Capítulo 26

12 5 2
                                    

Siempre tuve la sensación de vivir encerrado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siempre tuve la sensación de vivir encerrado. Medio metafóricamente, medio en realidad. Mis padres nunca fueron personas comprensivas, y tuve que aprender a convivir con el peso gigante de su definición de perfección.

Irónicamente, cuando estuve literalmente atrapado dentro de una celda, fue uno de los momentos con mayor libertad que pude experimentar. Al menos dentro de esas paredes podría ser yo mismo, el verdadero Amos Backer, y no la falsa imitación que fui obligado a representar.

La noche en que escapamos -esa fatídica noche-, creí que iba a morir. Había arriesgado mi vida por unos simples archivos con información que ni siquiera me atreví a compartir con el resto del grupo, y ahora dudaba de que valieran la pena. ¿De qué me sirvió? Solo logré que me golpearan de forma brutal, y tuve que agregar un secreto a la lista de cosas que no les había dicho a los demás.

En el momento exacto en que la desesperación se había apoderado de mis sentidos, y el dolor se había vuelto demasiado insoportable como para seguir luchando, Zev apareció. Él salvó mi vida; y aún no había encontrado la manera adecuada de devolverle el favor.

Me sentía en deuda con él. Y ahora, después de conocerlo más, mi admiración aumentó.

Siempre tuve grandes aspiraciones hacia mi futuro. Mi sueño podría resumirse en tener un propósito mayor que mí mismo; y ahora no estoy tan seguro acerca de qué tan lejos esté de esa meta.

Aún recordaba las palabras de Cassandra -la escalofriante niña que Briana había cuidado- acerca de nuestro peligroso futuro, pero no me sentía muy... conectado con él. De alguna forma, intuía que todos estaban más metidos en esto que yo; incluso Beau, de quien no había vuelto a escuchar otra palabra.

En este momento, estoy intentando dejar de lado las mil y una inseguridades que me rodeaban, y me propuse que en esta extraña travesía que nos veíamos obligados a cruzar, pueda ser capaz de saldar mi deuda con Zev: eso era todo lo que necesitaba.

Era como si él me hubiese regalado la llave de la libertad; de abrirme el camino hacia tantas posibilidades que se me hacía imposible contarlas; de darme la oportunidad de disfrutar ser yo en mi máxima expresión. Y nunca voy a olvidarlo.

Aunque ahora mismo se comportara como un idiota.

Creí que el acercamiento con Briana había servido para mejorar su humor, pero parecía haber sucedido todo lo contrario. Él siempre había tenido esta actitud distante, pero se había superado; casi no parecía él mismo. Era como si cada parte desagradable de su personalidad se hubieran unificado y decidido salir a la superficie. Sí, así de malo se veía.

Si bien su tono de voz se había dulcificado al hablar de mi fracaso amoroso, su buena predisposición no había durado mucho, y pronto hasta a mí me resultó inaguantable.

—¿Qué sucede? ¿Tu perfecto hombre salvador ya se hartó de ti? —Ignoré la rudeza en la voz de Thalía. Por mucho que lo negara, sus celos por mi amistad con Zev se notaban a kilómetros de distancia, pero no quería hacer un drama por ello.

Decere (Invisibles fuerzas oscuras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora