5. Mentiras

2.2K 342 432
                                    







Un sábado estaba sirviendo cafés cuando empezó a llover, el clima estaba justo como aquél día en el que me encontré con mi vecina en el cementerio, por eso me puse a pensar en ese momento, caminamos abrazados hasta la salida, después ella simplemente me soltó y empezó a caminar rápidamente como si estuviera huyendo de mí, desde ese día no la había vuelto a ver, pero no por eso no pensé en ella un par de veces.

Habían pocos clientes en la cafetería, supongo que debido al mal clima la gente estaría en casa, sonó la campana que anunciaba cada vez que alguien entraba en el establecimiento, miré hacia la entrada y vi a alguien que gracias a sus tatuajes identifiqué como el chico que estaba abrazando a mi vecina en aquella foto que vi la primera noche que fui a su casa, lo que definitivamente no me esperaba era que él supiera quien era yo.

—¡¿Diego?! —Exclamó y caminó a largos pasos hacia el mostrador con una expresión de asombro, pero también me veía como si fuera un fantasma —.Laura no me dijo que habías despertado —Dijo más para sí mismo —¿Has hablado con ella?, ¿Hace cuanto que estás... uhm vivo?, ¿Por qué....?

—¿Nos conocemos? —Lo interrumpí.

Frunció su ceño —¿No me recuerdas?, Te hice un tatuaje, hace años.

Me sinceré —Tengo amnesia, así que no recuerdo nada de los últimos cuatro años antes de quedar en coma.

Abrió la boca sorprendido y se tomó su tiempo para procesar la información, entonces esbozó una sonrisa —En ese caso, dos cafés americanos para llevar, por favor.

Empecé a preparar los cafés mientras pensaba como interrogarlo, en ese momento consideré a ese chico como un portal hacia mi pasado, así que fingiendo no darle mucha importancia al tema, hablé —.¿Dónde nos conocimos?

Esbozó una sonrisa —En París.

—¿París? —No recordaba haber viajado a París más que una vez como a los 10 años.

—Si, entraste una noche a la tienda de tatuajes en la que trabaja y me pediste que te hiciera uno —Señaló mi brazo descubierto —.Tú mismo lo dibujaste, me acuerdo que ninguno de los que teníamos te convenció así que optaste por dibujar algo tú mismo, de hecho por eso te reconocí, porque eres el primer cliente que diseñó su propio tatuaje.

La máquina de café termino de prepar su orden, mientras lo servía en vasos desechables solté otra pregunta —¿Iba solo?

Vaciló un poco —Si.

Se me hizo raro, no me consideraba la clase de chico que haría un viaje solo a París, —Hace rato mencionaste a Laura, ¿Te referías a mi vecina?

Bajó la vista —Si.

—¿Y por qué ella debió de haberte dicho que desperté?

Tartamudeó antes de hablar —Porque ella sabía que tú y yo nos conocíamos, y como su mamá es enfermera creí que ella se enteraría y me lo contaría, pero tal vez ni siquiera se ha enterado.

Le extendí los envases de café —Solo hay una cosa que no entiendo, nos conocimos en París según lo que estoy entendiendo, ¿Y luego?... Asumiendo que tú vivías ahí ¿Cómo fue que seguimos teniendo contacto?, ¿Cómo es que conoces a Lau?, ¿Éramos amigos nosotros tres?... ¿Tú eres el que se va a sacar con ella?

Tomó los vasos de café pero yo no los solté, cruzamos miradas y en ese momento sentí una rivalidad hacia él, entonces sonrió arrogante —La única pregunta que voy a responder es la última, sí, soy su prometido, y te agradecería que no te acercaras a ella.

Mi cerebro procesó esa frase como si me hubiera dicho —:Acércate a ella.

—Le hiciste daño, Diego, mucho daño —Habló —Ella estaba enamorada de ti, o bueno creía estarlo y ¿Sabes que pasó? — Negué —Se dio cuenta de que tú solo la veías como una más con la que acostarte y luego desechar.

Recordaba bien que sí era capaz de eso, él tenía razón, si le hice daño, lo mejor que podía hacer era alejarme, me sentí miserable de solo imaginarme haciéndole daño a esa chica adorable que vivía frente a mi casa, definitivamente el Diego de hace unos años era un completo imbécil, y me avergonzaba por eso.

—Perdón por haber hecho pasar un mal momento a tu prometida —Dije mientras él sacaba su billetera para pagar —No es necesario, la casa invita.

Sonrió satisfecho, hizo un movimiento de cabeza despidiéndose y salió del lugar, esperé a que los clientes que estaban en una mesa se fueran y cerré, toda esa tarde me la pasé atormentándome con mis pensamientos, ahora todo tenía sentido, mi vecina me conocía mejor de lo que decía y era completamente entendible que no quisiera decirme que fue lo que en verdad pasó entre nosotros, pero para mí eso ya era muy claro: La ilusioné, tal vez me acosté con ella, luego ella empezó a sentir algo por mí, pero se dio cuenta de que yo era un caso perdido con respecto a las mujeres, ahí entra su prometido con tatuajes, supuesto conocido mío, que llegó a consolarla y conquistarla.

Esa teoría parecía ser perfecta, solo había una cosa que no encajaba, el hijo de Laura no se parecía en lo absoluto al chico de tatuajes, Omar tenía unos rasgos que me resultaban conocidos pero no tenía idea de por qué.

Caminé bajo la lluvia hasta mi casa, al llegar me di una larga ducha que me sirvió para reflexionar y llegar a una conclusión: Tenía que hablar con ella, debía disculparme por el mal momento que le hice pasar, ser un buen vecino y alejarme de ella si ella así lo desaba.

Me enfundé en unos jeans oscuros y una playera blanca, me miré en el espejo y a pesar de que un día me quedé dormido con 21 años y cuando desperté habían pasado 10, mi rostro seguía siendo exactamente el mismo, tal vez si lo observaba a detalle algunas facciones estaban un poco más maduras, pero en términos generales, seguía igual, cualquiera que me hubiera conocido me reconocería sin problema alguno puesto que no había cambiado, físicamente hablando.

Ya era de noche, me pregunté si sería prudente aparecerme en la casa de Lau a esas horas pero no podía esperar hasta el siguiente día, me puse una gorra que me daba un aspecto juvenil y crucé la calle que separaba nuestras casas, toqué su puerta y no tardó mucho en abrir, su expresión delató que yo era la última persona que esperaba ver, noté de inmediato que tenía uno de los vasos de café que en la tarde le di a su prometido, pero no le di importancia —.¿Puedo pasar?

—No creo que sea una buena idea —Respondió cabizbaja.

—Sé lo que pasó entre nosotros.

Subió su vista con los ojos muy abiertos, noté un brillo de esperanza —¿T-todo?

Asentí con la cabeza —Por eso vengo a disculparme.

Sus ojos perdieron ese brillo y su expresión cambió a una confundida y tal vez decepcionada —¿Disculparte?

—Si, hablé con tu prometido y...

—¿Hablaste con Iker?

Así que Iker era el nombre del tatuado —Si —Ella me miraba con el ceño fruncido —Me contó que te hice daño y por eso vengo a disculparme por el mal momento que te hice pasar, me gustaría mostrarte que he cambiado, pero entiendo si no quieres saber nada de mí —Me miraba atónita —.Eso es todo lo que venía a decir, buenas noches.

Me di la media vuelta para volver a mi casa, no había dado muchos pasos cuando su voz me detuvo —.Diego espera —Giré hacia ella —Jamás me hiciste daño —Sonrió como si estuviera recordando algo y sus ojos se pusieron vidriosos —De hecho me hiciste muy f... Nada —Sonrió —Buenas noches a ti también Diego.

Cerró la puerta de su casa y yo volví a la mía, me tiré sobre la cama, cerré los ojos y de pronto:

—Te amo, Diego.

Escuché su voz en mi cabeza, abrí los ojos de golpe y me senté sobre la cama con el corazón acelerado. Aquél día cometí mi segundo y tercer error: Pensar que esas palabras fueron una simple alucinación sin importancia y haber creído sin pruebas lo que Iker dijo.


Nota de la autora: ¡Perdón por tardar en actualizar!, la buena noticia es que esta semana terminan mis exámenes y tendré todo el tiempo del mundo para escribir :)

El Secreto de mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora