PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 5

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Una punzada en mi mente me advierte de otro recuerdo que lucha por llegar a mí, Luna se sitúa a mi lado y mira con ojos brillantes la escena. Mi compañero alcanza su muñeca y se atraviesa la piel con sus afilados colmillos, la sangre no tarda en brotar de los dos pequeños agujeros, presiona la herida contra los labios de la loba y a continuación esta comienza a succionar.

Los ojos de Braden se abren con inquietud, me mira pidiendo ayuda, sus ojos rojos resplandecen, está batallando por no hacer un intercambio. Suspiro y doy un paso hacia ellos, mi sangre podría ser igual de efectiva.

Un agarre firme me detiene y un escalofrío me recorre de pies a cabeza, la observo emitiendo un gruñido, no se asusta ni retrocede. En cambio, tira de mí hacia afuera, llevándome de vuelta al río.

—No debes interferir, su relación pende de un hilo en estos momentos, que se alimenten del otro es lo único que podría salvarlos.

—Pero has dicho que debe evitar... —Mueve de un lado a otro la cabeza, interrumpiéndome.

—No sé qué sucede, pero mientras estuve a solas con Kyanna noté que algo va mal, sus pensamientos están enfocados en que Braden tiene una compañera y ya no podrán estar juntos. Algo o alguien ha sembrado una semilla de duda en su mente y en su hormonal estado todas sus emociones se triplican.

—Braden me dijo que no ha encontrado a su compañera.

—Se equivoca, Arath, sí lo hizo. Es que no se ha dado cuenta, quizás su miedo a perder a Kyanna lo tiene cegado y ella, padeciendo de lo mismo, no se da cuenta de que es la indicada para él. El destino tiene muchas mañas, ¿sabes? A ti y a mí nos lo puso muy sencillo, pero a ellos...

—¿Qué intentas decir? ¿Que tú y yo...? —Sonríe, pero el gesto es tan triste que remueve mi corazón—. Dime.

—¿Para qué? Sincerarme no va a cambiar el hecho de que no recuerdas nada. Fue todo mentira, ¿no? La promesa del para siempre.

—Oye, oye... —Quiero defenderme o al menos hacerla sentir mejor, sin embargo, las palabras no llegan. Su expresión decae como si la última de sus esperanzas se hubiera esfumado.

—De todos modos, lo más importante en este momento son Braden y Kyanna. Por alguna razón su vínculo no ha despertado, suele ser algo notorio, sobre todo cuando se trata de los jóvenes y, en comparación con otros vampiros, mi hermano y tú todavía no alcanzan la etapa adulta. Por eso pienso que se debe a sus dudas y temores; esa es la razón por la que no han podido unirse como los verdaderos compañeros de vida que son.

—Es posible que los prejuicios de nuestras razas los hayan afectado más de lo que ambos están dispuestos admitir. Kyanna es una princesa, Braden es un príncipe, ambos nacidos de mezclas entre criaturas y en diferentes facciones.

—Igual que tú y yo —murmura.

—¿Eres mi compañera? ¿Es eso? Explicaría por qué todos actúan tan sorprendidos por mi actitud contigo y por qué luces como si estuvieras sufriendo.

—Arath, yo...

—Es eso lo que todos creen, ¿cierto? —Separa los labios, dispuesta a rebatir mi diatriba, sonrío con frialdad—. Se equivocan, si yo tuviera una compañera, lo sabría. Es un vínculo irrompible.

—Lo sería —rebate—, si hubiéramos terminado el ritual. Comienza con el intercambio, luego con el juramento y finalmente, la consumación. Nos separamos mucho antes de que sucediera. Era joven y debía marcharme a la escuela de Dioses, quedamos en reunirnos en este lugar en la misma fecha en que partí, pero tres años después. No ha sido tanto y, sin embargo, míranos, dos seres a punto de romperse porque alguien jugó con el destino.

—No voy a romperme, bruja —aseguro—. Y tú tampoco, lo que sea que sucedió hace años, fue una equivocación y eventualmente todos se darán cuenta de ello.

Tras esas palabras regreso a la cabaña, la imagen que encuentro me hace sonreír involuntariamente ya que puedo sentir la alegría de mi compañero y no solo debido al nexo que nos une, son los sentimientos que transmiten mientras se miran a los ojos y susurran las palabras que los fusionan para la eternidad.

La bruja tenía razón, son verdaderos compañeros de vida. Simplemente necesitaron un pequeño empujón y ella, tan sabia, se encargó. Me marcho porque necesitarán privacidad para el siguiente paso. Al salir y respirar el aire fresco nocturno, noto la ausencia del aroma de Luna. Una sensación de intranquilidad me embarga y no logro definir la razón.

Cierro los ojos, inhalo lentamente y expando mis sentidos, permitiéndome liberar mi lado más salvaje. Me alejo hasta la otra punta de la isla, necesito recomponerme y dudo que al Drakon le parezca bien que use a los habitantes de la Tierra de Los Dragones como alimento.

Con mis oídos captando hasta el más mínimo sonido, y habiendo registrado cada ser viviente a mi alrededor, me muevo a toda velocidad entre los altos árboles disfrutando de la caza.

La criatura que elegí como presa es ágil y al saberse amenazada intenta escapar por todos los medios.

Se pone inquieta, buscando un refugio, se acerca a la costa, no tiene otro lugar al que ir, su pánico la lleva al borde de un precipicio y en medio de su desesperación, salta al vacío. «Qué decepción».

Me detengo al pie del acantilado y observo las olas besar con rabia las rocas, tomo una respiración profunda y entonces lo capto.

Una esencia mítica, picante, atractiva.

Mis ojos escanean el vasto mar azul hasta dar con la fuente. Emerge con un salto y forma un arco con su cuerpo, volviendo a sumergirse en las frías aguas del Mediterráneo, hundiendo primero la parte superior de su cuerpo, la cola de sirena atrapa mi atención. Es Luna.

Bruja, sirena, Diosa. Una extraña combinación.

La observo nadar de ida y vuelta, elevándose en el aire y regresando a las profundidades. Olvido momentáneamente mi hambre y me siento en la orilla del abismo con las piernas en el aire, sin apartar la vista de la hermosa criatura.

Su pelo, su olor, las tonalidades azules contrastando con su piel blanca, todo en ella es precioso. Un hilo magnético me atrae, aunque me niego a creer que lo que dice es verdad. Luna Kayde no puede ser mi compañera. Lo recordaría, lo sentiría en lo profundo de mis entrañas.


¿Cierto?

Diosa de La LunaWhere stories live. Discover now