☽ Capítulo 11 ☾

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Lyanna

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Lyanna

El comedor se sume en un silencio repentino y denso. Nadie se mueve, como si en el tiempo se hubiera abierto una brecha de estatismo mudo en la cual se gestan terribles sentimientos. Todos los pares de ojos observan al alfa al mismo tiempo, grávidos de conmoción.

¿Está muerto?

Gil empieza a llorar, rompiendo el hielo que paraliza el flujo temporal. Inmediatamente desplazo mi atención a Hazel, el único que sigue congelado en tanto se desata un torbellino de acciones a su alrededor. Erice se encarga de calmar al niño y Srinna se levanta para socorrer a Moon mientras Kuro y Nathan debaten si ayudar a una o a la otra. Pero Hazel parece ser quien en verdad ha perdido todo asidero.

Conozco esa expresión. La tuvo grabada a fuego en su rostro durante meses luego de que Seth nos dejó. Esa pincelada de desolación en sus pupilas es el interruptor que me impele a volar hasta él para salvarlo de sí mismo, para sujetarlo antes de que sucumba bajo las fauces de sus monstruos internos. Intento que me mire pero el témpano de estupor es inquebrantable y le impide incluso parpadear. Si sus ojos no se secan, es por las lágrimas que han comenzado a recubrirlos.

—Cariño, ¿me oyes? Hazel —insisto, pensando en cargarlo en brazos y sacarlo de aquí si es necesario, aunque oigo un gruñido de fastidio que disipa mis intenciones.

En el décimo zamarreo de Srinna, Moon reacciona. Más bien hace algunas muecas de enfado y frunce el ceño ante el fulgor de la luz artificial al abrir mínimamente los ojos. Se ve algo desorientado, pero le recrimina a Srinna con una expresión arrufada el haberle frustrado el sueño, hasta que cae en la cuenta de que algo no va bien al notar que el pobre Gil lloriquea y que Hazel se ha quedado en shock. Como si los sentidos se le encendieran de a uno por vez, el alfa se lleva una mano al rostro y finalmente se espabila por completo al palpar la sangre que surca sus mejillas.

—¡Tío! ¡¿Qué te sucede?! —exige saber Gil, que se suelta de los brazos de Erice para arrojarse a los de Moon.

—No es nada. Me quedé dormido.

—¡Pero estás sangrando!

El niño se muestra reacio a aceptar tan fácilmente la mentira, que probablemente no es nueva a sus oídos. Moon se restriega rápidamente la cara con una servilleta, pero la tela blanca queda húmeda y tiznada de sangre y asusta aún más al pequeño.

Un ruido a mi lado me sobresalta. La silla donde Hazel se sentaba ha ido a parar al suelo y Hazel a la puerta. Desaparece en un raudo momento en el que ni siquiera lo he sentido zafarse de mis manos.

—¡Hazel!

Corro tras él pero me aventaja enseguida; por cada uno de mis gritos la distancia se estira metros hasta que lo pierdo de vista. De igual manera sigo trotando hasta su habitación guiada por la amargura de su aroma, encontrándome la puerta cerrada con llave al llegar.

EXTINCTION【Libro I】|Disponible en físico|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora