"6"

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"Money is the reason we exist
Everybody knows it, it's a fact (kiss, kiss)"
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La música bien podría ufanarse de ser lo sobresaliente en esta fiesta del asco. Por encima del pútrido olor a marihuana, cigarrillo y licor, mezcla caótica y repulsiva que prometió asfixiarme si pasaba la siguiente hora dentro de ese infierno.

El asco producido por la consistencia aberrante de los aromas encerrados en la casa me ha cerrado el estómago, una cerveza fue lo único que pude beber después de presenciar como Lorena desechaba las vísceras al piso, resultado de saltar por toda la pista, porque según ella, esa es su forma de bailar.

No me puedo vanagloriar con ser experta en la pista de baile, pero eso que vi sí que merecía uno de los exorcismos que tanto ofrece.

Tomo a Lulú rozando ese punto de borrachera en el que apenas puede mantenerse de pie y nos arrastro a la entrada, lejos del desorden y el bullicio. Acabamos sentadas en el mueble dentro del pórtico de la casa, alumbradas por un tenue bombillo y la intensa luz de la luna llena, en compañía de Eros que ya se hallaba ocupando un puesto, consumiendo su dosis de nicotina por hora en santa paz.

—¿Cómo se dice púrpura es mi color favorito?

Lulú ha mantenido a Eros traduciendo frases para ella al alemán la última media hora, le divierte escucharlo hablar su idioma. A mí, por otro lado, me pasa otra cosa. Al principio lo hacía sin chistar, porque, ¿quién se resiste a la mirada de cachorro asustado de Lulú? Ni el mismísimo Eros Tiedemann, que ha demostrado, con creces, ser tan frio como el invierno en su tierra, pero ya frunce la boca, aburrido y temo que le conteste descortés.

—¿Cómo se dice no soy el puto google traductor en portugués?—devuelve, apretando los labios en una fina línea.

Lulú no puede mantener el cuello erguido, se carcajea y baja la cabeza, descansando la mejilla en mi hombro. Al menos ya dejo de beber, Hera, por otro lado...

—No lo sé, pregúntame cuando todo deje de girar.

Eros revira los ojos y clava la mirada al frente a la vez que Lulú cierra los suyos, dormitando sobre mí. Eso nos deja a los dos bien despiertos, sin ningún tema que tratar y con una tensión ondeando en el aire tan molesta que la idea de hacerme la dormida junto a Lulú me parece la más viable en este momento.

Sin embargo, Eros se aclara la garganta y no soy consciente de lo que hago si no hasta que volteo a verlo y la piel se me eriza al notar que él ya tiene sus pupilas fijas en mí.

—¿Harás el servicio con Andrea?

Me repito una que tengo que actuar como una persona normal, que no se me ocurra bajar la mirada. No obstante, soy derrotada por la ferocidad que sus ojos evidencian sobre los míos y, con remordimiento y vergüenza por mi carencia de voluntad, muevo la cabeza de regreso al frente, con el cuidado de no perturbar la tranquilidad de Lulú.

—Eso creo, ¿te lo dijo Hera?—la respuesta es obvia, pero no sé que mas decir. ¿Le molestara que sea así? Probablemente sí.

—No—niega, acercando la llama del encendedor al cigarrillo—. Andrea lo hizo.

Cuento su tercer cigarro.

—Oh—musito—. ¿Ella es agradable?

Eros se aparta el cigarro de la boca, una arruga naciéndole en medio de las cejas.

—¿Ella?—inquiere, articulando una risa seca—. Andrea es viejo con el estómago de una mujer a un susto de dar a luz.

Regreso la mirada a él ipso facto, esperando encontrar la burla estampada en su rostro, pero no, se mantiene sereno, despidiendo el humo dirección contraria a nosotras.

The German Way #1 ✓ YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now