Otro Invitado Sin Invitación

169 24 13
                                    

Era un hermoso día, un grandioso día para tres chicos jugando y bromeando en el pueblo. Iban de camino de regreso a casa. Bueno, la casa de uno de ellos. Los otros dos… uno era un invitado no oficial que vivía allí, sin que nadie cuestionara nada, y el otro pasaba tanto tiempo con ellos que era difícil decir. El dueño del lugar no tenía ninguna queja al respecto, más bien había arreglado las habitaciones de los chicos y habían mas, bajo el pretexto de: “por si acaso, uno nunca sabe”.

El hombre de ojos chocolate parecía creer que más mocosos iban a aparecer por arte magia. Tomando en cuenta que ya básicamente estaba cuidado a tres en lo que parecía ser un pestañeo sin explicación aparente, nadie podía culparlo por ello.

-… le guste? – Hubo un par de risas por parte de un chico de muy buen humor, a pesar de que se estaba congelando.

- Sa Sa, te preocupas demasiado. – Asari tenía un punto, un buen punto. – Por supuesto que le va a gustar, lo elegiste tú. – Unas palmadas en la espalda del chico inseguro.

- Por no hablar de que se está congelando. – G bufo al terminar de decir esto, tratando de no reírse el también ante la observación. – Eso le pasa por andar más preocupado por todos menos él. – Después de todo: - ¿Quién rayos se preocupa por los nidos de las aves y no por su habitación? 

Los tres quisieran decir que era un chiste, un mal chiste, pero no. El extraño estaba más preocupado por Tulipán y las demás criaturas que habían tomado residencia en la casa y en sus alrededores. Debido a esto todos los animalitos recibían una muy cálida recepción, con una cama caliente incluida. 

Lo único que el señor tenia para el frio era lo que había recibido por parte de la gente, lo cual eran botas y un abrigo. El hombre no se molestó por mantas ni más ropa, no para sí mismo al menos. Giotto y G habían tenido que auxiliarlo, y no porque lo pidiera. Conseguir a un hombre adulto enrollado en sí mismo, temblando como una maraca, cerca de la chimenea sin nada más que una taza de té daba mucho que pensar.

- ¿Que creen que consigamos para el almuerzo? – Podía ser cualquier cosa, el señor era un buen cocinero.

Cazar, matar, y lo que seguía era algo que el señor no haría. Cocinar, por otro lado, era otro tema. Si todo estaba en orden o era poco lo que se tendría que limpiar, no tenía problema con la carne. O en comerla. Era algo extraño, pero cada quien tenía sus cosas y como el hombre era un encanto con los animales en general…

- Ni idea. – Podía ser cualquier cosa. – Espero que sea cerdo. – No era ninguna sorpresa que los tres concordaran en eso.

- Ahora quiero cerdo asado. – G y Giotto miraron a Asari, extrañados. – Sabe exquisito, la-

- ¡No nos des ideas! – Se quejó el chico de pelo rojo, tratando de no pensar en lo dicho, le daría mucha más hambre. Ajustando las bolsas que llevaba, G agrego: - Puede que lleguemos y aun este en medio de cocinar, ¡el sol aún no está en lo alto! – Cierto, aún era algo temprano.

- Pues no falta-¡Yikes!

La razón por el chillido no muy varonil era nada más y nada menos que un chico un poco más alto que ellos, con el pelo corto y de color gris claro. Un chico cuya mirada les hacía agradecer que nadie pudiera matar a nadie con los ojos. De otro modo estuvieran en el piso, sin vida alguna. 

- Eehhh… - Y era con ellos, incluso se había puesto en medio de su camino. - ¿Podemos ayudarte en algo? – Giotto esperaba que solo fuera eso, que no fuera a haber ningún problema…

Giotto internamente agradeció a Asari por jalar a G y contenerlo de hacer algo estúpido. No necesitaban molestar más a este chico. No sabían ni quien era y solo por los ojos el chico parecía quererlos muertos.

Sky's MayhemWhere stories live. Discover now