Muerte - Parte 3.

1.1K 72 2
                                    

Ningún vecino logró escuchar lo que estaba sucediendo esa noche en la residencia estudiantil cercana a la universidad. No notaron cuando siete hombres de apariencia musculosa y de ropas negras arrastraron por la fuerza a una chica pelirroja hacia el interior de la casa. Tampoco escucharon el primer disparo, una bala que fue dirigida hacia la frente de uno de los habitantes de esa casa color rojo y con una jardín extenso y bien cuidado.

Después de todo, el veintitrés de junio de 1992 era martes, y a las siete de la tarde aún casi nadie se hallaba en casa, a excepción de una chica llamada Danielle Van Der Vaart, una morena de ascendencia holandesa que había sido observada desde hacía horas por uno de los siete hombres, un rubio tirando a pelirrojo, pecoso y de dientes retorcidos.

Después que casi tiraron la puerta abajo con su fuerza extrema, lanzando a quien la había abierto contra la pared, dejandolo inconsciente. El hombre rubio tomó con fuerza el cuello de la pelirroja que, según el tipo, tenía pinta de puta. Todo su cuerpo incitaba al sexo, y eso la hacía puta. La arrastró hacia el recibidor, donde enseguida aparecieron dos personas más. 

Además del chico blanco de mediana estatura que yacía desmayado en el piso encima de cientos de trozos de lo que parecía ser un espejo, estaba un tipo rubio y con cara de mafioso italiano que tenía un arete en la oreja y un chico bronceado y alto con ojos achinados, que al rubio le pareció haberlo visto antes en algún lugar. Vio entonces como el rubio corrió para abalanzarse sobre él, pero no duró mucho. Un hombre mucho más grande que el rubio apareció en el umbral de la entrada y empuñó un arma. Un disparo limpio, y la vida del rubio italiano se apagó al instante. 

La pelirroja sensual gritó de horror al ver como el que podría ser su novio se había desplomado en el suelo, dejando un charco de sangre que salpicó al otro muchacho, al desmayado. Al rubio la escena la causó gracia, y mostró su sonrisa torcida al chico alto, quien enseguida alzó las manos, en señal de que iba en paz. El rubio hizo un gesto con la cabeza, y enseguida el resto de los hombres entraron, sonrientes. 

Todos miraban al cuerpo del rubio que cada vez botaba más sangre de su cabeza, hasta la pelirroja, quien cerró los ojos para dejar escapar unas lágrimas de terror. El rubio se dio cuenta de ello, y volteándola bruscamente, le dio una cachetada con una de sus enormes manos. La pelirroja echó su cabeza hacia un lado violentamente, gritando aún más.

-¡Cállate puta!- gritó el rubio, harto de los llantitos de la pelirroja- Llevenla a la sala, y al niño bonito también. Hagan lo que quieran con ellos.-

Fueron tres hombres quienes se encargaron de eso. Dos, un negro de baja estatura pero igualmente musculoso y con un afro y un hombre de un tatuaje en la cara tomaron al chico quien empezó a patalear al instante.

-¡Sueltenme! ¿¡Qué coño quieren!? ¡No hay dinero aquí! ¡Somos estudiantes!- gritaba, mientras los tipos se reían al verle la cara de ira y miedo.

Otro, el tipo aún más grande que el rubio, se llevó a la chica tomándola por la espalda y amenazandola con la misma arma con que había asesinado al chico italiano.

Yvaine Lindberg se quedó pasmada en la sala, cuando vio al cuerpo desnudo de su amiga Lorraine molido a golpes tirado en el sofá, como un muñeco de trapo. Miró al centro de la sala, y vio el cuerpo maltrecho de Andrew Burns, con su antes perfecta cara amoratada e hinchada. Pasó sus ojos azules a su izquierda, y vio como tres hombres golpeaban brutalmente a un Benjamin Preston que era obvio que estaba inconsciente. Yvaine Lindberg perdió el control. Corrió hacia donde estaba el hombre más cercano, un tipo con un garabato de tatuaje en la cara y le dio un puñetazo en la mejilla, el más fuerte que pudo haber dado en su vida como boxeadora ocasional. El hombre no vio venir el golpe, que le hizo retroceder y empujar al resto hacia un lado. Entonces, de la nada, el tatuado se lanzó sobre Yvaine Lindberg, pero fue en vano, pues la sueca era ágil. Lo esquivó, haciendo que el hombre saliera disparado hacia el recibidor, donde yacían los cuerpos de Troy Street y Danielle Van Der Vaart. 

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora