Diario de Nathaniel Evans

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16 de febrero

3:00 am

Elle me tiro un libro a la cabeza cuando nos vimos hoy por la tarde.

"¿Qué te pasa idiota?" dije mirándola mientras ella reía desde la puerta.

Desde Danielle regresó a la universidad estaba más feliz, aunque seguía trabajando medio tiempo la presión que sentía ya era menos.

"La escritora esa que te gusta saco una nueva versión de su libro, ahí está" ella señaló con la cabeza el libro y sonrío.

"¿Libro que me gusta?"

"¡Solo lee y los va a recordar!" grito desde el pasillo.

Admite la portada del libro por un rato, negra con una corona en color blanco el fondo, parecida manchada por sangre y las letras en dorado le daban un toque especial.

Comencé leyendo el capítulo uno con un poco de dificultad, se me había un poco difícil concentrarme en las palabras que tenía al frente y duré más de una hora pasando del capítulo uno.

Pero cuando la lectura me atrapó, no medí el tiempo ni el momento. Cuando vi el reloj era casi media noche y estaba llegando a la mitad del libro.

"No bajaste a cenar" dijo mi madre entrando a mi habitación, dejó un plato con un poco de comida en mi escritorio y se acercó a mí.

Me moví un poco en la cama para dejarle espacio para que se sentará a mi lado, mi madre siempre sería mi momento feliz del día.

"Lo siento, el libro está muy bueno"

"Está bien pequeño" ella se acostó a mí lado por lo que aproveche para apoyar mi cabeza en su pecho mientras ella me hacía caricias en el cabello.

"¿Mamá?"

"Si cariño"

"¿Volviste a hablar con papá?"

"Si, pero hablamos sobre todo y decidí que lo mejor para nosotros era que nos diéramos un tiempo alejados" dijo con tranquilidad.

"¿Elle lo sabe?" pregunté nervioso.

"Si cariño, tu hermana ha hablado un poco con él"

Me quedé en silencio mirando a la nada, Elle sabía lo que sentía respecto a nuestro padre. Por muchos años me hizo sentir como él simple hecho de nacer hubiera sido un error, como si yo hubiera arruinado su vida y su prototipo de familia perfecta.

Yo era un intruso en su casa de muñecas.

"Nathaniel, ¿sabes porque decidí nombrarte así?"

Yo negué alzando mi cabeza para mirarla.

"Nathaniel, significa aquel dado por Dios, ¿Te imaginas algo tan hermoso? Eres una bella bendición" dijo ella sonriendo "Has sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida cariño, no cambiaría ni un minuto de todos los he pasado a tu lado"

"Te amo mamá" susurre abrazándola.

"Yo también, nunca lo dudes"

Nos quedamos un rato en silencio, cuando se hizo la una de la madrugada ella se levantó dejando un beso en mi frente.

"Ese libro te acerca a ella" dijo en la salida, la mire confundida "Aunque tú lo recuerdes"

"¿Ella? ¿A quién he estado buscando?"

"Buenas noches cariño, no te quedes hasta muy tarde" dijo saliendo de la habitación.

Me quedé un rato mirando el retrato que me habían dado con la frase del libro, ¿Será posible?

Me levante con rapidez acercándome al cuadro, lo descolgué de donde estaba y comencé a buscar alguna pista que me ayudara, además de la letra que vagamente recordaba.

Bingo, una pequeña nota en la esquina inferior de la parte trasera del cuadro. Tan delicada que si no pudieras atención no sabrías que está ahí.

"Todo demonio necesita su ángel. Si tú eres mi ángel amor, ¿Qué soy yo?"

H

H.

Apague las luces de mi habitación quedándome solo con las que colgaban del techo, acercando un poco mi diario, el cuadro y el libro repasando en mi mente lo que significaban para mi.

Ya casi te encuentro.

Ya casi te encuentro

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La chica de las converse rojas [Amores inefables#1]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora