La mirada de Wen Qing subió, sus ojos bien abiertos, casi sorprendida mientras continuaba.

—¿Tienes...? —Negó con la cabeza, casi como si la sola pregunta fuese demasiado irreal para decirla en voz alta—. ¿La encontraste?

—Está aquí —confirmó Wen Ning, sus mejillas sonrojándose ligeramente y una pequeña sonrisa tirando inconscientemente de sus labios—. Jiejie, es... es un hombre.

Wen Qing alzó las cejas, sin saber si debería sentirse sorprendida o no, pero su orgullo como hermana mayor prevaleció y no pudo evitar sonreír—. A-Ning esta creciendo, se esta convirtiendo en todo un-

—¡Jiejie!

Ella resopló—. Sí no puedes aceptar un par de burlas de tu hermana, tal vez aún no estés listo para quedarte aquí, a solas con...

—¡Jiejie!

Su sonrisa se atenuó ligeramente mientras preguntaba—. ¿Lo conozco?

—A-Jie, yo... —comenzó, su voz repentinamente insegura—. Esta con el líder de secta, no sé... ¿cómo puedo irme sin saber si esta bien?

Y pronto, ambos hermanos recuperaron su seriedad—. ¿A que te refieres? ¿Con Wen Ruohan? —preguntó Wen Qing con el ceño fruncido, ¿quién era, entonces?

¿Ella lo conocía?

—Cada vez que lo he visto, esta a solo unos pasos detrás del líder de secta Wen —respondió.

¿Podría ser Wen Zhuliu? Se preguntó con desagrado.

—Entiendes ahora, A-Jie, ¿por qué no puedo viajar contigo a Yunmeng?

Wen Qing asintió de mala gana, porque incluso si el alma gemela (¡alma gemela!) de su hermano era Wen Zhuliu, ella debía hacer todo lo posible para apoyar y proteger la felicidad de su hermano. Incluso si se trataba de su romance con el derrite núcleos.

Ella había hecho un voto para proteger a su familia, y eso, ahora, también incluía a Wen Zhuliu.

***

Lan Xichen miró la puerta fijamente.

Casi como si, con solo su mirada, pudiese abrirse de par en par. Desde el otro lado se podían escuchar ligeros e ininteligibles murmullos. Uno tras otro, casi urgentes, como si quien estuviese hablando no pudiese permanecer en silencio por ningún segundo.

Como si tuviese demasiado para decir, o teorizar.

Y él ni siquiera necesitaba escucharlos para saber de que estaban hablando.

El pasado, el futuro.

La noche los había sorprendido en una ciudad cercana a Gusu, después de haber pasado un par de días desde que habían dejado Qishan Wen. Dos días desde que Lan Xichen se había prometido contarle todo a su hermano.

Dos días desde que ha estado evitando inconscientemente quedarse a solas con su hermano, temeroso de explicarle algo que había espero nunca decirle. Y sin saber si aquellas noticias le traerían tranquilidad o inquietud a su hermano, no podía encontrar dentro sí la suficiente valentía para confrontarlo.

—Xichen —habló el hombre junto a él—. ¿Entramos?

Lan Xichen respiró hondo, porque solo no podía encontrar la valentía para irrumpir en la habitación, pero casi como una señal, los cálidos dedos de Yu Xuan entrelazándose con los suyos le manifestaban que no estaba solo.

Y con el inmortal junto a él, Lan Xichen sentía que podía afrontar todas las dificultades que el destino le ponga en frente.

Así que abrió la puerta.

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