1. Voluntariado en Haití

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El penúltimo año de preparatoria había llegado a su fin. Había escuchado que la época entre los quince y dieciocho años sería una locura, sin embargo, la estaba sobrellevando bastante bien. Incluso a pesar de ciertas complicaciones amorosas, podía decir que la preparatoria no resultaba tan complicada.

Qué ilusa fui. En serio. No me esperaba nada de lo que ocurriría a partir de ese día. Fueron demasiados sucesos, demasiado drama. Mejor comenzar desde donde creo que es el inicio.

Lucy y yo nos dirigíamos a nuestros casilleros una vez que la última clase había terminado. Nuestra amistad había comenzado tres años atrás, en las primeras semanas de clases, cuando yo era la chica nueva y Lucy una noble alma que había decidido invitarme a almorzar. Nos unimos muy rápido, eran pocas las cosas que no nos decíamos entre sí. Ni se imaginan la furia que hubo cuando Lucy se enteró de lo que le escondía. En fin.

Lucy no había dejado de hablar acerca de sus vacaciones. Haría un tour de dos meses por Europa. Era una de las ventajas de que sus padres fuesen ricos. Ella sabía aprovechar cualquier oportunidad que el dinero le daba.

—¿Y sabes cuál es la mejor parte? —continuó Lucy con aquella voz aguda que solo ocupaba cuando estaba realmente emocionada o molesta. Yo guardaba mis últimos libros en la mochila antes de cerrar el casillero para sonreírle a Lucy. —Los chicos. Definitivamente. Seré una sexy extranjera que lastimosamente no sabe hablar su idioma, por lo que nuestra única forma de comunicación será besarnos. Los besos son universales, amiga, no puedes negarte a ellos.

Reí y negué con la cabeza. Todo lo que parecía haber en la mente de Lucy eran sexo, fiestas y un promedio escolar perfecto. Era una combinación que pocos lograban con éxito, y Lucy era una de ellos.

—Sabes hablar cuatro idiomas, Lu. ¿En serio fingirás no hablarlos solo para conseguir sexo? —pregunté, ya sabiendo la respuesta. Lucy le restó importancia con un gesto con la mano. Rodé los ojos con diversión, no era quién para juzgarla, solo intentaba llevarla por el mejor camino. —Entonces estos años llorando por tus exámenes de Lengua han sido en vano. No sé por qué te gusta fingir estupidez cuando eres la chica más inteligente que conozco.

Lucy cerró su casillero con fuerza, fingiendo molestia.

—Okey. Lloré por un examen de francés, Camila. Uno. Y fue justificado, ¿sí? —Chasqueó sus dedos a la altura de su mejilla, como cualquier diva. —Ese examen definía si obtenía el reconocimiento a la alumna con mejor promedio.

—El cual de cualquier manera obtuviste porque tenías como mil créditos extras.

Whatever. Quería ese reconocimiento, Cam. Fui la primera chica en ganarlo. —Se encogió de hombros con falsa modestia. Ella adoraba presumir sus logros. —Ahora luce tan bello en mi repisa... —Suspiró como si aquel pedazo de papel fuese el amor de su vida.

Suspiré, rendida, y la palmeé en el hombro. Ella despertó de su ensoñación y señaló a alguien detrás de mí. Antes de que pudiese mirar, Ryan ya estaba a mi lado con aquella amigable sonrisa que lo caracterizaba.

—¡Hey, Ryan! —saludó Lucy con una sonrisa igual de resplandeciente. Yo la imité e intenté disimular esa risilla nerviosa que siempre se me escapaba cuando él estaba cerca de mí. — ¿Qué harás este verano? Un pajarito me dijo que Alison y tú planean unas pequeñas vacaciones románticas... —canturreó con cierta emoción.

Ryan rio con modestia y negó con la cabeza.

—Ali tiene su voluntariado en Etiopía y yo estaré con mi hermana trabajando en su taller, así que... no hay vacaciones románticas en realidad. —Ryan alzó las cejas hacia mí. —¿Tú qué harás, Cam?

Anormal | 1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant