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Me deslizo por los pasillos del museo, esquivando a un par de personas

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Me deslizo por los pasillos del museo, esquivando a un par de personas. Llego al nivel dos y visualizo a Arango detrás del mostrador, me acerco a él a pasos acelerados evitando a las personas de mi alrededor.

—¿Por qué hay tantas personas hoy? — le pregunto.

—¿Se te ha olvidado que día es hoy? — me mira enarcando una ceja.

—¿Qué días es hoy? — pregunto frunciendo el ceño.

—¡Paris! — menciona mi nombre, ofendido—, es el día del Arte en el museo — dice serio y ofendido.

—Ups, je, je — lo miro esbozando una sonrisa nerviosa — no me acordaba.

—Créeme que ya me di cuenta — roda los ojos.

—Venga, hay que celebrarlo entonces — digo, feliz.

—¿Así? Vienes casi un mes sin mencionar la palabra celebrar — me mira enarcando una ceja.

—¡Sí! Iremos al casino — le pego levemente en el hombro.

—Claro, nunca rechazo una invitación al casino — me guiña un ojo.

—Una invitación para ver a Austin — digo en bajo.

—Puf, charadas — dice nervioso.

Lo veo con una sonrisita y él me desvía la mirada, nervioso.

El día pasa tranquilo, bueno, aunque la gente ha estado yendo y viniendo, la mañana ni se ha sentido. Me he pasado dando vueltas por los pasillos, inspeccionando, y ayudando a algunas personas a saber más sobre la historia de los cuadros.

Ya me siento mejor, me siento más viva, que puedo respirar aire tan tranquilamente, aunque el temor que Vinicio se aparezca de nuevo, no ha desaparecido del todo, pero por alguna extraña razón me siento protegida gracias al anillo de Wolfgang, aunque parezca extraño o raro, si me siento protegida.

Desvió mi mirada de un cuadro y me topo con mi jefe, él está hablando con un par de personas. Necesito hablar con él, necesito sacarme esa duda. Espero a que las personas se alejen de él y yo me acerco lentamente. Él nota mi presencia y me regala una sonrisa.

—Hola, Paris — me sonríe, amistosamente.

—Señor, Feller — le devuelve la sonrisa —. Yo... quería saber si podría hablar con usted.

—Claro que sí, pasemos a mi oficina — acepta.

Asiento con la cabeza y lo sigo hasta su oficina, entramos y caminamos cerca de su escritorio.

—Cuéntame, ¿todo bien? — pregunta.

—Sí, bueno, algo así — digo algo nerviosa.

—¿Qué pasa, Paris? — enarca una ceja.

No te enamores tarde #1 ✔️Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt