49. Enfrentamientos

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—No hay ninguna mención de titanes en este libro, ni en ningún otro lado, pero… —Hange hojeó un poco más el libro—. Podría ser posible, sí. Si alguien es capaz de tener una habilidad capaz de controlar titanes, podría ser la familia real, y por eso es que el linaje es importante.

—Hange-

—Ya. Lo sé, suena a una locura, pero…

Pero a ese punto, todo era una locura. Las expediciones, los objetivos, las verdades descubiertas y lo que aún les esperaba. Nada era lo que pensaban y todo parecía ser mentira.

Era una locura, sí, pero… Nada podía hacerse ya para evitarlo.

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La cueva brillaba.

Era un poco parecido al cristal que rodeaba a Annie Leonhart, y cada vez que pasaban junto a uno de los enormes pilares sosteniendo el techo de la cueva, Félix se detenía un segundo para poder apreciarlo. Era cristal, con relieve extraño pero liso.

—Oi —llamó Caven desde el frente, y Félix se volteó hacia ella—. Está más adelante. Date prisa, no se supone que estemos aquí.

Asintiendo, se impulsó más al frente y después descendió en picada, sus pies resbalando contra el suelo apenas aterrizó. La estructura que se alzaba frente a ellos era un pilar de sacrificio, y no había ninguna otra manera de describirlo. Alto, reluciente, con cadenas que sostenían a Eren de los muros a los costados como si él fuera un mero ofrecimiento.

Un lengüetazo de rabia le subió a prisa por la garganta, amenazando con ahogarlo.

—¿Por qué está encadenado?

—¿Por qué crees?

Le tiró una mala mirada de reojo, una que Caven correspondió con su típica cara de indiferencia. La rubia le hizo una seña de que siguiera adelante y Félix no gastó tiempo en desplegar sus ganchos y subir hasta la cima del pilar, aterrizando tras el chico.

Volvía a tener esa estúpida mordaza, los ojos cerrados y el cabello desordenado le caía por la frente. Le inspeccionó el resto del cuerpo, el torso y los brazos, el pecho. Ninguna herida, y eso era un mínimo consuelo en toda la situación.

Félix se acercó lentamente a él, una de sus manos flotando suavemente por encima de la mejilla de Eren hasta que la posó sobre la fría piel.

—¿Eren?

Los ojos del chico se abrieron con lentitud y el jade en ellos brilló tenue. Félix sonrió un poco, su otra mano subiendo hacia la mejilla derecha.

—¿Cómo te sientes?

Las cadenas tintinearon y el chico se removió en su sitio, escupiendo un poco de saliva y dejando que esta le corriera por el mentón cuando trató de hablar y no pudo ser entendido dada la mordaza de hierro en la boca.

—Lo siento, esta vez no puedo quitarlo —murmuró inclinándose un poco hacia él—. Ni siquiera se supone que deba estar aquí ahora mismo, pero…

Pero tenía que saber. Tenía que comprobarlo, entender si Kenny estaba en lo cierto. Saber lo que había ocurrido en realidad.

Los grandes y verdosos ojos de Eren lo observaban fijamente, el brillo en ellos reluciendo con más fulgor por las columnas de cristal que los rodeaban. Félix dejó que sus dedos acariciaran la piel en las mejillas hasta descender con sus manos a la mandíbula y dejarlas ahí.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinحيث تعيش القصص. اكتشف الآن