No te enamores tarde #1 ✔️

012 [2]

Me cago en la puta.

Aprieto los puños a los lados mientras estoy tratando de evitar de romper todos los malditos cuadros que Loukas ha comprado, estoy tratando de controlarme y no hacer una estupidez, pero no creo que sea posible.

Estoy molesto, furioso, y con ganas de golpear a alguien o hacer algo mucho peor. ¿Y todo esto por quién? Por una estúpida cría, que para empezar no debimos de meterla en esto, o como ella dijo, dejarla de lado que Vinicio la encontrara y que lo único para que lo que sirviera fuera sexo.

Me levanto del sofá y camino para salir de la mansión, necesito algo para distraerme o terminare diez años en prisión —si no es que termino haciendo otra estupidez afuera—. Salgo de la casa y camino para llegar a mi auto, a medio camino me detengo al ver a Loukas subiendo a su auto, solo, sin guardaespaldas, y él nunca va sin guardaespaldas, siempre trata de seguir las órdenes del idiota de Hakim.

—¿A dónde vas? — pregunto apareciendo en la ventana de su auto.

Él se sobresalta un poco y me mira arrugando la nariz.

—¿Necesitas algo? — pregunta de mal humor.

—¿Y los guardaespaldas? — pregunto serio.

—No los necesito — habla entre dientes.

—Bien, en ese caso, ¿a dónde vas? — pregunto de nuevo — tengo que estar al pendiente de ti.

—Primero, no necesito que andes al pendiente de mí, soy mayor y me se cuidar —bufa de mala manera—, segunda, iré a un lugar donde ustedes dos no me amarguen más la vida — dice molesto.

—¿Ahora que te he hecho? — lo miro burlón.

—Tú sabes lo que haces, Heinz. Y no necesito que andes al pendiente de mi — recuerda de nuevo haciendo una mueca.

—Hombre independiente, ya era hora — Loukas, Loukas, Loukas, eres pésimo mintiendo.

—Si me disculpas, tengo cosas que hacer — dice arrancando el auto.

—¿No me llevas?

—Tienes tu propio auto y piernas, y el intelectual para saber cómo manejar un auto, y tampoco tengo tiempo de llevarte a ningún lado.

Loukas está muy molesto, y sé que es más conmigo y creo que ya se porque es.

—Deberías de dejar tu narcicismo, por un lado, y no solo centrarte en ti — me mira molesto.

Y bingo.

—Estas así por eso — esbozo una sonrisa — o, mejor dicho, por ella.

—Sabes que ella tiene razón — me esfuerzo por no crear una mueca.

—¿De qué lado estas, Loukas? ¿Del de ella o el mío? — sin embargo, una línea recta se crea en mis labios, viéndolo serio.

—Por lo menos desde que ella llego a mi vida, es la única que no me ha mentido — y con eso me da a entender todo.