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—¡Eres una maldita loca!

—¡Es tu culpa!

—¡Yo no te dije "Ve y mátala", ____!

—¡Tu lo provocaste!

—¡¿Sufres daño cerebral o que carajos?! ¡Lo que hiciste es muy grave!

—¡También lo que tu hiciste, no te hagas el santo! ¡Me quitaste eso que jamás lograré recuperar!

—¡No es mi culpa! Tal vez si no te me hubieras insinuado como una zorra, tu pequeño tesoro seguiría contigo. —Otra cachetada en el mismo día sonó con fuerza en la misma mejilla, pero ahora había sido la mano de la castaña quien la propinó.

—Eres un maldito infeliz, poco hombre. —El rubio tomó a la joven de la cara con una sola mano, apretando con coraje sus mejillas.

—¡Es suficiente! —Exclamó al instante Molly, separando a ambos de un empujón a tiempo.

—Vaya, por fin te diste cuenta que lo único que hace hombre a ese cabrón es tener pene. —Comentó el hermano mayor hacía la castaña. Él estaba sentado de brazos cruzados en el sofá.

—¡Dije que ya! —Sentenció Molly.

Todos se quedaron en silencio, la castaña podía sentir un ligero sabor a sangre dentro de su boca, tocó sus mejillas, teniendo aún la sensación de los dedos de Anthony encajados en su piel, mientras tanto el rubio tocaba su mejilla con delicadeza, sintiendo lo hinchada y tibia que estaba, viendo con coraje a la castaña.

El mayor de la casa entró a la oficina, haciendo que los cuatro lo mirasen al mismo tiempo con sus expresiones relajadas, sintiendo la tención del lugar.
Una sirvienta entró detrás de él, dejando una botella de licor junto a un vaso de cristal que tenía un par de cubos de hielo, se apresuró a dejar el vaso en el escritorio y llenarlo, tapando nuevamente la botella, dejándola a un lado por si el padre decidía servirse un poco más.

El mayor miró con seriedad a los cuatro, recargandose en su mueble mientras desabotonaba los puños de su camisa larga. Le dió las gracias a la sirvienta, dándole a entender que se podía ir; al cerrar la puerta él le dió un trago a esa bebida, pensando en que decirle a la ocasionante de esta reunión.

—Las sirvientas ya limpiaron tu desastre, solo que tu ropa tuvieron que tirarla, supongo que comprendes porqué. —La castaña asintió. Anthony la veía con el rabillo del ojo con una ceja alzada—. ¿Algo qué quieras decir, Anthony? —El mencionado relajó el rostro, negando en un hilo de voz y la cabeza.

—¿En serio? Yo siento que tienes mucho que explicar. —Murmuró la ojiverde entre dientes con la vista hacia la pared, llamando la atención de los demás.

—Y tú igual. —Dijo serio el mayor de todos, provocando la sonrisa ladina del de mejilla roja—. ¿Algo que quieras decir?

—No tengo porque decirte nada, lo que hice me da igual y ya no hay vuelta atrás, todo es culpa de tu malnacido hijo.

—Bien —pausó, dándole un trago a su vaso de cristal—. ¿Algo que decir sobre eso, Anthony?

—Solo la usé, no fue nada serio.

—¿A quién? ¿A ella o a mí? Porque me sorprendería demasiado que no te refieras a mí.

—¿Puedes dejar de ser una idiota?

—No pidas algo que tú jamás podrás hacer.

—Parecen niños de 8 años. —Se metió el hermano mayor, frotándose las sienes con sus dedos.

♡︎ Love Dust ♡︎ [𝑨𝒏𝒈𝒆𝒍 𝒅𝒖𝒔𝒕 (𝑨𝒏𝒕𝒉𝒐𝒏𝒚) × 𝑳𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒂]Where stories live. Discover now