Capítulo 6

132 12 1
                                    

Chelsea

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Chelsea.

Mi mamá solía decirme que era una chica con suerte; era bonita, talentosa e inteligente. Sin embargo, se le olvidó la parte en la que ser independiente te orilla a ser: «la mejor amiga»; esa que aguarda en la zona de amigos porque a los chicos les gustan las princesas en apuros.

Entendía a los tipos mejor que algunas mujeres. Tener hermanos me llevó a convivir con ellos lo suficiente para ver lo que otras chicas rara vez pueden conocer: los chicos las prefieren fáciles. Sí, si el tipo encuentra a una mujer que se abra de piernas a la primera, créeme que jamás te notará; a menos que esté buscando algo de estabilidad, serás un cero a la izquierda para él.

Pero saber eso no me preparó para que el primer hombre que me gustaba después de casi siete años, estuviera follando con otra.

Había escuchado de Bradley desde muy temprano en mi vida; quizá desde los diecisiete, cuando me decidí por estudiar en la escuela de leyes. Además, era un apellido bastante reconocido en Luisiana. Pero, oí de él como una tarea, una investigación; nada de su vida personal, solo en el ámbito profesional. En las conferencias de la universidad lo utilizaban como ejemplo a seguir, y de esa manera me vi deseando trabajar en su firma de abogados.

Las cosas no fueron tan sencillas cuando me gradué. Empecé a trabajar en otro sitio, donde no estaba mal, pero no disfrutaba de mi trabajo. Prácticamente era usada como la cara de la firma para eventos sociales y, por lo regular, no me molestaba, pero sabía que podría dar más que ser un rostro bonito. Yo era más que todo como el jugador que espera en la banca hasta que el titular se lesiona o no puede jugar. Quizá por eso no me lo había encontrado hasta hace unos meses atrás.

Por eso, cuando sentí una mirada penetrante y mi cuerpo reaccionó buscando al responsable de la mirada, fue que vi a Bradley. Lo reconocí sin problemas de pie al lado de una limusina, viéndose imponente; aunque por raro que parezca, había más en aquellos ojos; él lucía apático por estar en ese evento.

Tal vez sonará cursi y poco realista para cualquiera, pero para mí, fue como descubrir un nuevo ser. No al Bradley dueño de todo, sino un hombre con miedos y cadenas. Mi corazón se llenó de empatía porque conocía mucho acerca de temores y vulnerabilidades.

Nunca fui de las tímidas. Si quería algo iba por ello. Si no era fácil, luchaba por tenerlo. Por eso, aquel día volteé a verlo y agité la mano en su dirección. Podría tomarlo como que estaba loca o lo que quisiera, pero mi meta era demostrarle que no todo en la vida era tristeza. Que con un simple acto como saludar, hacías la diferencia para otra persona.

Lo observé durante esa noche; Bradley se mantuvo en su mesa, mostrando a los presentes una fachada de hombre imperturbable. Sin embargo, me pregunté, ¿qué se necesitaba para alegrar la vida de Bradley Dempsey?

Sabía con seguridad de que nadie era el responsable de la felicidad de otro ser humano, pero por un segundo quise hacer la diferencia. Contarle algún chiste malo, hablar de cualquier trivialidad, lo que fuese, con tal de ver una sonrisa en su rostro; si era bien parecido con esa cara de ermitaño, apostaba que era mucho mejor si una sonrisa llegaba a su vida. Algunas personas necesitan un poco de contacto para sentirse menos solas; yo sabía sobre eso.

Y te conocí Where stories live. Discover now