Converse Rojas

914 145 134
                                    

Horas antes de lo ocurrido en el capítulo anterior.

Narra Harriet O'Connor

Hoy era el día.

Por fin estoy lista para regresar con mis amigos, había pasado un tiempo alejada de todo enfocando me en mi salud, y en mí. En todo lo que tenía que sanar de mí misma, para ser una mejor persona para mí, y para ellos. Controlar mis emociones no fue sencillo, al principio no estaba segura de querer recibir ayuda.

Después, al ir al psicólogo me di cuenta que varias cosas, la primera es que tenía más heridas en mi interior que no sabía que tenía y también trabajé en ellas. La segunda es que a veces el amor sigue siendo amor, pero de una forma distinta, amo a Oliver como mi mejor amigo, mi hermano, mi confidente y todo venía así incluso antes de la llegada de Nathaniel.

La tercera es que Nathaniel, ese chico de ojos azules y memoria confusa, despertó en mi algo que no sentía hace mucho tiempo. Curiosidad y protección, además de confianza.

Y para mí, esos puntos son muy importantes cuando conozco a alguien.

Así que desperté el día de hoy y decidí salir, porque estoy mejor.

Abrí mi armario enfocándome en los tenis rojos que resaltaban en la esquina, no las había vuelto a usar desde que me enteré, gracias a Danielle, que Nathaniel me buscaba gracias a ellas. Pero la verdad es que amaba esas converse, me hacían sentir bonita, segura y capaz de gobernar el mundo solo con un paso.

Así que me las puse, porque hoy es un día para conquistar el mundo.

Cuando llegué a la librería de mis abuelos ellos sonrieron al verme, mi abuela corrió a abrazarme apenas atravesé la puerta.

—Mi niña hermosa.

—Abuela —. Sonreí estrujándola en mis brazos.

—¡MI bebé! —El abuelo nos abrazó a ambas.

Me separe un poco recorriendo con mis ojos las estanterías en las que he pasado tiempo desde niña, la verdad es que el lugar había cambiado mucho desde que Nathaniel llegó, cada libro estaba perfectamente acomodado, había nuevas luces, una zona infantil e incluso pequeños post it's pegados en cada lugar con notas para recordar.

—Nathaniel y sus notas —. Sonríe mi abuela mirándome —¿extrañabas este lugar cielo?

—Extrañaba todo de él abuela.

Me acerco un poco a las notas que Nathaniel había anotado, "fantasía y biografías no se mezclan. La realidad mata la felicidad de la fantasía" sonrió un poco cuando la leo.

Esta loco.

"Terror y suspenso. Que mejor que asustar a los lectores novatos haciéndolos pensar que se llevaron un libro de misterio cuando es uno de terror"

Por todos lados había esas pequeñas notas, incluso había número de libros anotados. Contactos de editoriales, y recordatorios como ¡Pagar el recibo del agua!

—Entre un chico olvidadizo y dos ancianos es difícil recordar pagar los recibos —. Dice mi abuelo apareciendo a mi lado mientras mirábamos esa nota.

—¿Dónde está él? —. Pregunté

—Hoy es su día libre.

—Nathaniel no tiene días libres.

—Desde que te fuiste — dijo mi abuelo sonriendo —Tiene días libres, va a clases de pintura con Anne así que lo dejamos libre ese día.

—La pequeña Anne...

Nos quedamos en silencio apreciando la nota, estoy segura de que para ambos es especial en sentidos distintos. Nathaniel se había convertido en una compañía constante para ellos, en casi familia. Y para mí, bueno ni necesito explicarlo.

—¿Vas a hablar con Oliver? —pregunta después de ese silencio

—No quiero presionarlo, pero... En serio lo extraño abuelo.

—Él va a entenderlo cariño.

Saco mi teléfono para abrir la conversación que tenía con Oliver. Él último mensaje que tenía de él fue un día antes de que termináramos. Después de eso solo hablamos por llamada y nada más.

Harriet

¿Oliver?

Oliver:

Si linda.

Harriet

¿Crees que podamos vernos hoy?

Oliver:

¡Claro! ¿El café de siempre?

Harriet

Si genial.

Oliver

Bien bonita, nos vemos en veinte minutos.

No me extrañes *Emoji de carita sonriendo*

—Este chico nunca cambia —. Susurre hacia mí abuelo.

—Eres muy lista Harriet —Dice el acompañándome a la salida —Siempre te has enamorado de chicos buenos. Harold Davies. Oliver Allen y Nathaniel Evans.

—Tenía cinco años cuando me gustó Harold abuelo.

—¡Era el chico listo de la clase! —respondió riendo hacia mí.

Me despedí de mis abuelos y comencé a caminar con tranquilidad hacia la cafetería en la que siempre nos veíamos, por momento juro que vi a Nathaniel a lo lejos pero cuando intenté volver a verlo ya no estaba.

¿Ya estaré loca?

Llegue cinco minutos antes de lo acordado por lo que ordene un par de galletas y un café para mí, y chocolate caliente y brownies para Oliver.

¿Todavía le gustaran los brownies? Las personas pueden cambiar en poco tiempo, en especial las personas como Oliver.

Él atravesó la puerta al poco tiempo de que yo llegara, y desde que lo vi el corazón pareció querer salirse de mi pecho.

Oliver siempre había sido esos chicos que miras y podrías quedarte horas mirando, son tan curiosos que te atrapan en segundos. Y desde que conocí a Oliver no lo había vuelto a ver así, con su chaqueta de cuero negra, sus converse negras y ese pelo tan desordenado que siempre llevaba.

Él le sonrío a una de las camareras mientras venía a hacia mí.

—Hola bonita —. Dijo sentando frente a mí.

—Hola Allen —. Dije con un poco de nervios al tenerlo de nuevo de frente analizándome —Espero que no te moleste que haya pedido.

—¿Brownies y chocolate caliente? —. Pregunto sonriendo, asentí con la cabeza —Genial, sabes lo que me gusta.

—No sabía si habías cambiado.

—Harriet, han pasado unos meses, no años. Cambié un poco, pero tú me conoces mejor que nadie, eso no cambiará.

La camarera dejó nuestro pedido y se retiró. Ambos nos quedamos en un silencio incómodo.

—¿Estás listo? —. Pregunté después de un rato incómodo.

—¿Pará?

—Para hablar de nuestra relación y ver si puedes perdonarme.

La chica de las converse rojas [Amores inefables#1]Where stories live. Discover now