Voy a la ventana y evalúo las calles viendo que de hecho parece que hay otros universitarios en unas pocas casas vecinas, siento pena por los vecinos porque incluso si son buenos y sin intenciones de causar caos, tendemos de alguna manera a ser ruidosos o al menos un viernes en la calle, un ejemplo de ello son las bonitas tres mujeres riendo mientras caminan hacia un auto que las está esperando.

El teléfono en el bolsillo de mi pantalón vibra y al sacarlo, leyendo el identificador de llamadas, descubro que se trata de Kevin.

—Oye, estamos yendo a una noche de karaoke en un bar ¿Quieres venir?

—Paso, no puedo.

— ¿Qué? ¿Por qué no puedes? No es cómo si tuvieras muchas cosas que hacer —De fondo escucho la risa de Oscar ante sus palabras, porque él ama cuando Kevin es cruel, sobre todo si es conmigo.

—Ah, pues fíjate que sí tengo un montón de cosas qué hacer —señalo con voz más alta.

— ¿Estás segura? Porque podrías solo estar en tu habitación estudiando, además, Oscar dice no creerte las razones por las que no fuiste hoy a tus clases.

— ¿Cómo le fue a Oscar con su cadáver?

—Él dice que excelente, le tocó hacer equipo con un vago, pero la otra chica es aplicada, sin embargo, volviendo al tema ¿Vienes al bar?

—Acabo de decirte que no puedo.

—Pero es que pienso que mientes, dime por qué se supone qué no puedes.

—Bueno ¿Quién eres en este momento? ¿Una relación toxica en la que no sabía que estaba? —pregunto y suelta una breve risa.

—Llamarme tóxico no me desvía de querer una respuesta.

—Vine a solucionar unas cosas.

— ¿Qué cosas?

— ¡Dios mío! ¿Siempre has sido esta zorra chismosa?

—Ah, ahora me llamas zorra para darme una mordedura de veneno, no me ofende.

—Aquí están los platos y utensilios —dice La voz de Callum desde la mesa, haciéndome dar un pequeño salto de la sorpresa.

—Oh, por el Dios de los putos —exhala Kevin a través del teléfono—. ¿Te estás saboreando a Callum Byrne en este momento?

—No, no, por supuesto que no.

—Seguramente lo está haciendo —Escucho decir a Oscar—. Ya era hora de que dejara de actuar cómo una desgraciada.

—Dile que yo no actuaba cómo una desgraciada —Me quejo.

—Canela pasión oriental, sí actuabas cómo una desgraciada —Se ríe Kevin—. Te dejaré disfrutar de tu faena, pero luego espero detalles.

— ¿Crees que le dará el culo como en su famosa nota? —escucho la burla de Oscar.

¡Maldita sea! Esa información ni siquiera se la di yo, ayer mientras almorzábamos junto a Edna y me daban un bocado de realidad, ella lo mencionó y Oscar se aferra a ello cómo una especie de salvavidas para joderme la vida.

—Tal vez no el culo, pero si la polla en la boca —Le responde Kevin—, después de todo, la muy sucia pedía detalles de lo que le hice a Callum.

—Ustedes dos ya cállense —Mascullo— y ahora voy a colgar.

Y lo hago, pero muy a mi pesar, estoy sonriendo por la conversación con mis amigos; sería imposible no amarlos con sus locuras y rarezas.

Girando camino hacia Callum, que ahora va vestido con un pantalón negro ajustado y una camisa igualmente negra de mangas largas, el cabello cómo siempre lo lleva despeinado, pero con menos volumen porque se encuentra húmedo y cuando estoy cerca, al respirar hondo, percibo el delicioso olor de algún shampo masculino y perfume, es embriagador.

Clover (Parte I y Parte II)Where stories live. Discover now