Una Visita Inesperada

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- ¿Mejor ahora? – El chico de ojos azules tenía el ceño fruncido, preocupado. Era innecesario, pero por más que se intentara explicar… - ¿Por qué no to tomas un mejor cuidado de ti mismo? – Esto fue con una cara triste, preocupado y algo irritado.

Giotto no debía de tener idea de cuan expresivos podían ser esos ojos suyos, lo cual era una lástima. Aunque quizás era lo mejor, de otra forma Giotto los usaría como arma, y a nadie le convenía tal cosa.

- Sa Sa, no seas tan duro Giotto. -  El único que en verdad no estaba molesto con él, honestamente. – Los años ya le están pegando.

Lo acababan de llamar viejo. ¿Debía de tomar ofensa o reírse?

- ¡Por eso y más debe de cuidarse mejor! – Estallo G, casi lanzando la sopa a Giotto sin darse cuenta. Una sopa bien caliente, de paso. – Su cuerpo ya no es el mismo, ¡puede complicarse! – Eh, no estaba tan viejo…

- No tanto eso, ¡es que son por estupideces! – Debería de sentirse ofendido por esto, pero… - ¡Siempre es por estupideces!, ¿cuánto apostamos a que no se abrigo y salió como si nada en pleno invierno otra vez?

- Hmm. – Hasta el chico apoyado en la pared a unos cuantos metros, metiéndose con unos polluelos, concordó. 

- ¿Ves?, ¡hasta Alaude concuerda! – Giotto suspiro profundamente, con desgano pasando una mano por su pelo. – Nos vamos por una semana y mira lo que pasa. – Nadie se atrevió a negarle nada. Era la verdad. - ¿Que vamos a hacer con…? – El chico rubio se apagó, su rostro adquiriendo alarma. – Hey, ¿qué pasa?, ¿qué te duele?, ¿por qué lloras?

- N-Nada. - ¿Cómo explicar?, ¿cómo? – Estoy bien.

Ninguno de los chicos le creyó, pero ninguno se atrevió a contradecirlo. Era la primera vez que venían al hombre llorar, incluyo luego de tantos años juntos. Era una vista extraña, y más que eso daba una sensación que les daba nerviosismo y confusión a los cuatro. No sabían porque, y no sabían cómo interpretarlo. No era simplemente el hecho de ver a una de las personas más fuertes que conocían, a una que siempre había estado allí, llorar. 

- Solo me recordaron a mi familia. – Cualquier pregunta que podrían haber tenido y cualquier incomodidad con las lágrimas murieron ante tales palabras.

- ¿Tu familia? – Este fue Asari, sin sonreír, en voz baja. 

Tanto tiempo con él y jamás habían preguntado u oído que el hombre tuviera familia. Nunca lo pensaron, y en cierto modo eso los hacía sentir mal. Giotto y G eran casos especiales, ninguno tenía familia, así que era un tanto extraño. Asari, por otro lado, tenía a los monjes, y entre ellos a sus padres. Alaude solo tenía a su padre y a su tío. Este hombre conocía sus historias, pero ellos no tenían idea de…

- Si. – Les sonrió, de esa forma que siempre les decía que todo estaba bien, que los hacia sonreír a ellos también y olvidarse de lo malo. – Ellos solían pelearse entre sí cuando no me sentía bien, tal y como estaban haciendo ustedes. – Antes de que pudieran negar tal cosa, porque en verdad eran solo discusiones, agrego: - Claro que la pelea era mayormente para ver quién de ellos me cuidaba, incluso si a la final todos sabían que a lo mucho permitiría turnos. 

- ¿Turnos?, ¿por qué no podían quedarse contigo hasta que mejoraras? – G le empujo el plato de sopa, acordándose de ello a último momento y así diciendo que se lo tomara todo. 

- Tienen trabajos demandantes, todo el tiempo están de un lugar a otro. – La sonrisa bajo, pero no se fue totalmente como habían esperado. – Cada quien por su lado, aunque algunos se ven más que otros. Muchos dependen de ellos, no podía permitirles quedarse conmigo mucho tiempo solo porque no me sienta bien. – Lo siguiente era como una cachetada: - Estaré bien, no tienen por qué quedarse o atrasar sus planes por mí, no han terminado su operación, ¿me equivoco?

Sky's MayhemWhere stories live. Discover now