriel me miró con aquellos celestes ojos de cachorro degollado. Suspiré poniendo los ojos en blanco. –Solo digo que si no quieres venir no pasa nada. –Dije suavizando el tono. Leila cayó a unos centímetros de mí con una grácil flexión.

-Claro, como que dejaros a vosotras dos solas no sería apocalíptico. –Nos señaló con el dedo acusadoramente.

-Lo que sea. –Leila se abrió paso hacia delante con su mano en mi hombro. –Y ¿cómo dices que se llama ese bar?

-¿Qué más da? Lo importante es que hacen fiesta universitaria. –Lelila asintió de acuerdo mientras nos alejábamos de nuestra casa con Gabriel lloriqueando tras nuestros pasos.

Tenía dieciocho años, al igual que mis primos Gabi y Leila, solo que ellos dejaban de envejecer poco a poco mientras que yo seguía madurando como la mortal que era. Algo normal, pensaría la mayoría del mundo, pero para mí no lo era, ya que toda mi familia era inmortal, cuando eres la hija del fuego y el hielo, la mortalidad es algo asiduo, o eso creía, ya que era la única de mi especie.

Yo no era un elemento, me había auto definido como una semidiosa, no podía invocar ni fuego ni hielo, pero sí controlarlos a mi antojo.

Llegamos a la entrada del bar, se podía oír la fiesta desde fuera, mi esencia se exaltó emocionada, ahora mismo la sangre de mi madre corría por mis venas, mientras que mi herencia paterna se recluía hasta que la fiesta y todo el bullicio de gente sudorosa se extinguiera. Leila sonrió a mi lado percibiendo lo mismo que yo, empujé la puerta y entramos los tres, aunque  el semblante aterrorizado de Gabi era visible desde la lejanía, éste decidió acompañarnos entre el gentío. Había un pequeño escenario donde un grupo tocaba, los jóvenes disfrutaban de la música y se dejaban llevar. Gracias a la poca luz podía caminar entre el gentío sin mis habituales lentillas de color que me permitían disimular mi aspecto demasiado llamativo, ya que un ojo azul destellante del más puro frío en contraste con un ojo escarlata del que brotaba la más intensa pasión no era una mezcla que pasara desapercibida. Y algo que mis padres siempre me habían inculcado desde que tengo memoria es a pasar desapercibida, que nadie descubra lo que soy, aunque por más que intentaran disuadirlo, nadie sabía exactamente qué era yo.

Caos (2# Incandescente) #PGP2016 #STA2016 #Wattys2016 #TBAwards #PRAwardsWhere stories live. Discover now