Cabellos celestes

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- Eso debió doler... Mucho más sabiendo que las secuelas del accidente debieron empeorar la situación - Comentó preocupado Fubuki, mirando al ojiavellana dormir - Pero al menos no fue nada grave.

- Espero que en Inazuma no sea igual... - Dijo Fudou bastante preocupado - Tokio es la capital, no me sorprende que se nos reconozca con facilidad pero eso puede arruinar nuestros planes, además de que es incómodo no tener privacidad.

- Las personas de ahí nos conocen desde que somos niños, dudo que se desate el caos - Kidou estaba confiado - De todas formas, por precaución es mejor no andar sin cuidado por ahí, al menos hasta que cada uno compre su casa, por cierto, Endou ¿Dónde se quedarán?

- Ichirouta y yo nos quedaremos en casa de mis padres mientras el agente inmobiliario nos ayuda a encontrar un buen lugar.

Cuando anocheció, el grupo seguía atrapado en esa sala privada, esperaban que en algún momento la multitud se cansara y se fuera del lugar, pero eso no pasó hasta altas horas de la madrugada.

Al salir, el personal de carga del terminal aéreo les informó que las pertenencias empaquetadas llegarían por la tarde a las direcciones indicadas, por lo que tranquilos tomaron una camioneta con lunas polarizadas para que nadie los reconozca y así puedan llegar sin problemas a la casa de los padres de Endou y la casa de la familia de Kidou. Durante el camino pudieron ver que la ciudad no había cambiado mucho, si bien era más moderna de lo que recordaban, la torre de metal y el campo en la ribera del río seguían exactamente igual.

Al llegar a casa de sus padres, Endou entró corriendo bastante emocionado, los extrañaba mucho y hacía meses que no los veía, pero la emoción se convirtió en celos cuando ellos se apresuraron en salir a saludar a Kazemaru, alarmados por la venda.

- Ah claro, él primero - Dijo cruzando los brazos - No es como que yo fuera su hijo ni nada parecido, entiendo que lo extrañen más a él.

- ¡Ichirouta! ¡Pasa por favor! Debes estar cansado - La señora lo saludaba alegre mientras lo abrazaba - Mamoru me contó lo que sucedió en el aeropuerto, me alegra que no sea nada grave pero necesitas reposo.

- Cuanto tiempo señora - Correspondiendo el contacto con una enorme sonrisa - El viaje fue bastante pesado, además de que hemos estado varias horas esperando a que nuestros seguidores se vayan, pero estamos bien.

- ¿Cómo has estado Ichirouta? - Estrechando la mano del peliazul - No nos hemos perdido ni uno solo de sus partidos, estamos orgullosos de ustedes. ¿Tu lesión se curó completamente?

- Buenas tardes señor - Apretando fuerte la mano de su suegro - Es bueno escuchar eso, nos hemos esforzado mucho, y sí, ya me encuentro bien, gracias por preocuparse.

- Mamoru, cambia esa cara y ayúdame con las maletas - Reclamó el señor - Ichirouta debe estar agotado del viaje, ya les preparamos la habitación.

- Ya voy ya voy - Respondió mientras reía por lo bajo - Parece que te quieren más que a mí, pero te lo voy a cobrar en la noche - Le susurró a Kazemaru cuando pasó a su lado.

 La familia de Endou quería mucho al peliazul desde que lo conocieron, y el tiempo solo había fortalecido el cariño.
La confianza que tenía el ojiavellana con sus suegros era envidiable, se llevaban de maravilla y gustaban de pasar el tiempo juntos, cosa que al castaño de la banda naranja le causaba una extraña sensación, una mezcla entre celos y satisfacción.

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En Canadá, Haruki se encontraba en su despacho revisando informes y documentos relacionados a la gestión de la empresa de biología e investigación que ahora manejaba. Él había logrado que el prestigio de esta aumente y a su vez, los ingresos, pero todo a costa de mucho trabajo, estrés y tiempo, tiempo que no le había dedicado a su esposa ni su familia, quienes a pesar de todo, lo seguían apoyando.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Where stories live. Discover now