Capítulo 21

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Dos días pasaron hasta que Elena decidió salir de su habitación en donde se había encerrado luego de llegar completamente empapada y llorando a su casa. Debía volver a la "normalidad" de su vida y eso significaba volver a la escuela. Los últimos días no había cesado la lluvia por lo que sabía que pocos eran los niños que asistirían, por eso que le había indicado a Isabel que no fuera.

Subió a su auto sin querer siquiera mirar si había algún sobre rojo con la nueva amenaza. Condujo hasta la escuela y llegó sin problemas. El día transcurrió tranquilo y finalmente pudo salir de la escuela, volvió a subirse al auto y emprendió camino hasta su casa.

Un caballo, aparentemente perdido, se veía irrumpiendo el camino que ella estaba tomando, pero cuando quiso disminuir la velocidad del coche, se dio cuenta que el freno no funcionaba. No había forma de detener el auto ni de bajar la velocidad y Elena sabía que el caballo se podía asustar y patearla, causándole la muerte. Así que tomó la decisión de estrellarse con un árbol al costado del camino, sabiendo que tenía más posibilidades de sobrevivir de esa forma.

Un duro golpe en la frente le provocó un pequeño corte. ¿Qué rayos había sucedido? Rebuscó en el auto hasta hallar el nuevo sobre rojo hasta que lo encontró y lo abrió: "Así que no quieres vivir, veamos si sobrevives a esto. No te acerques a Mariano, ¿quién debe sufrir para que lo entiendas?".

Elena rompió el papel en todos los pedazos que pudo y salió del auto. La intensa lluvia que se había desatado en los últimos minutos no le permitía ver con claridad, así que caminó sin rumbo empapándose bajo la lluvia. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que se deslizaban por su rostro, ya no podía soportar eso. Necesitaba hablar, necesitaba que alguien la consolara, que alguien la cuidara.

Y como si el universo hubiese escuchado sus plegarias, el coche de Mariano se detuvo a su lado en la carretera.

—¡Elena sube!— le ordenó Mariano desde dentro del coche.

—No lo haré.— le gritó ella para que su voz sea audible sobre la lluvia.

—Súbete ahora mismo o te subiré yo por las malas— le dijo en un tono que a Elena le asustó un poco, así que subió del lado del acompañante sin volver a poner exigencias. Mariano avanzó con el auto nuevamente—. Quítate la ropa, te enfermarás.

—No me quitaré la ropa delante tuyo— río Elena—. Sólo llévame a casa.

—¿Qué es lo que se supone que estás haciendo, Elena?— le preguntó él abatido— Me has prometido que no volverías a hacer otra locura y dos días después andas por el camino más peligroso del pueblo caminando. Es que ya no entiendo qué te pasa, ¿te has vuelto loca acaso? ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? Algo malo podría pasarte, pero claro, parece no importarte.

Mariano sabía que estaba siendo duro con ella, pero ya no soportaba la situación.

—Me han cortado los frenos del coche.— soltó Elena abatida por las duras palabras de Mariano, pero al segundo de decirlas se arrepintió. Sabía que no podía contarle a nadie al respecto, sólo esperaba que él no la hubiera escuchado.

—¿Cómo que te han cortado los frenos?—preguntó realmente perturbado, no entendía en qué se había metido— ¿Cómo lo sabes? ¿Qué está sucediendo, Elena?

—Nada...

—No te atrevas a decirme algo así y fingir como que no está sucediendo nada. Habla, Elena, puedes confiar en mí. Nadie más sabrá lo que está sucediendo, te lo prometo. Ven— le dijo deteniendo el auto, Elena se dio cuenta que estaban en el patio de lo que asumía era su casa—, entremos que no quiero que te enfermes.

La venganza de ElenaWhere stories live. Discover now