Capítulo 29

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3 meses después**

Un año. Las cosas pueden cambiar por completo en un año o pueden quedar igual que como estaban. Para Elena, todo en su vida había cambiado desde que había llegado a Escalanda un año atrás; al llegar, su abuela era la persona más importante en su vida, por la que haría lo que fuera. Sin embargo, hacía un mes la había despedido en el cementerio de la Recoleta. Elena no se arrepentía de no haber ido a despedirla cuando aún vivía; no después de saber cómo había estado implicada en lo que le había sucedido, aunque tampoco le gustaba que la mencionaran; guardó el tiempo de duelo correspondiente y siguió con su vida.

Ahora se miraba frente al espejo, consciente de que se veía hermosa. Los nervios le estrujaban el estómago: todo tenía que salir perfecto. El patio de su casa estaba lleno de mesas decoradas con motivo de la gran celebración, la iglesia del pueblo estaba lista para recibir a los novios que darían el sí esa misma tarde. Pequeñas flores decoraban el tocado de novia frente a ella.

—Estás hermosa— le dijo Mariano entrando en la habitación en la que ella se encontraba—. Siento envidia del novio.

—¿Por qué?— le preguntó Elena con una sonrisa en su rostro.

—Porque desde hoy podrá mostrarle al mundo quién es su mujer.

—Antonio es un hombre afortunado, Dolores también. Pueden estar con la persona que aman, yo no corro con la misma suerte— dijo amargada—. ¿Cuándo te irás de nuevo?

Mariano y Elena habían tenido desencuentros en los últimos tres meses y pocos eran los días que habían logrado verse; después de que Elena mejorase, los Escalante viajaron a la ciudad donde permanecieron un mes. Mes en el cual Elena arrastró a Dolores por las calles de Buenos Aires para comprar todo lo necesario para su boda; Dolores estaba feliz de saber que Elena la recibía de buena manera en su familia, aun sabiendo su pasado. Al volver a Escalanda, Mariano tuvo que viajar a la ciudad por asuntos del pueblo que lo atañían; así que se la había pasado viajando los otros dos meses.

Elena se sentía triste; ya no soportaba la idea de estar separada de Mariano, quería ser su mujer, casarse con él. ¿Acaso eso era tan difícil de pedir? Elena sospechaba que tenía otra mujer y que no quería comprometerse con ella.

—Ya he solucionado todo, ya no tendré que viajar y podré estar contigo.

Elena lo miró a través del espejo de su habitación; su vestido color champagne marcaba sus curvas y la estrechez de su cintura. Era un diseño exclusivo enviado de París, al igual que el vestido de novia de Dolores. Mariano se acercó a ella y la abrazó por detrás, depositando un suave beso en su hombro desnudo. Rebuscó en los bolsillos de su saco y sacó una pequeña caja de terciopelo.

—Lamento haberte hecho esperar tanto— dijo poniendo la caja frente al rostro de Elena—, pero espero que no sea demasiado tarde para pedirte que seas mi esposa.

Elena admiraba las pequeñas incrustaciones del anillo sin saber qué decir.

—Elena, mi amor— dijo Mariano, temiendo una respuesta negativa—. Respóndeme, ¿te quieres casar conmigo?

—Claro que quiero— dijo dándose vuelta, depositando un apasionado beso en sus labios—. Prométeme que nunca más estaremos tanto tiempo separados.

—Te lo prometo— le dijo él, besándola de vuelta.

La novia avanzaba por el pasillo sonriendo, nadie podía arrebatarle la felicidad que sentía ese día. Finalmente, se convertiría en la mujer de Antonio Escalante y ya nadie podría arrebatarle eso. Al verlo, supo que ese era su lugar en el mundo, amaba a ese hombre con locura y estaba por unir su vida a la de él.

La venganza de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora