Capítulo 26

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Miércoles 26 de febrero del 2020. Tarde.

Se detuvo abruptamente en el camino para recuperar el aliento. El cambio de altura era mucho más notorio que antes, provocando que se preguntara a cuantos metros sobre el nivel del mar ya se encontrara.

Su estómago se contrajo y ella envolvió sus brazos en el abdomen, previendo lo que pasaría después. Dio dos arcadas secas que hicieron a su garganta arder, hasta que no pudo resistirse más y acabó vomitando sobre las plantas.

Escuchó pasos acercarse, pero no pudo levantar la cabeza porque vomitó por segunda vez. Venus chaqueó la lengua.

—¿Estás embarazada o algo así? —preguntó ella—. Siempre estás vomitando.

Su respuesta se perdió en algún lugar de su garganta, lo único que salió de su boca fue el vómito aguado. Venus escupió.

—Estás embarazada. —Esa vez no era una pregunta.

Leslie se limpió los labios con el dorso de la mano mientras se levantaba, con extremo cuidado.

—Claro que no —respondió. La sola idea le parecía inverosímil—. Solo me he mareado por la altura. Es todo —exhaló—. ¿Cuánto falta? ¿Vamos a llegar ya? ¿Llegaremos hoy, al menos?

—Solo un poco más —dijo Venus mientras le hacía grandes señas para que volviera a caminar. Leslie lo hizo a regañadientes, sentía que se desmayaría en cualquier instante—. Estaremos ahí pronto y espero hayas aprendido algo de esto.

—¡No me estoy arrepintiendo de nada! —declaró Leslie con el entrecejo fruncido. Era una mentira, por supuesto, pero no iba a cederle la victoria a Venus. Llegaría hasta la cima aunque fuera lo último que hiciera—. Vamos.

Tomó la delantera y anduvo con pasos firmes para demostrar seguridad, pero la convicción no demoró en abandonar su agotado cuerpo. Las risas de Venus, aunque más bajas que los ruidos del bosque, se escucharon con muchísima claridad, actuando como motivación para Leslie que estaba decidida a demostrarle que aún tenía mucho más para dar.

El resultado fue llegar a la cima con un profundo dolor en el pecho y respirando con dificultad, su vista estaba nublándose y sintió un sabor que le revolvió las tripas. Dio arcadas, pero, como ya no tenía nada en el estómago que expulsar, solo obtuvo un punzante ardor en la garganta.

Sus piernas se doblaron y colocó las manos en sus muslos mientras tosía con fuerza, sentía que iba a morirse. El peso de su cuerpo la venció, pero, y antes de que se estrellara en el lodo, Venus le agarró el brazo y tiró de ella para mantenerla en pie.

—¿Segura de que no estás embarazada?

No tenía fuerzas para hablar, pero se las arregló para atestarle un golpe en el hombro con su puño. Venus ni siquiera se inmutó

—No volveré a sacarte a pasear —continúo—. Eres más una carga que otra cosa. Aunque estoy segura que tampoco volverás a pedírmelo. Haz el esfuerzo de caminar, no voy a cargarte.

...

Todo estaba oscuro para cuando abrió los ojos y el aire helado no demoró en calarle los huesos. Se envolvió con fuerza con su húmeda camisa e hizo el esfuerzo para sentarse en el suelo.

Venus estaba sentada en su delante con las piernas cruzadas, atizaba, con expresión aburrida, la fogata que había encendido. Leslie no demoró en acercarse más y sintió los ojos de Venus clavados en su cabeza.

—Estás viva.

—Por supuesto —respondió Leslie abrazando sus rodillas. El olor del humo le recordaba a una calle de su ciudad en la que la gente vendía distintas hierbas y plantas medicinales—. ¿Qué estás quemando?

El bosque de las brujasTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon