Capítulo 28: Los tambores de mil guerras.

25 3 0
                                    


Antes de que empieces a leer, y porque creo que no resulta redundante, quiero decirte que no debes tomarte este capítulo como una guía para formarte tu opinión sobre la Psicología en absoluto. Las opiniones de Alec son muy cínicas por motivos que descubriremos pronto, pero puedo asegurarte que ir a terapia salva vidas. Así que, si estás dudando entre acudir a un profesional o no, esta es la señal que necesitas para hacerlo. Nadie que yo conozca que haya ido al psicólogo se arrepiente de haberlo hecho; quizá tardes un poco en encontrar uno con el que seas afín, pero igual que vas al médico para que te vende una pierna rota sin dudarlo, tampoco deberías pensártelo dos veces en buscar ayuda profesional.

Dicho esto, y deseándole un felicísimo cumpleaños a nuestro rey preferido, Alec, ¡disfruta del capítulo!

Dicho esto, y deseándole un felicísimo cumpleaños a nuestro rey preferido, Alec, ¡disfruta del capítulo!❤

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.

Ahora más que nunca, mi curación y mi confianza en Claire pendía de un hilo. Los dos habíamos hecho pasar al otro por lo suficiente como para que hubiera un trasfondo en nuestras acciones que ninguno de los dos podía obviar, y nuestra relación era tan intensa como pocas había tenido en mi vida. Me atrevería a decir, incluso, que era la que había tenido el despegue más rápido (incluso con la de Sabrae).

Diría que también era la más intensa, pero creo que eso sería exagerar un poco. Básicamente, porque no me follaba a mi psicóloga. No por nada; la tía estaba tremenda, las cosas como son, pero yo soy hombre de una sola mujer, y Sabrae me había echado el lazo bien. Puede que incluso me fastidiara un poco perder la oportunidad de tener una de las relaciones más morbosas de mi vida (las películas y las series llegaban a su punto culminante, en mi opinión, cuando los pacientes se liaban con sus psicólogos), pero eso sólo lo pensaba cuando estaba con Claire. Porque Claire y Sabrae se excluían la una a la otra; a pesar de que eran complementarias, jamás habían estado en la misma habitación a la vez... igual que Hannah Montana y Miley Stewart.

Lo cual resultaría un poco sospechoso si no fuera porque mi psicóloga se parecían lo que un huevo a una castaña.

Cuando la había conocido, me había llevado una grata sorpresa con ella. Que Sabrae hubiera hablado con los médicos antes de que yo pudiera volver a cambiar de opinión y negarme a recibir terapia (bendita mayoría de edad) había sido una jugada maestra de mi chica, que sabía meterse en mi cabeza como si viviera en ella, y la navegaba mejor incluso que yo mismo. Sabía que me echaría atrás en cuanto pudiera, que mis dudas me comerían vivo, y que terminaría convenciéndome a mí mismo de que estaba haciendo una soberana gilipollez, poniéndome en manos de un desconocido cuyo único interés sería ver qué trastorno conseguía diagnosticarme para colgarse medallitas en vez de tratar de ayudarme realmente. Por lo menos, pensaba, tenía el consuelo de que no le pagaría las consultas, así que iríamos un poco más rápido en ese viaje de exploración que podía llevar años en otros pacientes. Yo sólo tenía unos cuantos meses, aunque me los podía hacer muy cuesta arriba, me dije.

G u g u l e t h u (Sabrae III)Место, где живут истории. Откройте их для себя