Capítulo 27

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Capítulo 27

Jueves 27 de febrero del 2020. Mañana.

La montaña no era lo suficientemente alta para que pudiera tocar las nubes, pero si podía proporcionarle una vista casi panorámica del bosque y sus alrededores.

Leslie, que despertó con las palabras de Venus rebotando en su cabeza, se quedó boquiabierta mientras alternaba la vista de un lugar a otro, emocionada y maravillada por lo que se presentaba ante sus ojos. Sabía que el bosque seco tenía su encanto —más allá de los hechos paranormales— y lo había comprobado en varias ocasiones, pero desde allí todo era mucho más hermoso.

Verde hacía donde mirase, con aves de todos los colores moviéndose de un lado al otro, los árboles agitándose por el aire frío y un cielo nublado que era la antesala de una lluvia torrencial. El río, ancho y corrientoso, cruzaba por las faldas de la montaña.

Recorrió con emoción los alrededores de la montaña, siendo en extremo cuidado y mirando hacia atrás cada dos segundos, para asegurarse de que Venus estuviera cerca. No creía que ella la abandonara en ese punto de su travesía, pero sería una estupidez de su parte que no tomara precauciones.

Por fortuna no volvió a encontrarse con pumas ni otro animal peligroso, sin embargo si alcanzó a ver un venado entre las plantas, un pacazo enorme parado encima de una rama, a las ardillas jugueteando por allí, perdices escurridizas y a un roedor gigante —¡medía más de medio metro!— que no reconoció.

El gritó que soltó lo espanto, provocó que las aves cercanas abandonaran el lugar volando y, al mismo tiempo, llamó la atención de Venus.

—¿Qué pasó? —preguntó mientras se dirigía a Leslie con expresión de inmenso fastidio.

—Nada, nada —murmuró Leslie, intentando recuperar la compostura perdida por la sorpresiva aparición del roedor.

—No te mueras, Adara no me lo perdonaría nunca. Como sea, asegúrate de memorizar muy bien este lugar, nos iremos en un rato.

—¡Pero si apenas llegamos ayer! —repuso Leslie mientras se apartaba el húmedo cabello del rostro. Este había crecido bastante en todo el tiempo que llevaba allí.

—¿Y? ¿Qué pensabas que sería? ¿Un campamento? —se burló Venus—. No aguantarías un día más aquí, ratón.

Se dio la vuelta demasiado ofendida para admitir que ella le estaba diciendo la verdad. No necesitaba verse en un espejo para saber que su estado era deplorable.

Continúo paseándose por los alrededores por un buen rato, hasta que Venus se apareció detrás suyo para indicarle que debían irse. Leslie la obedeció en silencio, sintiéndose demasiado molesta para empezar una conversación. Venus, por supuesto, no mostró señales de que le importara.

Su orgullo se fue menguando por el tiempo y las ansías de hablar con Venus.

El camino de regreso fue más rápido, pero también más complicado. Descender por la montaña no tardó en convertirse en un deporte de riesgo por la pronunciada inclinación y el resbaloso lodo. Leslie estuvo a punto de caer en picada en varias ocasiones, pero conseguía salvarse por los pelos al tirarse en la tierra o sostenerse de una rama.

Venus, por su parte, parecía estar burlándose de su sufrimiento al bajar con demasiada facilidad, como si fuera la cosa más fácil del mundo. Leslie la envidiaba tanto como la admiraba.

Cayó rendida bajo un árbol enorme a la par que las nubes liberaban toda su furia contenida. Venus se le unió instantes después.

...

El bosque de las brujasWhere stories live. Discover now