Capítulo 71

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Cuando se despertó, abrió los ojos una vez. Rápidamente los cerró.

    Sintió el cuerpo cálido de Dylan Ferrer a su lado, y fue consciente pronto de que en realidad la tenía envuelta en sus brazos tatuados y musculosos...

     De manera protectora.

     Ella no abrió los ojos.

     Casi rezó por que el sueño llegara, y su corazón dejara de retumbar.

     Fue un alivio cuando ello sucedió, y se quedó en calma, profundamente dormida.

     Allí, en los brazos del hombre que causaba estragos en su interior.

     Dylan se despertó solo.

     Ella lo abandonó.

     Esa mañana, mientras él dormía, viéndose apuesto, grande y maravilloso, Alice no había tenido en mente nada más que salir corriendo de aquella habitación que temporalmente le pertenecía.

     Que fue más o menos lo que hizo.

     Nunca se había aseado tan rápidamente. En serio.

     Al salir de la habitación notó a Haz, lo cual causó por supuesto que él la mirara también.

     La sonrisa en él era infantil. Y sus ojos brillaron con humor. No parecía para nada somnoliento a pesar de que era muy temprano.

      —Así que te divertiste —Negó con la cabeza y le señaló un plato humeante. Por supuesto su desayuno, por lo cual fue a este, se sentó y lo alcanzó—. Pensé que te estaban matando y casi salió la mierda de mí por el susto —Tomó un trago del café que sostenía firmemente—. Pero luego te escuché gritar su nombre y entonces pensé que no estaba mal si te mataba de esa manera.

      Otro sorbo.

     —Realmente fue un golpe para mi autoestima que tuvieras a alguien mientras yo sólo me tenía a mí —levantó su mano libre—, a mi mano.

     Ella no respondió, y no lo miró más. Su vista se mantenía en su plato, que muy velozmente terminaba.

     Entonces, en voz baja preguntó:

     —¿Grité... mucho?

     Haz se rió, negó con la cabeza y tomó una tostada, para después deslizar mantequilla en ella y entregársela, antes de tomar otra, repetir la acción y esta vez quedársela.

      —Repito: creí que te estaban matando.

      Alice acercó la taza de su café y sin soplar, bebió un largo trago, lo que alertó a Haz e hizo que el hombre saltara en su lugar y tratara de quitársela.

      Lo logró.

      Pero Alice apenas parecía afectada. Su mirada estaba puesta en su plato, mientras que su expresión estaba cerrada.

     —Alice, ¿sucede algo? —La preocupación denotaba en el hombre que consideraba un amigo—. ¿Apliqué demasiada mantequilla a tu tostada? —Su cara cambió de preocupada a ofendida—. Créeme que no me la jalé con tus gemidos.

      —Yo... Gracias, Haz —murmuró ella, mientras se ponía de pie tan repentinamente que el susodicho retrocedió—. Creo que necesito... un paseo.

     Él asintió.

     —Déjame termino aquí y te acomp-

     Alice dijo:

El Error de Dylan Ferrer | 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora