Capítulo 36

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Hacía horas que habían apartado a Amara de nosotras

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Hacía horas que habían apartado a Amara de nosotras. Cuando Coleman ordenó que se la llevaran, Briana y yo entramos en pánico, pensando que la habían seleccionado para borrarle la memoria, y que el tiempo para escapar ya se nos había terminado. Ante las burlas desagradables de la doctora, nos afirmó que aún era muy pronto para que ese día llegara, que precisaba más estudios y que más nos valía querer cooperar, porque de ahora en más tendrán tolerancia cero con nosotras. Como si esa bruja hubiese sido considerada con nosotros alguna vez.

Eso tendría que habernos relajado, pero sus palabras solo sirvieron para aumentar nuestra ansiedad. Se la llevaban solo a ella, y no teníamos idea de qué pensaban hacerle. Briana estaba desesperada. Hubiese golpeado la puerta una y otra vez sino fuese porque nunca nos sacaron las esposas, no esta vez. Coleman nos tiene como si fuéramos sus animalitos de zoológico que están ahí con el único objetivo de servirle, y aprovechaba cada oportunidad que tenía para humillarnos y demostrar quién poseía el poder.

La odiaba. Nunca había sentido este tipo de odio puro e irracional con tanta fuerza, ni siquiera con mis padres o con las personas que se burlaban de mí en la universidad. Este era un sentimiento mucho más profundo y horroroso, y cada vez se me complicaba más el contenerlo.

Luego, la situación no hizo más que empeorar. Nos dimos cuenta que no se la habían llevado demasiado lejos, ya que podíamos escuchar sus gritos de agonía a la perfección. No lográbamos oír sus palabras ni lo que le estaban haciendo, pero sus alaridos fueron suficientes para que mi cuerpo se congelara y que las mejillas de Briana se empararan en lágrimas. Estaban lastimando a Amara, la mujer más dulce y bondadosa que jamás haya conocido; y no podíamos hacer nada para defenderla.

Solo tocaba esperar, como siempre. Me estaba hartando que mi vida se basase en quedarme sentada esperando que el destino decida cuando matarme. No es justo, nunca lo fue, pero la frustración iba a acabar conmigo en cuanto siguiera esperando a que más cosas malas nos sucedieran o a que un inesperado milagro devuelva nuestras vidas a la normalidad.

El ruido de la puerta abrirse me saca de mi estupor y provoca que alce la vista. Un médico traía a Amara esposada, y ella debía apoyar la mayoría de su peso en él por culpa de sus piernas temblorosas. Tenía múltiples cortes en sus piernas y brazos, que ninguno de los doctores se molestó en curar. Además, estaba bastante segura que su hombro izquierdo se encontraba dislocado, por el pequeño bulto que sobresalía.

Observé a Briana tratar de alcanzarla, pero nuestras esposas están encadenadas a las paredes de la habitación, por lo que es imposible moverse más allá de un metro. Suelta un quejido de frustración, y espera a que ella llegue con ojos ansiosos.

Dolía tan solo verla caminar, y su expresión de aflicción no aligeraba el sentimiento. El hombre la encadena a unos metros de nosotras, para luego retirarse con su rostro imperturbable. Todos en esta institución me causaban repulsión, ya ni siquiera importaba que estén a favor o en contra de lo que sucede.

Decere (Invisibles fuerzas oscuras)Where stories live. Discover now