Capítulo 6

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Capítulo 6.

Viernes 10 de enero del 2020.

Leslie no pudo dormir bien esa noche. Intentó cambiando de lugar, acomodando las almohadas, contando ovejas y escuchando música relajante pero sus ojos se negaban a cerrarse. Ni siquiera podía culpar a la lluvia porque no estaba cayendo tan fuerte, al contrario, el sonido del agua cayendo sobre el techo era relajante y adormecedor para cualquier excepto Leslie.

Empezaba a frustrarse, el no poder dormir le recordaba a los meses de universidad en los que, por más que quisiera, no podía conciliar el sueño y llegaba a clases con cara de susto (sus amigos se lo aseguraron en varias ocasiones). Pero la universidad había terminado y ella estaba de vacaciones, no había tenido problemas para dormir en sus dos semanas libres y no entendía porque los sufría ahora. Se quitó la sabana, enfadada, buscó sus sandalias en la oscuridad y cogió su celular.

No quería encender las luces de la casa por temor a despertar a sus tíos así que prendió la linterna de su celular y con ella alumbró el camino hacia la cocina. Iba a tomar agua, después iría al baño y volvería a su cama con la esperanza de poder conciliar el sueño. Era estresante no poder hacerlo.

Ni siquiera para dormir servía.

Empujó la puerta con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible, y entró a la cocina. Camino unos pasos en dirección a la encimera en la que estaba el bidón de agua, justo al frente del gran ventanal donde podía ver el patio trasero de la casa de sus tíos y la cerca de palos que rodeaba todo su terreno. Eric le había contado que sus padres tenían planes de reemplazarla por muros de ladrillos en unos días pero, por ahora, solo eran palos, colocados muy juntos, y calaminas oxidadas.

La privacidad que otorgaban no era mucha (algunas partes de la cerca habían cedido con el tiempo) pero más allá no había más que un extenso terreno vacío y el frondoso bosque. Leslie no creía que hubiera alguien capaz de acercarse para husmear, aunque (Eric le había contado) había cierta clase de gente en Los Limos que era muy chismosa y podía llegar a esos extremos o más. Leslie todavía no lo comprobaba y eso, quizá, se debiera a que no salía de casa con nadie que no fuera su familiar y solo intercambiaba saludos con las personas del pueblo.

Dejó su celular en la encimera, tomó un vaso de vidrio de la repisa y empezó a llenarlo de agua. Levantó la cabeza y miró tras la ventana, todo estaba oscuro afuera y la lluvia no dejaba de caer. Entonces, de la nada, los cerdos que sus tíos tenían en el corral del patio empezaron a gruñir furiosos y Leslie vio como dos pequeñas luces se asomaron por un hueco de la cerca. No tenía idea de lo que eran y tampoco podía apartar la vista.

Sintió el agua correr por su mano y recordó enseguida que estaba llenando su vaso. Para cuando consiguió cerrar la llave ya tenía los pies mojados, las luces habían desaparecido en la oscuridad y los cerdos habían bajado el volumen de sus chillidos. Leslie estaba intrigada, su primer pensamiento fue que eran luciérnagas pero no estaba muy segura de que ellas salieran en las noches de lluvia. Quizá fueran los reflejos de las luces de alguna casa o del alumbrado público, algún animal o simplemente su cansado cerebro le estaba jugando una broma.

O, tal vez, se tratara de un encanto.

Leslie se rio de sus pensamientos y tuvo que dejar el vaso sobre la encimera para no derramar su contenido por segunda vez. Esas eran puras invenciones de la gente, se dijo, la vida no era tan fácil y ella no era tan afortunada como para encontrarse un tesoro en medio del campo.

—Pero ojalá sí y ya no tendría que estudiar nunca más —murmuró.

Se escuchó un ronquido en el cuarto de sus tíos y Leslie se apresuró en tomar el agua para ir al baño y volver a la cama.

El bosque de las brujasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora