41. Cuando se pone el sol

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(Un día la abracé, solo porque quise intentarlo. Yo... caí encima de ella, así que no pude ver su expresión, pero... Pero ella me puso la mano en la cara y me empujó hacia atrás.

Su rostro, entonces, también había hecho algo extraño. Como si hubiera querido sonreír pero no lo hubiera logrado. El capitán Levi había estado todo el tiempo callado, desde la mención de la granja de la familia Reiss, hasta ese momento.

—...Pero aquella fue la primera vez en la que mi madre me tocó, o me... reconoció, no lo sé. Fue suficiente para hacerme feliz.

Eren bajó la mirada a sus manos. No sabía muy bien qué hacer entonces.

—"Si tan solo tuviera el coraje de matarte" fue lo que mi madre dijo. Fue... Fue lo primero que ella me dijo desde que tengo memoria.)

Historia se removió en la silla y ladeó el rostro, ocultándolo entre sus brazos. Eren se removió en la cama, enderezándose con lentitud. Había un ligero pesar en sus hombros, una horrible carga que le arrastraba los huesos por el suelo. Se pasó una mano por los mechones marrones, frustrado y quizás un poco temeroso.

—Está bien, supongo —fue lo que ella dijo finalmente, alzando la mirada hacia él—. Tenías razón. Ymir tomó una decisión, y debo aprender a respetarla.

—Pero no es lo que tu querías.

—No, pero es lo que ella decidió. Nosotras dos hicimos un trato, la promesa de vivir por nosotras mismas, y si ella decidió ir con Reiner y Bertolt... Entonces está bien, porque es lo que ella decidió. Y eso... Eso está bien.

Esta vez, Eren la miró con más atención, con los ojos ligeramente entrecerrados, con la cabeza ladeada. A veces, Eren la vería de otra forma, casi seguro de que el color estaba mal y sus ojos no debían de ser tan oscuros.

—Ah, por fin estamos hablando, entonces.

—¿Uh?

Historia se enderezó un poco y parpadeó en su dirección, confundida. Eren también lo estaría, sinceramente. La cama sobre la que se había estado recostando era suave, no tanto quizá como la que era suya en el cuartel, pero comenzaba a cansarse de la suavidad y la inactividad.

—Cuando llegaste aquí, nos hablaste sobre ti, pero aparte de eso ni sonríes ni conversas.

(Fue entonces cuando comprendí que las personas viviendo en la granja, mis abuelos, los trabajadores... Todos habrían sido más felices si yo no hubiera nacido.)

Se dio cuenta de que no había nada importante allí. En sus palabras.

Eren se dejó caer en la silla sintiendo esa misma pesadez que lo había obligado a dormir por casi un día entero. Exhausto, tiró la cabeza ligeramente hacia atrás y miró a la chica de reojo, sintiendo un poco de nervios asentarse en su estómago.

—Es un fastidio —dijo ella en un resoplido.

Eren parpadeó.

—¿Uh?

—Ah, lo siento. La Christa buena y amable que conocían ya no existe.

Permitió que la admisión pendiera en el aire por un momento, uno solo.

Eren no era bueno con las palabras. No eran su fuerte.

A veces, le habría gustado ser más como Armin, que sabía qué decir y cómo. Le gustaría ser un poco más como Jean, también. Aunque ese era un secreto que se llevaría a la tumba si pudiera.

Era consciente de que sus dos amigos eran buenos, que Jean podía irritarle pero eso no quitaba el hecho de que tenía madera de líder. Que Armin era bueno con la mente, que su intelecto les sería de gran ayuda en un futuro.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now