Capítulo 18

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Lunes 10 de febrero del 2020. Tarde.

Abrazó sus piernas con fuerza mientras se hundía más en el mueble. Era de tarde y estaba sentada en la sala, esperando que ocurriera algo que jamás sería capaz de admitir en voz alta.

Venus llevaba tres días fuera, tres días sin aparecer en casa, tres días sin tomarle el pelo a Leslie. La casa se sentía extrañamente vacía sin ella, lo que era curioso porque, cuando estaba allí, se pasaba casi todo el día encerrada en su habitación.

O quizá fuera ella, Leslie, a la que realmente le pesaba su ausencia porque Adara y Carina ni siquiera parecían notar que su hermana mayor llevaba tres días sin regresar a casa.

Intentó hacer de ese hecho algo de lo que alegrarse, repitiéndose que sería una buena noticia que Venus muriera en el bosque, pero no consiguió engañarse aunque lo intentara con ganas. Estaba preocupada, ansiosa, desesperada... y cuanto odiaba sentirse así.

Por más que lo intentó, no pudo descubrir una conexión entre el chico de la fotografía, su tío Fabián y Luis, el hacendado. Los tres habían vivido en tiempos diferentes, con mucha diferencia de años el uno del otro, además no parecían tener más en común que haberse cruzado —al parecer— con una de las brujas en algún momento de su vida.

Apretó su agarre y soltó un suspiro. No se enteró que alguien llevaba rato viéndola desde la escalera, con el cuerpo medio apoyado en el barandal, hasta que esa persona le habló.

—Volverá.

Leslie no se dio la vuelta.

—No la estoy esperando —dijo con frialdad.

—Entonces tómalo como un comentario al azar —repuso Adara—. A mi hermana le gusta el bosque y a veces, cuando pierde la noción del tiempo, olvida que tiene un lugar al que regresar. Es un poco desconsiderado de su parte, si me lo preguntas.

Gruñó como única respuesta y Adara soltó una risita.

—¿No tienes hambre? ¿Quieres comer algo?

—¿No estarás pensando en engordarme para comerme? —preguntó Leslie girando la cabeza al fin.

—No, nunca me he inclinado por el canibalismo —contestó Adara—. Ni siquiera tendría la necesidad de hacerlo, puedo sobrevivir sin comer. Sí, también intentamos matarnos de hambre —añadió.

—Es un alivio, supongo.

—¡Leslie! —exclamó con reproche mientras se acercaba. Leslie sintió como Adara posaba las manos sobre su cuello y volvió la vista al frente—. ¿Creías que te guardábamos aquí para un gran festín?

Empezó a masajearle el cuello y los hombros con suavidad, su espalda se tensó al sentir los largos dedos sobre su piel desnuda y luego una descarga eléctrica le recorrió la espina dorsal, pero fue incapaz de alejarse. Su cuerpo se relajó pocos segundos después y optó por cerrar los ojos.

Sus preocupaciones parecían desaparecer con cada roce de los dedos de Adara. Simplemente se dejó llevar, contenta de ser liberada, al fin, de la tensión que llevaba tiempo acumulando en el cuerpo.

Leslie sabía que estaba mal, que no podía bajar la guardia así, que no podía entregarse en bandeja de plata, que no tenía que dejarse arrastrar por muy bien que se sintiera... Sus sentidos le gritaban que lo detuviera, que se levantara y se fuera, pero estaba tan cansada de luchar, tan cansada de pelear y ser golpeada que simplemente los ignoró... Renunciar, someterse, rendirse parecían opciones tan razonables en ese momento que simplemente...

La puerta se abrió con un chirrido y el hechizo se rompió.

Venus estaba parada bajo el marco, las miraba con las cejas levantadas y una sonrisa burlona adornaba su rostro.

El bosque de las brujasWhere stories live. Discover now