Graduación.

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Había pasado una semana desde que alguien había encontrado el cuerpo sin vida de un hombre en la parte de atrás de un conocido club nocturno en Nueva York. Hubo un gran caos en la ciudad luego del macabro hallazgo, pues no había pasado mucho tiempo desde 'El Caso de los Seis', un crimen que las autoridades neoyorkinas aún estaban intentando averigüar.

Claro, a excepción del detective Samuel Moore, quién sabía todo porque una de las víctimas se lo había contado personalmente. Un vampiro, para ser exactos, le había revelado a aquel hombre todo lo que había ocurrido aquella noche espantosa. La noche de su muerte.

Benjamin Preston estaba en su lugar favorito ahora que ya no pertenecía al mundo de los humanos: la oscuridad. En ella se sentía a salvo, como si una especie de manto protector se cirniera sobre él. Estaba con los brazos rodeando sus rodillas, inmóvil mientras pensaba en lo silenciosa que se había convertido la casa de campo en medio de la ciudad.

Allí, entre los sofás y demás objetos cubiertos de sábanas blancas, Benjamin sintió una terrible nostalgia. Recordaba las veces en las que se sentía agradecido por vivir allí junto sus compañeros, sus amigos, su familia. Él nunca se había sentido de aquella forma en su propia familia, y formar parte de aquel grupo nuevo le había hecho bien a su conducta, bastante diferente a las del resto.

De pronto, creyó escuchar un ruido proveniente del piso de arriba, algo que le sorprendió. Los americanos tienen una costumbre de no entrar a casa en dónde un crimen ha ocurrido, porque creen que queda con una especie de maldición, o se convierte en una casa embrujada. El hombre se puso de pie en un parpadeo y se materializó en el lugar de donde creyó haber escuchado el ruido.

No había nadie.

Se dio cuenta que había llegado la hbitación de Lorraine James, la pelirroja bipolar que vivía con él. A Benjamin le agradaba Lorraine, porque comprendía lo difícil que era vivir en un mundo que no toleraba a las personas distintas a ellos. Ambos habían ido al mismo psicólogo infantil muchos años atrás, antes de que se conocieran en la universidad. Y luego, una vez que se reencontraron, crearon una especie de amistad secreta entre ellos, por ser los 'raritos' del grupo. De vez en cuando, Benjamin y Lorraine se reunían en algún sitio a comer y a ver pasar el tiempo correr, sin que nadie más supiera de su existencia, y así se sentían cómodos.

Benjamin sintió una especie de alivio al recordar que el hombre que había golpeado y violado a Lorraine hasta la muerte ya no se encontraba en este mundo, y de haber creído en la existencia del infierno, se habría alegrado de verlo dirigirse hacia allá.

'Benjamin...'

De pronto escuchó un susurro que parecía venir de su cabeza, algo que lo sobresaltó. Por un momento creyó estar escuchando cosas, hasta que un segundo llamado lo puso en estado de alerta. Era cierto, sí venía de su cabeza, pero él no lo producía. Era más bien como si la idea de su nombre la hubiese implantado alguien más allí. Como si otra persona estuviera tratando de comunicarse con él. ¿Acaso era posible? ¿Los vampiros podían comunicarse mentalmente?

Se le ocurrió que si era otro vampiro, podría ayudarlo a aprender ser uno. Cosa que Vanessa, su creadora, simplemente se negó.

'¿Sigues allí?' pensó, y se mantuvo en silencio esperando una respuesta. Pasaron cinco minutos, pero la pregunta se quedó en el aire. Trató con otra pregunta '¿Puedes escucharme?'

'Benjamin...' nuevamente la voz surgió en su cabeza, y para su sorpresa, el chico se dio cuenta que a pesar de que era un susurro, se trataba de la voz de una mujer. Benjamin se cubrió los oídos con las manos, e intentó concentrarse aún más en el mensaje que quéria transmitirle a aquella voz fantasmal. Para su mala suerte, la comunicación terminó allí, cuando el chico se dio cuenta de que el cielo estaba aclararando. Era hora de cerrar las cortinas.

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora