Capitulo 5

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“Así que… ¿has decidido qué café deseas?”

“Um… voy a tomar un café con leche”, dice Leanne, todavía mirando el menú. Así como el hombre que está de pie al lado de nosotros está a punto de tomar el menú de sus manos, ella lo abre nuevamente. “No, espera, tengo que estudiar para sociología para más adelante, voy a tomar una expresso.”

Levanto la vista desde mi teléfono –la pantalla siendo bloqueada– al camarero que se ha parado en nuestra mesa durante unos dos minutos. Estoy seguro de que se ocupa de este tipo de personas todos los días, los que no pueden decidir qué tipo de café quieren, pero todavía estoy un poco avergonzado de estar con alguien como con quien estoy.

“Sí, un expresso. Gracias.” Ella sonríe al chico y estoy aliviado por un segundo; ella se detiene tan pronto la mano del chico toca la pieza de papel colorido. Bueno, jódanme. “En realidad…” ella entrecierra los ojos, me mira por un segundo. “Voy a tomar un café con leche. Necesito una bebida energética para sociología.”

Como  si a él le importara la maldita sociología.

“¿Segura?” el camarero le pregunta y no puedo dejar de bufar con cierta amargura.

“Sí, un café con leche. Definitivamente. Gracias.”

“No, gracias”, dice y sólo un idiota no sería capaz de darse cuenta lo aliviado que es de dejar nuestra mesa.

¿Significa eso que acabo de llamar a Leanne un idiota?

“Me gusta este lugar”, dice, mirando a su alrededor, al parecer genuinamente interesada en la pequeña tienda de café. “Deberíamos venia aquí más a menudo.”

Desde que me faltó tiempo hoy, la llevé a la cafetería más cercana a mi edificio de la facultad. Y ahora estoy empezando a lamentar llevarla a los sitios más caros de Chicago, ya que no se había fascinado tanto por los demás que como con éste.

“Sí, eso sería genial.” Decido ignorar mis pensamientos; algo que he estado haciendo desde que hablamos temprano hoy. “Quiero decir, la escuela está cerca y todo.”

“Es un poco lejos de la mía, pero eso está bien”, Leanne sonríe y empieza a jugar con sus uñas. Miro por la ventana a mi derecha, sin saber cómo responder a eso. Quiero decir, ¿debo ofrecerme a pagar sus taxis o algo así?

“Así que…” me siento y miro delante de mí en la mesa, “¿Cuánto tiene que comenzaste a estudiar sociología?”

“Oh, no mucho, en realidad.” ¿Enserio? ¿Ella mantuvo al chico alrededor de dos minutos para un ‘no es mucho’? “Unas conferencias para la próxima semana.”

“¿La próxima semana?” levanto mis cejas, mirándola fijamente. “¿Por qué querrías estudiar eso? Nunca…”

“No”, ella dice, el ceño fruncido aparece en su rostro al igual que una sonrisa divertida, “¿Qué ibas a decir?”

“Um…” oh, santo cielo. Mis labios se abren mientras ella se apoya en la mesa, sin dejar de mirarme. “Quiero decir… ¿Por qué quieres estudiar algo que es para la semana que viene… un lunes?, ¿ésta semana?”

Se encoge de hombros y se sienta correctamente de vuelta en su asiento. “Me gusta ser organizada, ¿sabes?”

Asiento con la cabeza; eso es una cosa buena, ¿verdad? “Cool”.

“¿Qué pasa contigo?” ella mira hacia abajo en su regazo. “¿Tienes algo para estudiar?”

“No, sólo me estoy preparando para nuestra cita.” Y el premio a la respuesta más frívola en la historia de los seres humanos es para…

Intrepid || n.h. au || EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora