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Saber que es lo que está mal, que es lo que está bien. Sentir es un tema demasiado complicado del cual ninguna especie de salva. Por lo que tanto Jeongin y Minho no tenían idea de cómo reaccionar a esos sentimientos que estaban sintiendo. Y entre tanta rabia y conmoción, solo podía escapar de la realidad. Cada uno por caminos diferentes, mientras el mundo que creía ser su realidad, se venía a bajo poco a poco.

¡Vete! ¡No te quiero ver! ¡Te odio! ¡Me mentiste!

¿Crees que tus problemas no me pasan a mí? Si eres tan débil, entonces vete ahora. Corre hacia ese chupasangre. Pero yo no me detendré. Él caerá.

¿Qué estaba bien? ¿Qué estaba mal? Jeongin se preguntaba aquello mientras apretaba sus puños contra la pared luego de haber peleado con su tío. Quería llorar, quería gritar, pero no podía hacer más que refugiarse en un lado oscuro de su cuarto antes de levantarse a meter todas sus cosas dentro de una maleta para pasar la noche debajo de un puente si fuera posible.

¡Entonces lo haré! ¡No me verás más!

Al recordar esas palabras el menor no evitó tirar sus cosas lejos de ahí, arruinando su empaque. Para luego echarse con grandes gotas cubriendo sus mejillas, boca arriba, lleno de rabia, lleno de asco. Había sido el títere del verdadero enemigo de su familia, y hasta ahora no sabía cómo sentirse. Quería romper algo, quería correr hasta morir. Pero ya no podía hacer más que verse contra el espejo hasta roto, mientras pequeñas gotas de sangre corrían sobre sus uñas, y sus labios sangraban por haberse mordido durante miles de segundos. Era un desastre, pero nadie se daba cuenta de eso. Porque estaba solo.

¡Te odio!

Y mientras él pasaba por eso, cerca de la casa Lee, un Minho cubierto de oscuridad comenzaba a dejar ver su verdadero rostro lleno de furia y soledad. No sabía cómo sobrellevar todo. Ser un rey, ser el elegido por todos para portar un manto. ¿Qué había de bueno cuando no podía mantener a alguien a su lado? Ya había alejado hasta la última persona, y no podía regresar a lo que era. Porque simplemente estaba solo.

Estamos solos y nacimos así. Pero, ¿Por qué ahora se siente más vacío que antes?

Felix: Hey —habló, dejando la puerta de su casa abierta, invitándolo a pasar— entra, te vas a quemar

Susurró, éste sólo caminó como un pequeño zombie hacia la puerta de aquel lugar, viendo cómo una pequeña anciana comenzaba a servirse un poco de café tranquilamente, sin siquiera percatarse de su presencia. Inmediatamente el mayor comenzó a adentrarse, y mientras hacía eso, el sonido de la tetera puesta comenzaba a sonar. Era la primera vez que un cálido hogar lo recibía, pero también era la primera vez, que lo importaba siquiera ser traspasado por una estaca si alguien lo hiciera.

Tal vez la muerte sea una buena idea ahora. Y aunque muchos utilicemos máscaras, siempre utilizamos "el bien" para hacer justicia a pecados que nosotros también cometemos.

— Bienvenido —habló por primera vez la pequeña señora al sentir como su sofá rechinaba— Lixie cariño ven acá

Minho: Gracias —pronunció algo bajo, viendo cómo ambas personas se reencontraban con un gran abrazo.

Felix: ¿Si abuela? —habló por su parte, recibiendo dos pequeñas tazas como si ésta ya hubiese terminado esperándolos hace mucho.

— Llévale esto a tu amigo

Felix: Claro —asintió, antes de ponerse de camino hacia donde se encontraba el mayor, tomando asiento a su lado. Más cuando se sentó al costado y chocó levemente la mano de éste, sintió su temperatura ser mucho menos de lo normal— Hyung...

Minho: Si vas a ser como Chan puedes detenerte —mencionó volteando con esos ojos rojos para tomar la taza en sus manos, viendo cómo el color del líquido cambiaba rápidamente de color— ¿Eres pariente de Jisung?

Preguntó por otro lado. El pecoso asintió, dejando su taza sobre la mesa, con la intención de convertir su café también en sangre. El mayor por su parte, apretó sus manos en la oreja de la taza antes de prepararse para una vez más quedarse sin alguien al lado. Para perder a una nueva amistad por revelar sus pecados más privados. Esos pecados que no dejaban de atormentar su eterna vida.

Felix: ¿Sabe dónde está? —lo observó antes de sentir una mirada que hasta ahora parecía seguirlo— espere un momento, ya regreso

Lo detuvo con detenimiento, para levantarse de su sitio con tal de prevenir a su abuela, quien no hizo más que ir a esconderse al sótano. El mayor, sólo asintió sin quitar la mirada de la tasa, a pesar de las palabras de éstos y del trajín de ambas personas.

Más cuando intentó hablar, y detenerlo, un olor pasó por sus fosas nasales, desde una distancia totalmente lejana. Cómo si estuvieran en diferentes naciones. Pero esta vez, reconocía esa esencia, reconocía los sentimientos de tristeza y dolor que ambos parecían compartir. Y sin esperar más no evitó colorear sus ojos de un color escarlata, mostrando sus colmillos de caza para ir en busca de quién lo llamaba, mientras en otro sitio aquel chico de ojos rasgados terminaba por alejarse del departamento dado por el mayor, con una capa negra puesta en medio de la lluvia que ahora se avecinaba. En medio del dolor, en medio del ardor de la sangre que corría por su brazo al cortarse sin haber tenido cuidado con la cerca de una vecino del vecindario.

Y sin poder contener sus lágrimas, siguió corriendo en medio de la nada, dejando muy lejos sus cosas, porque después de ahora, parecía olvidar sus raíces. Porque ya no era uno de ellos, y tampoco lo sería.

Dicen que el mayor miedo es amar. Pero el mayor miedo es la soledad.

[...]

Felix: ¿Dónde se fue?

Se preguntó a sí mismo el pecoso cuando se dió cuenta al regresar, de que el mayor había desaparecido de dónde estaba. Pero al parecer, no podía encontrarlo. Más eso no era su gran problema ahora. El problema más grande fue cuando comenzó a sentir una sensación rara en su cuerpo al ver una flecha traspasar su estómago con facilidad.

— ¡Felix! —llamó una extraña voz.

Hyunjin...

Pensó cuando su cuerpo comenzó a tambalearse, elevando su mano para alcanzar esa mano que ahora pertenecía a un cuerpo, a ese rostro del cual estaba muy feliz de ver. Más ahora no sabía cómo hablar, cuando su cuerpo se sentía tan débil y esa voz detrás de ambos terminaba por cruzar a aquel quien anheló ver.

¿Era así que sus vidas iban a acabar?

Se preguntó, pero algo que no esperó pasar lo hizo, cuando su mano fue tomado por alguien más, levantándolo con gran agilidad luego de patear a ese hombre lejos de ahí, contra su refrigerador, contra su pared. Traspasando capaz más duras de cemento con el poder de su fuerza sobrehumana. Salvando a ambos de lo que podía ser la muerte, al ver sus heridas curar rápidamente con los poderes de quién sabía ser el portador de esa celestial voz.

— ¿Están bien? —preguntó.

AMOR DE UNA NOCHE [MINJEONG] [+18] [FINALIZADO]Where stories live. Discover now