27. Granos de café

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Erwin parpadeó y volvió a echar otro vistazo a su alrededor, finalmente dándose cuenta qué era lo que faltaba allí dentro.

Se volvió hacia Levi, a punto de preguntar por el otro hombre, pero Levi se enderezó y ladeó el rostro hacia la ventana una vez más.

—Llegó ayer por la tarde, justo como dijiste que haría —había algo en su voz que no le gustaba y el mal presentimiento de la noche anterior volvió a treparle por el cuerpo con lentitud—. No se veía nada contento, pero más que molesto supongo que estaba resignado.

—¿Dónde está?

Levi aún miraba hacia fuera, y los pocos rayos de sol que le daban al rostro se lo perfilaban filoso y acentuaban el gris en sus ojos. Vagamente notó que tenía la mandíbula apretada.

—En Stohess, supongo —Erwin parpadeó, confundido—. Fue transferido a la Policía Militar.

Las palabras resonaron dentro de su cabeza pero el eco en ellas ocasionaba que se tornaran huecas, vacías. Erwin se quedó quieto un momento, demasiado quieto, y entonces comprendió que la sensación en su estómago era similar a como cuando te daban un golpe que te arrancaba el aire de una.

Le temblaba la mano, se dio cuenta, y había una cacofonía dentro de sus oídos que resonaba más y más fuerte.

—¿Transferido?

Preguntó con voz ahogada. Levi se volvió a él y se estiró hasta dejar caer un sobre encima de las cobijas que lo cubrían. Estaba un poco arrugado y lo sacó con algo de dificultad, no del todo acostumbrado a tener una sola mano.

El papel en el interior era fino y blanco, y firmaba una sentencia que mantendría a Félix lejos suyo por el resto de su vida. No importaba cuantas veces lo leyera, se negaba a aceptar que las palabras escritas allí eran verdad.

Transferencia de división militar solicitada por Damián Jovan y aprobada por Comandante en Jefe Darius Zackley.

La firma estaba hasta abajo, la de Damián Jovan y Zackley. Había una más hasta el mero final, en donde ya no quedaba espacio para más, pero la caligrafía era apenas legible y parecía haberse corrido por el calor.

Félix Kaiser, decía, con letra negra y cursiva, y nada más leer el nombre le ocasionaba que un masivo agujero se le abriera en el estómago. Transferido, pensó.

Félix fue transferido.

La carta se deshizo en su puño sin que él se diera cuenta.

—Una mujer de la Policía Militar vino a recogerlo —siguió diciendo Levi pasados unos momentos, dándole un largo vistazo a la carta hecha puño—. Dijo que lo escoltarían de vuelta a Stohess y se negó a compartir más información. Félix dijo que volvería al cuartel por sus cosas.

Era tema zanjado, se dio cuenta. Era algo contra lo que no podría ir aún si lo quisiese. No sabía por qué le causaba tanta conmoción, no comprendía porqué se le hacía un nudo en la garganta y por qué de repente el día parecía nublado y la luz del sol como un estorbo.

No entendía por qué se sentía así. Era una transferencia, un movimiento hacia una ciudad interina que no haría nada para detener sus planes.

Era normal, quiso decirse, a pesar de que las transferencias eran inusuales y solo se hacían en casos especiales.

Félix es hijo de un noble, nadie sabe de quién pero lo es. Y eso podría haber sido suficiente para llevarlo de vuelta a la Capital.

—¿Erwin?

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now