Capítulo 20: Nuevo primogénito.

21 2 0
                                    


A pesar de que tanto Chrissy como Pauline estaban más que deseosas de presenciar el encontronazo de Alec con Aaron, que prometía ser de los mejores de la historia, la madre de ambos se encargó de aguarles la fiesta pronto. Con un carraspeo, después de acercarse para darle a su primogénito un beso que haría que el de Judas fuera completamente inocente, se volvió hacia ellas y se apartó el pelo caoba de la cara.

-Chicas-pronunció en tono de disculpa, mirándolas a ambas para asegurarse de que no malinterpretaban sus palabras; sabía que eran una parte importantísima de la vida de Al, de modo que se alegraba enormemente de haberlas conocido a ambas, y bajo ninguna circunstancia quería que pensaran que molestaban-, ¿os importaría dejarnos solos? Hay un par de cosas que tenemos que discutir en familia.

Pauline, una verdadera reina de la diplomacia, y que seguramente se había olido lo que se cocía en el ambiente en cuanto percibió el cambio en la atmósfera en la habitación, asintió con la cabeza y se separó del vano de la ventana, en el que se había apoyado tras terminar la presentación con mi suegra. A pesar de que había sido la que más veces me había enviado mensajes preguntándome por el estado de mi chico, y la más insistente en que la avisara en cuanto hubiera una novedad, supo ver que no le quedaba más remedio que irse, quedándose con ganas de más por primera vez en su vida en lo que a Alec respectaba. Y parecía bastante resignada a conformarse, al menos, por esta vez. Se inclinó a darle un beso en la mejilla, le acarició la contraria, le dedicó una dulce sonrisa y le susurró en voz baja que se alegraba de ver que estaba bien antes de coger su bolso y prepararse para irse.

Chrissy, no obstante, parecía luchar contra un mar de emociones. Estaba segura de que su historia con Aaron no era, ni de lejos, tan turbia como la que Annie compartía con el padre de éste, pero que la llama de una vela no llegue a considerarse un incendio no significa que no pueda quemar. Entre aquellos dos aún parecían quedar cosas pendientes, y parecía que Chrissy no estaba segura de ser capaz de dejar el cuento a la mitad justo ahora que se le había presentado una oportunidad tan buena de ponerle punto y final de una vez.

Sin embargo, de la misma forma que Pauline tardó una exhalación en decidir que su sitio no estaba ahí y que no le correspondía reclamarlo de ninguna forma, Chrissy también llegó a la misma conclusión. Pauline y ella ya tendrían más oportunidades de ver a Alec y, con suerte, ella también tendría la ocasión de resarcirse de todo el daño que le habían infligido. A fin de cuentas, se habían reencontrado después de mucho, mucho tiempo. El universo debía desear que Chrissy tuviera la última palabra.

Así que Chrissy asintió con la cabeza, esbozó su mejor sonrisa diplomática, y su pelo bailó en torno a su busto y sus hombros cuando verbalizó los pensamientos de Pauline:

-Por supuesto, Annie. Faltaría más. Estoy segura de que tenéis mucho de que hablar-comentó, mirando con intención a Aaron, con una ceja alzada, mientras éste continuaba escaneándola con la mirada. Por supuesto, él no era tonto, y ya se había dado cuenta de que algo iba mal. Normalmente, Annie no era tan despegada con él; solía celebrar su llegada como quien festeja la aparición de un cometa en el cielo, después de años esperando para verlo surcar las estrellas.

Pero, si ya estaba incómodo con esa ola que se avecinaba y para la que todos, excepto él, estábamos preparados, lo que hizo Chrissy a continuación terminó de resquebrajar su poca compostura.

Porque, echándome un vistazo como pidiéndome disculpas y a la vez permiso, se inclinó hacia Alec y le dio un largo beso en los labios. Annie arqueó las cejas hasta tener dos perfectos semicírculos en la frente, yo me esforcé sobremanera en no abrir la boca para demostrar mi estupefacción, y Pauline se llevó dos dedos a los labios para ocultar su sonrisa.

G u g u l e t h u (Sabrae III)Where stories live. Discover now