XVIII

133 20 55
                                    

Los rayos de sol entraban por la ventana cayendo directamente en la cara de John, quien seguía durmiendo en el sofá. El sonido de una cafetera lo despertó. Se levantó del sofá lentamente y giró la mirada hacia la cocina: era Cynthia que estaba preparando café. John agarró su celular que estaba tirado en el piso y lo encendió para ver la hora: eran las diez y media de la mañana.

—Hasta que al fin despiertas. Buenos días.— le dijo Cynthia desde la cocina. Tenía su taza de café en la mano y a su lado había un plato con algunas migajas de pan.

John dedujo que Cynthia ya había terminado de desayunar.

—Buenos días.— respondió, aún un poco soñoliento. —Cyn... en serio lo siento por lo de anoche. Realmente no era mi intención...

—No te disculpes más. Ya pasó.— se dirigía hacia el sofá para poder sentarse al lado de John. —No debí actuar de esa manera anoche. Estaba muy cansada y decepcionada. Se podría decir que hasta incluso estaba enojada. Pero aún así no debí comportarme así. Sé que tu trabajo es muy importante también...

—No, Cynthia. Tú actuaste de esa manera con toda razón. Yo debí por lo menos avisar que no llegaría. Yo soy el que se comportó mal y por ende yo soy el que debe sentirse culpable, no tú. Tú no hiciste nada malo.

Cynthia lo miraba con atención. Se acercó a John un poco más y le dio un corto beso en los labios. John no correspondió, pero tampoco se alejó. No quería que Cynthia se sienta mal después de lo sucedido la anterior noche.

—Está bien. Es un buen razonamiento. Pero ya pasó, ¿sí?— le dijo mientras lo abrazaba.

—Si...— John recordó su promesa a Paul. —Eh... Cyn, ¿te apetece ir al parque más de un rato? O a dónde tú quieras. Así podemos hablar y pasear un poco. Hay algo que tengo que decirte.

—¡Claro! Vayamos al parque y luego a tomar un helado. Yo también tengo algo que decirte... Por cierto, ese traje te queda estupendo.— le guiñó el ojo mientras se levantaba. —Voy a arreglarme para que salgamos. Hay un pedacito de pastel de ayer todavía en la heladera que guardé para ti. Puedes desayunar eso.— Cynthia salió de la sala para adentrarse en su habitación.


El reloj marcaba las dos de la tarde. Cynthia y John se encontraban caminando tranquilamente en el parque. Iban tomados de las manos, hablando sobre cualquier trivialidad y observando todo a su alrededor: los niños jugando y correteando, alguno que otro deportista entrenando, una mamá con su carrito llevando a su bebé, un señor mayor paseando a su perro y en alguno que otro banco alguna pareja besándose. Estuvieron caminando como una media hora por el parque y tardaron otros quince minutos hasta llegar a una heladería. Entraron al local y se sentaron en una mesita de una esquina con vista afuera. Cynthia pidió unos crepes con frutilla, salsa de chocolate y dos bolitas de helado de vainilla, y John pidió una copa con tres bolitas de helado de galleta y chocolate.

Cuando les trajeron sus pedidos, se dispusieron a comer mientras hablaban un poco.

—John, dijiste en la mañana que tenías que decirme algo. ¿Qué es?

—Ah, si... eh... ¿Por qué mejor no empiezas tú? Digo, lo que yo tengo que decir no es tan importante... Seguro lo que tú tienes que decir es de más relevancia...— respondió John mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca.

—Bueno.— Cynthia respiró hondo. Tenía la mirada seria. —Estoy embarazada.

John se atragantó con el helado mientras abría sus ojos como platos.

—¡¿QUÉ?!

—So.— Cynthia soltó una carcajada mientras John la miraba atónito. —Okey, es mentira.

—¡¿Por qué dices esas cosas, Cynthia?! Casi me matas de un susto.

—Es mi venganza por lo de anoche.— le dijo aún riéndose. —Lo siento. Bueno, también lo dije porque las noticias que vienen ahora no son muy buenas... no para nosotros. No es tan terrible como un embarazo, pero aún así no son exactamente buenas noticias.— su semblante cambió a uno triste.

—¿Qué pasó? ¿Me engañaste?— John dijo esperando que su respuesta sea un sí.

—¡No, claro que no!— se apresuró decir. —Yo... en serio que no sé cómo decirte esto...

"¿Qué podría ser peor para nosotros si no es un engaño?" pensó John.

—Cyn, no puede ser tan grave, ¿o sí? Vamos, dilo.

—Ayer, cuando tenía la exposición, resulta que vino gente de una galería muy reconocida de España, y vieron mi trabajo y les encantó.

—Ajá...

—Y... bueno... me ofrecieron un trabajo allí. Quieren que vaya a trabajar en la galería en España. Era muy buena oferta, ya que me pagarían la casa allá y mi salario sería muchísimo más alto... así que... acepté.

—Cyn...

—¡Sé que debí consultarlo contigo antes y no aceptar así como si nada! Pero... es que era una excelente oportunidad para mi... en serio sé que debí haberte tomado en cuenta y debí hablar contigo antes de tomar esta decisión... 

—¡Felicidades, Cyn!— John decía emocionado. —Me alegro mucho por ti.

—¿Qué?

—¡Que felicidades! Cyn, eso es excelente. Es lo que siempre quisiste, ¿no? Trabajar en una galería reconocida y tener un buen salario.

—Si, pero...

—Ningún pero. ¡Cynthia, es tu sueño! No puedes dejar que nuestra relación te lo impida. Por más que lo hubieras consultado conmigo, yo no podría haberte dicho que no. En serio me alegro tanto por ti, Cyn. Es una excelente noticia. ¡Deberíamos celebrar con Brian y Stu!

—Supongo...— dijo Cynthia un poco más animada. —Pero, ¿qué hay de nosotros? Yo no creo que podría mantener una relación a distancia contigo...

—No importa, Cynthia. Podemos seguir siendo amigos. Te llamaría por lo menos una vez a la semana e iría a visitarte en las vacaciones. Apuesto a que encontrarás a alguien mejor que yo allá. Más guapo, que esté siempre ahí para ti, que no se falte a tu cumpleaños...— dijo riendo un poco.

Cynthia también rió un poco con lo último que dijo John.

—¿Estás seguro de que no te importa?— le preguntó.

—Segurísimo. En serio, Cyn, si hay algo de lo que estoy completamente seguro, es que tú no puedes dejar ir esta oportunidad por alguien como yo. Te mereces alguien mejor que yo, junto con una vida mejor de la que tienes ahora.— John tomó la mano de Cynthia y la besó.

Ambos se sonrieron para poder terminar de comer. Pagaron y salieron del local. En el camino de vuelta a casa iban felices riendo sobre cualquier cosa y recordaban los buenos momentos que habían pasado juntos. 


Llegaron a casa a eso de las cinco de la tarde a casa, así que se sentaron en el sofá y prendieron la tele para ver una película. Como la película era bastante tranquila, Cynthia casi se había dormido junto con John a la mitad. Antes de cerrar sus ojos por completo si, le habló a John una vez más.

—John, al final no me dijiste qué era lo que querías contarme. ¿Qué era?— su voz era suave.

—Ya nada, Cyn. Ya nada.— John besó su frente y ambos quedaron dormidos en el sofá, abrazándose.

The Devil Wears Prada [McLennnon]Where stories live. Discover now