Asesino.

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-Sal de mi cabeza.- dijo Benjamin con voz firme, y en seguida las imágenes horribles del pasado de Vanessa se desvanecieron ante sus ojos. Para él, había sido como si estuviese sobre la cubierta de aquel barco horrendo, viendo como la inocente Vanessa había sido torturada y asesinada de la forma más horrible por aquella mujer tenebrosa. 

La Dama Horripilante, había dicho Willie, la amiga de Vanessa, cuando vio aquellos ojos dorados llenos de belleza e ira. Aquel adjetivo estaba en lo correcto, pues cuando el chico recordó la primera vez que vio a Cat Brown en aquellos túneles del subterráneo, le pareció un espectro salido de la más oscura pesadilla.

-Quería que vieras lo que me pasó.- dijo Vanessa- Necesitaba que conocieras mis orígenes y que comprendieras lo que me hizo ser así.- La mujer se veía claramente afectada al revelar aquellas memorias. Vanessa era un alma incomprendida, igual que Benjamin, y por primera vez desde que Benjamin Preston se había convertido en vampiro, se sintió al lado de una amiga. Fue como si de repente Yvaine Lindberg estuviera junto a él, hablando sin parar de lo diferente que era su vida en la lejana Suecia en comparación a lo ajetreada que era Nueva York. Al recordar esto, Benjamin sonrió.

-Lo lamento.- dijo Benjamin, colocando una mano con torpeza sobre el hombro de la chica, quien se sorprendió ante tal gesto.-Sé lo que debiste haber sufrido al vivir aquel momento.-

Vanessa asintió, colocando su mano sobre la de Benjamin. Aquello produjo una sensación extraña en él, pues el contacto físico no era algo que era de su agrado. Pero en aquella ocasión, se sintió cómodo.

La mano de Vanessa era cálida sobre la suya, haciéndole recordar la primera vez que le tocó, diez años atrás, cuando él era humano. La piel de la mujer era helada en aquel entonces, como si hubiese estado sometida a bajas temperaturas por mucho tiempo.

-Voy a ayudarte en todo lo que pueda  a acabar con aquellos malditos que te hicieron esto a ti y a tus amigos. Como tu creadora, es una promesa.- dijo Vanessa, sonriéndole a Benjamin.

Fue en ese momento, cuando se escuchó un ruido en la entrada de la casa, haciendo que ambos vampiros se pusieran alerta. Se pusieron de pie en menos de un segundo, mirando con atención al tonto que se atreviera a irrumpir en la casa embrujada de los seis.

-Es un humano.- dijo Vanessa, cuyos ojos esmeralda relucieron ante la frase que salía de sus labios. 

Benjamin sintió que su garganta comenzaba a arder, pues no recordaba la última vez que se alimentó de alguien. Él se había prometido a sí mismo que sólo bebería de la sangre de sus enemigos, pero habían sucedido tantas cosas luego de aquella promesa que para Benjamin aquello empezó a parecer más bien una sugerencia, un consejo.

Tocaron la puerta con firmeza cuatro veces, y eso le pareció extraño a Benjamin. Ya que él era una persona tan analítica, se le ocurrió la idea de que aquella persona sabía que alguien estaba viviendo allí. Los deseos de su garganta por saciar aquel ardor comenzaron a cesar, pues si alguien sabía que él estaba allí, consideraba injusto de parte suya que su visita fuese devorada.

Para mala suerte suya, Vanessa no pensaba del mismo modo, pues justamente cuando iba a mencionarle lo que pensaba, la mujer salió disparada hacia la puerta a la velocidad de un rayo. El grito de un hombre provino del pórtico, e inmediatamente Benjamin reconoció la voz.

Se materializó en la entrada para ver como Vanessa forcejeaba con un hombre de unos cincuenta años, afroamericano y algo robusto, que llevaba una placa de policía en el pecho.

-Déjame, demonio.- le gritó el detective Samuel Moore a Vanessa mientras le derramaba una botella de spray de pintura plateada en los ojos. La mujer gritó de dolor mientras se intentaba quitar la pintura de la cara para matar al hombre.

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora