Capítulo 70

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Alice Victoria Lauren empujó con fuerza a Dylan Ferrer.

     Hacia abajo.

     Hizo que se deslizara por su cuerpo, para seguidamente tomar la suave manta cercana y, a pesar de lo complejo que fue, posarla sobre ellos.

     Y estaban cubiertos.

     Pero Dylan no se quedaba quieto.

     Trataba de salir.

     También decía, riendo:

     —Esto es ridículo, ¿por qué-

     —Guarda silencio —le susurró apresuradamente.

     Alice tuvo que empujar la cabeza de Dylan hacia abajo, de nuevo. Y para mantenerlo allí, levantó una pierna y la puso en la espalda del hombre. Así que lo tenía enredado, sujeto, sin la posibilidad de salir.

      Jadeaba todavía. El anterior beso la había dejado sin respiración. Tuvo que tomar largos respiros para controlarse.

     Debía controlar a su corazón, que latía tan desenfrenado.

      —¿Alice? —Los toques en la puerta persistentes, por lo que la aludida cerró los ojos y fingió dormir—. Supongo que sí te dormiste —Haz estaba borracho, no había duda. Sus palabras eran torpes, su tono era demasiado ronco—. Buenas noches.

      Entonces lo escuchó caminar, tropezar también, para alejarse. La habitación de él estaba cerca, pero no se dirigió a ella; se dirigió a la sala principal, ya que, realmente, realmente, no podía dormir sin ver... porno.

     Muy pocas veces podía, le hizo saber tiempo atrás.

     Echó a un lado el recuerdo.

     Agudizó el oído.

     No había ruido, además de la distanciada televisión. Lo que como significado tenía:

     Haz se fue, estaba lejos.

     Ella soltó la manta que tanto había apretado en los últimos segundos.

      Suspiró de alivio.

      Posó su mano en su pecho, justo en su corazón.

       Y el aliento cálido por una breve risa en donde no debería, causó que sus ojos se abrieran en demasía y muy lentamente, bajara la mirada, levantara la manta y encontrara al hombre con la cara tan cerca de su...

      —¿Qué es esto, eh? —preguntó él, divertido—. ¿Es a propósito?

      Alice enrojeció, y trató de escapar. Pero no se le fue permitido. Estaba enredada, y él le sujetó la pierna, impidiéndole hacer su retirada.

     —N-no es a propósito —se las arregló en decir. Su víscera cardíaca golpeando con fuerza, otra vez, su caja torácica—. Tú eres el único pervertido aquí.

     Dylan parpadeó. Y entonces la sonrisa que advertía que nada bueno podría llegar de ella, se hizo presente.

     Alice tragó saliva.

     El agarre del hombre en su pierna se intensificó, pero no la lastimó.

     —Así que soy un pervertido.
     
     Por Dios, ¡quería retirar sus palabras! Pero era cuestión de orgullo, así que con determinación ella dijo:

     —Sí, lo eres.
     
     Dylan asintió, y bajó la mirada. Alice fue consciente de que la pijama, el vestido, se había levantado. También fue consciente de que tenía las piernas abiertas. Una... una estaba elevada. Ambas rodeaban al hombre que la observaba como si fuera una presa.

El Error de Dylan Ferrer | 1&2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora