Capítulo 13

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—Elen, ¿me estás escuchando?— le preguntó Magdalena.

Estaban sentadas en la sala de estar de la casa de Elena. Magdalena había vuelto de su viaje y no podía esperar a contarle a su amiga las nuevas noticias y todos los detalles del viaje. El problema era que Elena tenía la cabeza en cualquier lado; no podía sacarse de la cabeza todo lo que había pasado con Mariano.

—Sí, por supuesto— le mintió Elena—. Continúa...

—A ver dime, ¿qué estaba diciéndote?

—Tienes razón, amiga, no estaba escuchándote. Lo siento, tenía la cabeza en cualquier lado. Cuéntame.

—¿Y en dónde tenías la cabeza?— le preguntó Magdalena expectante, quizá había llegado el momento de que su amiga se muestre interesada por algún hombre.

En los labios de Mariano, en sus caricias, en sus manos enredadas en mi cabello, pensó Elena pero estaba claro que no podía compartir esa información con su amiga. Aún le costaba creer que era real lo que había sucedido.

Mariano la estaba besando y ella le estaba correspondiendo. Nunca había sentido así con ningún otro hombre, pero también sabía que ese era un hombre prohibido para ella. Así que se alejó de él, rompiendo el beso.

—¿Qué sucede?— le preguntó Mariano confundido por la expresión contrariada de su rostro.

—No podemos hacer esto, no debemos hacerlo. Esto está mal.— dijo Elena intentando convencerse a ella misma de sus palabras.

—No hay forma de que esto esté mal, Elena. No me puedes negar la conexión que hay entre nosotros.

—Magdalena es mi amiga— dijo Elena levantándose de la arena—. Y yo no puedo traicionarla de esta forma. Y soy señorita Escalante para usted, no sé cuántas veces tengo que decírselo.

—No me mienta, señorita Escalante— dijo Mariano entre dientes—. Si usted creyera eso no me habría besado en primer lugar.

—¿Y qué le hace creer que yo quería besarlo? Usted se aprovechó de mi caída, me sujetó debajo de su cuerpo y me besó, ¿qué se suponía que debía hacer? Me puso en una situación bastante incómoda.

Elena se dio media vuelta y se dirigió de nuevo al pueblo, dejando a Mariano detrás completamente confundido; él sabía que sus palabras no eran ciertas. Él sabía lo que ambos habían sentido, era imposible que ella sólo lo hubiera besado por corresponderle. Elena mentía y él lo averiguaría. Pero, por el momento, se quedaría recordando sus suaves labios con los de él. Sus labios eran adictivos y no podía esperar a besarla de nuevo.

Elena, por su parte, sabía que había sido demasiado dura con él y que no debería haberle mentido de tal forma. Pero no se suponía que lo tenía que besar y no se suponía que le tenía que gustar tanto. Él era su peor enemigo y no podía permitirse tener esos sentimientos hacia él.

Volvió al presente cuando Magdalena le pasó la mano frente a sus ojos.

—Soy toda oídos.— le dijo Elena.

—Bien, estaba contándote que he conocido a un hombre— le dijo y Elena abrió los ojos como platos—. Pero no te ilusiones, creo que es un patán.

—¿Por qué?

—Creo que sólo pretendía que me acostara con él. Y hablando de acostarse, tengo algo horrible que contarte; Mariano ha terminado nuestra relación.

—¿Qué?— preguntó Elena completamente descolocada. No podía creer lo que le estaba diciendo.

—Así como acabas de escuchar, Elen. Me ha dejado, dijo que ya no está interesado en mí, que está con otra mujer...

La venganza de ElenaWhere stories live. Discover now