XXII

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— Sherlock, te estoy hablando, ¿podrías por favor dejar eso y hacerme caso? Es importante. — Continuó una vez que el detective lo miró.— ¿Dónde está Alison?

— En su habitación— el hombre giró los ojos como si aquello fuera la cosa más obvia del mundo, pero su expresión de arrogancia se suavizó cuando observó que John negaba con la cabeza.

— Además tampoco contesta su celular. 

John notó que Sherlock intentó disimular, pero en realidad en sus ojos se reflejó, como lo hubiese hecho que una cubetada de agua helada le cayera encima, que su preocupación, lo tomó por sorpresa, una realmente ingrata sorpresa. Se levantó de su asiento y tomó su abrigo, salió sin decir a donde y ante inesperada acción, John tan solo atinó a ir tras de él. 

— ¿A dónde vas?

— A buscarla, ¿no es obvio? 

— Pero... ¿sabes donde está?

— ¿Qué parte de buscar?— Dijo molesto y continúo su camino hasta que pudo hallar un taxi.— Si ellos la tuvieran ya me lo habrían dicho. 

El detective explicó, esperando que John pudiera comprender que con "ellos" se refería a aquellos que habían dejado la nota en el cadáver, amenazándolo.

— ¿Entonces por qué la buscamos?— John miraba al detective al rostro, mientras este solo miraba por la ventana, pero al oír la pregunta más estúpida de la tarde tuvo que mirarlo como si estuviera completamente fuera de sí.

— Por esa misma razón, John. Para que ellos no la encuentren antes que nosotros.  

El resto del viaje fue en silencio. Solo hasta que llegaron al parque en el que habían estado el viernes. El detective se bajó del automóvil, sin dar explicaciones y caminó hasta esa banca en la que te había robado un beso. Estabas ahí, pero contrario a lo que se imaginaba. no llorabas, tenías una mirada llena de resentimiento, odio, pero además de resolución, sin embargo, el detective no pudo detectar aquello de lo que estaba llena tu alma. Simplemente se sentó a tu lado y se quedó un momento en silencio, esperando a que lo miraras. No te inmutaste. 

— Escucha, Alison...— el detective comenzó una vez que se dio cuenta de que no lo mirarías.

— Por favor, Sherlock, déjalo así. Si estoy aquí no es porque venga a recolectar recuerdos. Sino porque estoy agotada de todo lo que hice hoy, y fue el primer parque que encontré. No te des aires de importancia.— Te levantaste de tu asiento y caminaste por el camino principal hasta que te encontraste a John de frente. — Lamento no haber respondido, John, estaba muy ocupada con los papeles y todo.

John sonrió un poco más tranquilo.

— De camino a casa te cuento— proseguiste al ver el gesto de duda de John, moviste la cabeza y ambos salieron del parque, Sherlock no tuvo más remedio que seguirlos, aunque le molestaba la forma en que ambos lo habían ignorado, estaba acostumbrado a ser seguido, no a seguir a los demás.

No fue en el taxi, sino hasta que llegaron al apartamento, que hablaste otra vez. Entraste con paso decidido a la sala e invitaste a John a sentarse, a lo que él accedió con ligera sorpresa, pero también con una sonrisa creciente. Además, te abriste paso en la cocina y volviste con dos tazas de té, una para ti y una para él, incluso si Sherlock estaba ahí, pero a tu favor estaba el que pretendía no escucharlos.

— Gracias— exclamó John mientras recibía la taza de té y tú te sentabas en la silla de Sherlock. — ¿Y entonces? ¿Qué es lo que te mantenía tan ocupada como para responder a mis llamadas? Realmente estaba preocupado...

— Lo lamento, olvidé activar el sonido al celular, y acababa de sentarme en aquella banca  a revisar el teléfono. Afortunadamente, tus preocupaciones y las mías, van a terminarse pronto. 

John levantó una ceja y solo soltaste una risita.

— Resulta que mi tesis fue aprobada

— ¡Muchas felicidades, Alison! Eso quiere decir que ya eres toda una licenciada. Bien hecho. Ahora a disfrutar de tus esfuerzos, que sé, debieron ser muchos. Debemos celebrarlo.

Asentiste y le regalaste otra sonrisa muy amplia a John.

—... pero, ¿eso en qué resuelve nuestras preocupaciones?— el médico reflexionó en seguida.

Sherlock dejo oír un ligero quejido, que te dejo saber que lo había deducido, además la manera en que se dirigió a su habitación, te lo confirmó, parecía molesto.

— Bueno, puedo hacer todos mis trámites en línea. 

— Oh— John asintió— entonces podrás quedarte en casa todo el tiempo...

— En realidad, sí... pero eso también significa algo más.

— ¿Ah sí?— el médico mantenía la sonrisa pero no podía unir las pistas. 

— Regreso a mi país, John.— Exclamaste con seriedad y el adoptó el mismo semblante de manera súbita, y notaste que se entristecía ligeramente.

— Ya veo. Es muy inesperado, pero supongo que tienes razón, es lo mejor. Podrás venir a visitarnos, claro. 

— Gracias, y ustedes podrán ir también. Les haría bien un poco de sol.

Ambos rompieron en una carcajada.  

— ¿Y cuando piensas irte de Londres, entonces? 

— Aún no lo sé, debo dejar algunas otras cosas arregladas, una semana, dos a lo mucho. Pero espero que no sea así. Tampoco es seguro. 

John asintió y tras conversar un rato más, se retiró diciendo que volvería pronto, y quizás Mary lo acompañara. 

— No me gusta hablar por teléfono, John, lo sabes. Quita menos tiempo el enviar mensajes de texto. — Sherlock sonaba, como siempre, arrogante pero más molesto de lo habitual. 

— Es una ocasión excepcional, es solo para pedirte que permitas que la señora Hudson haga lo que tenga que hacer para que el departamento este decente este sábado. 

— ¿Por qué habría de hacer tal cosa? Es mi casa, y... 

— Sherlock, por dios. Haz lo que te dije. 

Sherlock iba a reclamar pero John ya había colgado. 

-

— ¿A dónde vas? — Sherlock levantó la mirada sobre el libro de soluciones saturadas que estaba leyendo y te miró con dureza. 

— Fuera 

— No puedes salir así cuando hay un asesino, persiguiendote. 

— ¿Y que es lo que te preocupa? ¿Que me mate? O ¿Que falles en tu misión de ganarle a tu enemigo? 

— Necesito que me acompañes a la morgue. 

En ese momento, la valentía que habías logrado acumular en tu ser, desapareció. 

— Necesito que veas a tu amiga. Es importante. 

— No haré tal cosa. 

Sherlock embozó una delgada sonrisa. 


Nota:

Feliz cumpleaños a Benedict ❤️




El defecto de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora