XVII

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John miró para arriba y lo primero que se encontró fue a Yoko. Estaba vestida con un vestido abrigo, botas largas y un sombrero, todo de color blanco.

—¡Yoko!— exclamó. —No sabía que estabas invitada.

—Pues ya ves que sí. ¿Y tú, ya tes vas?

—Sí.

—Pero si apenas la fiesta comienza cuando Yoko Ono llega.— dijo ella para soltar una risita. — ¿Por qué no te quedas? Podríamos discutir sobre los escritos que mandaste.

—Lo siento, pero voy a tener que rechazar la invitación.— John le dijo un poco apenado. —La verdad es que tengo algo de prisa...

—¡Yoko, querida! No te vi llegar.— en ese preciso momento Paul apareció en las escaleras también. Le dio una sonrisa falsa y se acercó para saludarla. —¡Ah, John! Aquí estás. Necesito que vengas.— le dijo y luego se dirigió nuevamente a Yoko. —Disculpa si te lo estoy robando, Yoko. Es importante.

—No hay problema. Adiós, chico de Paul.— respondió.

Paul jaló de un brazo a John para poder llevárselo. Subieron de vuelta por las escaleras y siguieron por un pasillo sigilosamente para no llamar la atención. Se dirigían a una parte más tranquila del museo. Sin embargo, esto no pasó desapercibido por George, quien miraba desde una esquina.

Una vez que ya estaban tranquilos y alejados del resto, Paul acorraló a John contra la pared.

—¿Y ahora qué? Paul, realmente tengo que irme. George estaba haciendo un buen trabajo él solo, no necesita que yo lo acompañe. Tengo apuro.— John se quejaba.

—Estoy molesto.

—¿Ah, sí? Pero si yo no creo haber hecho nada malo hoy.

Paul lo tomó de los hombros y lo besó por unos segundos.

—¿A qué se debe este beso si estás tan molesto?— le preguntó John con confusión.

—¿Qué hacías hablando con Yoko? ¿De dónde la conoces? ¿Qué clase de relación tienes con ella?— Paul tenía una expresión seria. —¿Acaso olvidaste lo que pasó la otra noche? ¿Lo que te dije? ¿Lo que hicimos?

—La conocí en la fiesta de Freddie. Sólo estábamos hablando porque de salida me choqué con ella y quería disculparme. Y supongo que somos amigos, nada más. Me ayudó a conseguir el manuscrito de Harry Potter. Y no, por supuesto que no he olvidado lo que pasó... esa vez...

—¿Acaso esa noche no significó nada para ti? ¿No sentiste nada?

—Yo...

—Incluso te mandé flores al día siguiente pero no dijiste nada...— su semblante cambió a uno triste. —Sé que en el trabajo no digo nada y que parece que no me importa nada de lo que pasó, pero eso es porque no quiero que nadie sospeche. Aún así, las otras veces que viniste a entregar El Libro en mi casa ni siquiera pasaste a saludar. Por favor, John, si no te intereso dímelo para que deje de perder el tiempo con algo que nunca va a pasar.

—¿Tú fuiste el que mandó las flores? No tenía idea... estaban muy bonitas, Paul. Gracias. Y no digas esas cosas, porque no has estado perdiendo tu tiempo.— John acercaba su rostro al de Paul lentamente. —Tenía mucho que pensar y procesar este último tiempo, ya sabes, con todo lo acontecido, y quería tomarme unos días para poder tener mis sentimientos claros. Y creo que...—John no terminó la frase para poder juntar sus labios con los de Paul en un dulce beso. Luego de unos segundos se separaron y se miraron profundamente a los ojos, como olvidándose por un instante del resto del mundo. —Y creo que ya los tengo claros.— acabo diciendo John mientras esbozaba una sonrisa sincera.

Paul le devolvió la sonrisa y nuevamente lo besó. El beso comenzó suave, como el anterior, pero se fue volviendo mas intenso y apasionado, excitándolos y haciendo que las intimidades de ambos se tornaran rígidas en poco tiempo. John de repente se separó.

—Espera, Paul. No podemos... no aquí por lo menos... en cualquier momento alguien podría vernos...

—Entonces nos vamos a mi casa.

—¿Pero qué hay de la fiesta?

—Ya saludé a todo el mundo. Se las pueden arreglar sin mi.

Tomó a John de la mano y salieron corriendo del lugar por la puerta trasera. Paul hizo malabares con la otra mano para sacar su celular y mandarle mensaje a su chófer para que los recoja y los lleve a casa.


No tardaron mucho en salir y entrar al auto que ya los estaba esperando. Ni bien se encontraban en el interior del auto volvieron a besarse. John acariciaba la cabellera de Paul mientras éste se subía a horcajadas sobre él. Seguían besándose hasta que John recordó por qué estaba tan apurado antes de que Paul aparezca en las escaleras.

—Paul, yo... no puedo ir a tu casa en este momento. Se suponía que debía ir a la exposición de Cynthia y luego iría a mi departamento para celebrar su cumpleaños con unos amigos. Se lo prometí.

—¿Quién era Cynthia?— Paul preguntó un poco confundido.

—Mi novia.

—Ah.

Paul se bajó de John para sentarse en el asiento normal. Cruzó los brazos molesto y se dio la vuelta para mirar fuera de la ventana.

—¿Podrías por favor llevarme a mi casa? Con suerte no estará de mal humor o triste y podremos celebrar un poco todavía. Te prometo si que hablaré con ella y que...— John pausó un rato. —Le diré que la relación no está funcionando y que tal vez sería mejor si, ya sabes, terminamos.

—¿Lo harás?— Paul giró su cabeza hacia John. John logró ver un brillo en los ojos hazel de su jefe, lo cual causó una extraña sensación de felicidad en su interior.

—Sí, lo haré. Pero por ahora sólo llévame a mi casa. ¡Ah, espera! Antes tienes que llevarme a comprarle un regalo o sino a la oficina para llevarle algo del almacén.— dijo un poco apenado. —Por favor.— John le suplicó haciendo ojos de cachorrito.

—Está bien.— Paul efectivamente accedió y el auto cambió de rumbo para ir a la oficina.


Una hora y media después, John se encontraba entrando a su departamento. Ya eran casi la una de la madrugada. Cynthia se encontraba sentada en el sofá viendo tele mientras comía un pedazo de pastel. Se veía cansada y decepcionada.

—Hola, Cyn. Feliz cumpleaños...— John dijo desde la puerta.

Cynthia lo miró un rato sin decir nada, y volvió a fijar la mirada en la tele mientras se llevaba un último pedazo de pastel a la boca. John dejó el regalo en la mesa y se acercó a Cynthia.

—Lo siento mucho. No podía llegar antes por-

—Ya. Tu trabajo. Siempre la misma excusa.— Cynthia se levantó del sofá sin mirar a su novio y se dirigió a la cocina para dejar su plato en el lavamanos. —John— dijo. —Estoy muy cansada en este momento para discutir. Mañana hablamos, ¿vale? Me voy a dormir.— salió de la cocina y se fue directo a la habitación y azotó la puerta.

John se quedó en la sala, pensativo por un momento. Decidió que sería mejor no ir a la habitación a dormir para no molestar a Cynthia, así que se sentó en el sofá, apagó la tele, se acurrucó y cerró sus ojos.

Sin duda mañana sería un día pesado.



The Devil Wears Prada [McLennnon]Where stories live. Discover now