27- Decepción

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NIA

Despertar abrazada a Oliver era la mejor sensación del mundo.

Estaba loca por él y, a juzgar por las maravillas que me hizo anoche, sabía que él también estaba loco por mí. Me levanté de la cama, sin hacer ruido, para darme una ducha.

No quise despertarle, pero parece que me escuchó, porque mientras estaba duchándome entró al baño, por sorpresa.

Estaba completamente desnudo y me preguntó sí podía ducharse conmigo. Y obvio que no pude rechazar esa proposición tan tentadora.

Tuvimos sexo un par de veces y, aunque me hubiese encantado repetir una tercera, teníamos que irnos ya o perderíamos el autobús.

De hecho, tuvimos qué correr para llegar a tiempo a la estación. Pero mereció la pena. Cuando llegamos a Smallville dejé a Oliver en el hotel y me fui a la clínica veterinaria. Y, para mi sorpresa, Sam estaba en la recepción revisando unos papeles.

-Nia: ¡Hola!

-Sam: Hola Nia

-Nia: ¿Qué tal? Qué raro se me hace que estés aquí tan puntual

-Sam: ¿Perdona?

-Nia: Lo siento, no pretendía... pero ya sabes, siempre vienes un poco más tarde por culpa de Alex - dije, riendo.

Aunque al principio me incomodaba que hablase de sexo a todas horas lo cierto es que ya me había acostumbrado e incluso me gustaba.

-Sam: Sí bueno, Alex también tuvo la culpa de que haya venido tan pronto hoy - suspiró - Ha pasado mala noche, por lo visto le sentó mal la cena

-Nia: Vaya, pobre. ¿Está bien?

-Sam: Esta mañana seguía regular, pero espero que luego esté mejor

-Nia: Sí, seguro que sí

-Sam: Más le vale porque no pienso quedarme esta noche sin sexo, otra vez - dijo, seria. Y yo no pude evitar reírme.

En ese momento entró un hombre con un perro que alguien había atropellado a las afueras del pueblo y tuvimos que dejar la charla para otro momento. Ayudé a Sam en el quirófano y pudimos salvar al pobre animal, que por suerte no tenía heridas graves.

Después seguimos con la charla y Sam no pudo evitar fijarse en mi cutis perfecto y en el brillo de mis ojos. Enseguida supo que había tenido sexo con Oliver. Y es que para las cuestiones de sexo Sam tenía un radar infalible.

Cuando me preguntó me morí de la vergüenza, pero estaba tan feliz que necesitaba compartirlo con alguien. Así que se lo conté todo.

Y, después de hacerme un par de preguntas incomodas sobre el tamaño del miembro de Oliver y sobre cómo era su comportamiento en la cama, me dio la enhorabuena y me deseó que fuera feliz.

Yo agradecí sus palabras, pues sentía que Oliver era el hombre que llevaba tanto tiempo esperando y sabía que a su lado podría ser feliz.

De hecho, cada vez estaba más segura de tener con él esa conversación pendiente acerca de mi condición.

Después de felicitarme Sam me dijo que si a media mañana me apetecía tomar más de un café con Oliver le parecía bien y eso me hizo avergonzarme de nuevo.

Pero ella me dijo que no había nada de vergonzoso en querer tener sexo con mi novio. Y tenía razón.

Alex y ella disfrutaban de su sexualidad sin censura y, a día de hoy, son las mujeres más felices que conozco. Su relación es prácticamente perfecta.

Cambio de aires (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora