Capítulo 8.

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Chelsea.

Los chismes… Si soy honesta, detestaba los cotilleos, a las personas chismosas; todo lo que se basaba en rumores o especulaciones. Sin embargo, cuando se trataba de gente reconocida, como Bradley Dempsey, los murmullos y comentarios iban y venían; unos buenos, otros totalmente malos.

Cuando se acercaban a mí para venir con chismes, tendía a ignorarlos. Pero en los eventos sociales no podía hacerme la tipa antipática, porque al final del día era el nombre de mi trabajo el que estaría en tela de duda. No dirían: «Chelsea es una grosera de mierda, que no encaja en los eventos de chismes», no. Ellos dirían: «La chica que vino en el nombre de su firma, bueno, ella me mandó al carajo por intentar ser cordial».

Me tuve que aguantar mi mal humor, sonriendo falsamente; pretendiendo que no me interesaba si se metían en la vida de un hombre que no conocían.

—Se comenta que su esposa lo estafó porque la familia de ella estaba en bancarrota —susurró una chica que estaba conmigo recibiendo las donaciones.

Mi jefe era del tipo que todo lo solucionaba dando más dinero. Pero como quería sentirse importante, decidió donar a una de sus mejores abogadas para sentarse en una mesa, y hacer la labor de una secretaria. Detestaba cuando me trataban con tan poco respeto. Pero, entendía que en el mundo de las clases sociales, para escalar, debes ceder. Si eres de las que te quejas por todo, encontrarán quien haga el trabajo y serás tratada como una paria.

—Yo la verdad es que no entiendo cómo pudo ser tan tonto. ¿No se dio cuenta de que la tipa era una interesada? —continuó con la cháchara—. Y ella, ¿en serio fue capaz de engañar a ese bombón? —Volteé a verla, frunciendo el ceño a la elección de palabras. ¿Bombón? ¿Tenía diez años? ¿No conocía otro adjetivo que ese?

»¿Qué? ¿No te parece un tipo caliente? Se corre el rumor de que está saliendo con una chica. Lo han visto en hoteles con una tipa castaña —agregó, mi estómago se hundió en respuesta.

¿Tenía un amorío con la acompañante de Patrick Jones? Porque ella continuaba asistiendo a los eventos con ese hombre. Incluso la vi con el señor Clinton en otra ocasión.

¿Era Bradley de la clase que busca relaciones tóxicas? Porque no le veía otro final a su supuesta relación, que el de ellos dos terminando. A ella ya la reconocían en los eventos, y quizá a él no le importaría al principio, pero esas cosas no duraban con el pasar del tiempo. Eran pocas las opciones: como que podría arruinar su carrera, que fuese víctima de las habladurías, o que ella terminase dejándolo al no aguantar la presión.

—Bueno, en todo caso, yo me lo cogería aunque tenga novia —añadió. ¿De dónde sacaron a esa mujer? Sabía que estaba allí a nombre de un consorcio, pero no tenía ni idea de a cuál pertenecía; creí que sería una chica agradable.

Por lo general, ponían a tipas estúpidas, pero que no hablaban, o hacían las preguntas más banales del mundo que no me importaba responder. Sin embargo, ella estaba sacando mi lado moralista; ese que odiaba los murmullos y las tipas ofrecidas, que se metían con hombres a pesar de saber que ellos tenían una relación.

—No creo que deberías hablar de esa manera. El encargado o algún amigo del señor Dempsey podría escucharte. Te meterías en líos —susurré. Me importaba muy poco si eso sucedía. No obstante, si con eso conseguía que se callara la boca por cinco minutos, entonces lo intentaría.

—Mira, allí viene la chica —dijo muy bajo, casi también en un susurro. Sí, allí estaba la mujer del ascensor, acompañando al señor Clinton.

Se me escapó un resoplido; sería una larga noche.

—¿Verdad que no es muy bonita? ¿Será que solo se están follando? ¿O ella también engaña al señor Dempsey? ¿Crees que él le está pagando? —Miró hacia ambos lados, agregando—: Ya sabes, como acompañante

Quise que la tierra me tragara. Deseé con todas mis fuerzas que un portal apareciera de la nada, para saltar en él y acabar en una línea alternativa del tiempo.

¿Por qué tenía que verla a ella? ¿Por qué él no buscó otra tipa? ¿Una con menos historia entre sus piernas? Te diré porqué: ¡porque era un idiota! ¡Por eso! Sentía tanta rabia porque él era un hombre reconocido, que podría estar usando su influencia para muchas cosas, sin embargo, allí estaba, follando con una mujer que iba a destrozar su carrera. ¿Todo por un coño? ¿Es que también era descerebrado?

Agradecí que el señor Clinton buscó a la otra chica. No tenía ánimos para lidiar con ella.

Mientras la noche transcurría, empecé a experimentar cierto tipo de alivio por no verlo. Tampoco estaba muy emocionada por comprobar si los rumores eran ciertos. Sí, los vi aquella vez subiendo al ascensor juntos, pero me dije que quizá era algo de una sola noche. Yo tenía de ese sexo cuando se daba la ocasión. No me consideraba una chica tímida, retraída en un rincón, teniendo el complejo de patito feo, mientras que para el resto me veía como un hermoso cisne. Sabía que era deseable para otros hombres y, a pesar de que las cosas no eran fáciles para mí, me negaba a sentarme en la cama a llorar por mi futuro. En definitiva, no era quién para juzgar si Bradley tenía su revolcón de una noche.

Empecé a tener esperanzas de acabar la noche en tranquilidad; la chica a mi lado se había callado por más de quince minutos, principalmente, revisando sus redes sociales. Yo había jodido mi teléfono al bajar del auto demasiado rápido, y el bendito aparato se cayó en el aparcamiento, acabando con la pantalla inservible. ¿Mucha suerte la mía?

Sin embargo, debí suponer que las cosas buenas —como la paz—, no duraban para siempre.

Bradley se acercó a nosotras para dejar su donación, con más ceros de los que otros donaron. Eso me llenó de más rencor. ¿Era del tipo que donaba porque se sentía culpable? ¿Del que no le importaba pero quería encajar? ¿O de los que donaban porque de esa manera pagaban menos impuestos?

Odié su sonrisa amable. Me pregunté si era verdadera o fingía como el resto. Ese día de la limusina creí ver un tipo centrado y con el mundo a sus pies; pero sus acciones estaban lejos de ser las que tomaría un hombre maduro y correcto. Supongo que, en pocas palabras, me sentía herida por su elección de chica.

Una parte de mí quería gritarle: «¡yo soy tu mejor opción, Estúpido!». Sin embargo, si algo aprendí con el paso de los años, era a que ciertas situaciones no deben ser forzadas. Que a veces, lo mejor, es no hacer nada.

Pero me aseguré de mostrarle que estaba cabreada; quizá Bradley jamás haría la conexión de que era por sus acciones y el rumbo fatal que estaba tomando, pero igual no podía reprimir lo que sentía.

Miré la lista de invitados, notando que la mayoría de los nombres quedó tachada, dándome cuenta de que no tenía nada más que hacer en ese lugar. Ellos acabarían rentando una habitación y follando como conejos, mientras que yo me encontraba como una patética mujer despechada.

Ni siquiera me despedí de la tipa. Había tenido suficiente de sus murmullos, del estúpido evento, de Bradley, y de aquella mujer sin respeto por ella o incluso sus clientes.

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Bueno, otro cap más desde la perspectiva de Chelsea. Sé que aún no hay nada concreto de ella; pero este capítulo no es un simple relleno; como expliqué, hay motivos para que ella se mantenga alejada, y me parece que es uno muy bueno: se siente herida. Creo que muchas nos identificamos con su reacción. Para las que hemos sido rechazadas, por una chica que no se valora, es difícil no tomarlo a pecho.

Hasta aquí con Chelsea por el momento. Espero que les guste... 😘

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