Capítulo 37

7 5 1
                                    

—Briana, estás lastimándote

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Briana, estás lastimándote.

Amara repite esa afirmación por tercera vez en el día. Coleman había entrado a nuestra celda hace unas horas, con el único objetivo de burlarse de nosotras. Parecía más satisfecha, como si su plan perfecto ya se hubiera puesto en marcha. Me pregunto si eso tiene que ver con Reese y la repugnante forma en que lo manipuló.

De todas formas, nos recalcó que ella es quien tiene el poder. Nos dejó claro que nosotras estamos en una posición inferior; que nunca lograremos salir; que, después de todo, cada uno de nuestros movimientos anteriores fueron en vano.

Para aumentar nuestra humillación -eso parecía ser su única razón para existir-, dejó la llave que abría nuestras esposas justo en la pared opuesta a la que nos encontrábamos. Dijo que debíamos tomarlo como una metáfora: "tener la libertad justo frente a ti, pero no ser capaz de alcanzarla". Pura mierda. Era como tener algo tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Le encantaba eso, jugar con nuestras mentes. Hacernos pensar que somos incapaces de tomar las riendas de nuestro destino, como si ella fuese una especie de dios supremo y debiéramos rendirle culto por vivir nuestras vidas. Lo cual no pensábamos hacer ni en un millón de años.

Briana estaba intentando deshacerse de las esposas desde entonces. Aunque no había tenido mucha suerte con eso. Solo había conseguido dañarse las muñecas, pero no podía detenerse. Se había enfurecido desde el segundo en que Coleman ingresó y nos observó como si fuéramos verdaderas ratas de laboratorio.

—Esa es la idea —murmura, ofuscada.

—¿La idea es herirte? —me burlo—. ¿Qué esperas, darle lástima y que te suelte?

—Es una locura, Briana. Solo déjalo —dice la castaña.

—¡Carajo! —grita, pero luego una sonrisa de satisfacción se posa en su rostro.

Creo que ya perdió la poca cordura que le quedaba.

—¡Estás sangrando! —Amara se alarma—. ¿En qué mierda estabas pensando?

—Solo esperen —susurra.

Se había lastimado ambas muñecas por la fricción entre su piel y el metal. Se provocó cortes que hicieron que la sangre saliera y embarrara las esposas. Cuando mueve su mano para agrandar el desastre y que la sangre llegue a todos lados, es que noto su plan.

—No va a funcionar —advierto.

—Cállate.

Sigue intentando.

—Solo estás empeorando la herida.

—No me importa.

—Estás albergando falsas esperanzas.

No da signos de escucharme.

—Es inútil, Briana.

Nada.

Decere (Invisibles fuerzas oscuras)Where stories live. Discover now