4. Cementerio

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Habían pasado un par de meses desde que desperté, poco a poco mi vida volvió a la normalidad pero siempre sentía que me faltaba algo, era como si yo supiera que había algo que debía recordar, sentía que lo tenía frente a mí, así que para no estresarme pensando en algo que ni siquiera sabía que era, decidí que era hora de empezar a ganar dinero.

Mi madre no quería dejarme trabajar, decía que con el dinero que me dejaría de herencia, jamás tendría que mover un solo dedo, pero yo me sentía inútil sin hacer nada, así que compré un pequeño establecimiento a dos cuadras de mi casa, conseguí un permiso y lo convertí en una cafetería en donde yo mismo atendía, al principio apenas y tenía uno o dos clientes por día, pero con el paso del tiempo y como no había otra cafetería por la zona, la clientela aumentó considerablemente, así que tuve que contratar un par de ayudantes.

No había pasado nada realmente importante hasta un sábado por la tarde, me dieron ganas de salir a caminar, entonces me fui de la cafetería antes de la hora en la que normalmente salía, aquél día era uno de esos en los que estaba lloviendo, el cielo estaba gris y no me encontraba con ánimo de convivir con la mayoría de personas, caminé bajo la lluvia sin rumbo alguno, unas cuadras después, me di cuenta de que estaba parado en la entrada del cementerio, recordaba que dentro estaba lleno de vegetación y honestamente el olor que se crea dentro de un bosque con la lluvia es el mejor de todos, lo que definitivamente no esperaba era oír un sollozo.

Sin estar muy seguro de si era una buena decisión, caminé al lugar de donde provenía ese llanto, pronto me encontré en una zona descuidada del cementerio, las tumbas se veían maltratadas a diferencia de las que estaban en la entrada, algunas incluso estaban rotas y llenas de polvo, y mientras más me adentraba en esa zona, más cerca se escuchaba aquél llanto, de pronto visualicé de donde provenía, y me sorprendí demasiado al reconocer esa melena castaña.

Me acerqué a ella y aclaré mi garganta, estaba hincada frente a una tumba en la que se encontraba grabado el nombre José Reyes, en cuanto sintió mi presencia volteó a verme y su expresión cambió de una triste a una impresionada y nerviosa.

—¿Sueles llorar frente a una tumba mientras llueve seguido? —Alcé una ceja.

—¿Sueles aparecerte en un cementerio sin razón aparente seguido? —Respondió.

—No tengo nada mejor que hacer —Me encogí de hombros y me tiré junto a ella, noté que no dejaba de observarme, pero a diferencia de otras miradas, la de ella no me incomodaba —.Finge que no estoy aquí, tú sigue llorando —Hice un gesto de indiferencia y me recosté boca arriba en el descuidado pasto, cerré los ojos y disfruté de la sensación de unas gotas de lluvia impactando con mi rostro.

De pronto sentí curiosidad por saber de ella pero me daba pena preguntarle algo directamente, así que lo hice indirectamente —Si yo me muriera, no me gustaría que la gente que quiero llorara por mí, en cambio me gustaría que me recordaran con una sonrisa pensando en los buenos tiempos.

La miré de reojo, ella clavó su mirada en mí —¿Q-qué?

Me senté —¿Tú crees que tu... —Señalé la tumba para que ella completara la frase.

—Padre.

—¿Tu crees que tu padre, desde dónde sea que esté, quiera verte triste?... Obviamente no, mejor recuerda algún buen momento que hayan tenido juntos y sonríe por eso.

—¿Y si no tuvimos ningún buen momento? —Respondió con indiferencia y me dejó sin palabras.

Hubo un segundo de silencio hasta que hablé —Si no hay buenos momentos, no merece que le llores.

Esbozó una sonrisa de lado y se levantó —Me voy a casa.

Me levanté yo también —Te acompaño.

Tan pronto dije eso, ella puso cara de susto, en ese momento me di cuenta de que yo tenía una extraña influencia en ella, la ponía nerviosa de una forma que no lograba comprender —.No creo que sea buena idea, mi prometido está en casa.

Golpe bajo. Pensé.

Tras haber mencionado esa palabra sentí nauseas ¿Cómo que prometido?, ¿Se iba a casar?, Se veía muy joven para el matrimonio, también se veía muy joven como para tener un hijo de unos 10 o tal vez 11 años. Desde aquella noche que fui a su casa por palomitas me quedé con las ganas de saber más de ella, y ahora que sabía algo más, me surgían más dudas.

Me dedicó una última mirada y empezó a caminar rumbo a la salida, yo seguía sin palabras aún procesando la idea de que se fuera a casar, y sobre todo intentando responderme una pregunta: ¿Por qué rayos me importaba que se fuera a casar?.

Empecé a caminar  detrás de ella, hasta que frenó y me volteo a ver —¿Estás siguiéndome?.

—Lau —Di un paso más y la miré directo a los ojos —.Vamos hacia el mismo lugar.

Me miró atónita y no respondió nada, se creó un silencio, no incomodo pero ninguno de los dos tenía idea de que decir hasta que un trueno me sobresaltó, ella soltó un grito agudo, luego el cielo fue iluminado por un rayo y empezó a llover más fuerte, empezó a temblar de frío, entonces caminé hacia ella y le puse mi chamarra sobre los hombros, no se movió mientras lo hacía, nada más contempló cada uno de mis movimientos, luego el cielo tronó más fuerte y como reflejo ocultó su cabeza en mi pecho, en ese momento sentí una necesidad por protegerla que no comprendí, así que envolví mis brazos en su cintura.

—Solo es un trueno —Dije sobre su cabeza, luego todo se iluminó por un rayo y sentí como ella se tensaba, ese era el momento para irnos, no tenía ganas de pasar una tormenta eléctrica en un cementerio —.Tranquila, ¿Confías en mí? —Mientras decía eso empecé a guiarnos a la salida, ella aún tenía su cabeza sobre mi pecho y yo aun la abrazaba.

Pasaron unos segundos hasta que respondió —Si.

Quité mi vista de enfrente y la bajé hacia ella —¿Sí? —Apenas habíamos hablado un par de veces, no las suficientes como para confiar el uno en el otro —.¿No te enseñaron que está mal confiar en los desconocidos?

Ella subió su vista y nuestras miradas se encontraron brevemente —No eres un desconocido, Diego.

—¿No lo soy?.

—No.

Mi primer error fue no haberle dado la suficiente importancia a aquellas palabras, pero había asumido que se refería a que no éramos desconocidos porque éramos vecinos, jamás imaginé que se tratase de algo más hasta que ya no hubo vuelta atrás.

El Secreto de mi VecinaWhere stories live. Discover now