69 - Tomados de las Manos

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Mi mejor amigo Max se veía muy entusiasmado porque no faltaba nada para que pudiera empezar a viajar en tren por primera vez, ya que ese nuevo transporte público iba a comenzar sus servicios en el distrito donde vivíamos. Lamentablemente casi nunca lo íbamos a usar, ya que frecuentábamos lugares cercanos a nuestras casas, como el colegio y los centros de entretenimiento que se encontraban en una avenida muy concurrida. No había estaciones como último destino por aquellos lugares, así que no iba a ser de mucha utilidad para nosotros.

El primer sábado, luego de que el tren entrara en servicio un día antes, Max llegó entusiasmado a mi casa para invitarme a dar un paseo en tren. También sentía curiosidad por viajar en ese nuevo transporte, por eso me alisté sin demora para salir con mi mejor amigo Max.

—Hoy volaremos —me dijo mientras caminábamos a la estación más cercana de donde vivíamos —. Viajaremos en un vagón alejado de todos, como en las películas. Nadie podrá vernos cuando nos tomemos de las manos.

—No creo que los vagones estén vacíos —le dije cuando llegamos.

La estación estaba muy concurrida. Imaginé que la imagen mental de Max, viajando solos en un vagón, no iba a ser posible, ya que al parecer no éramos los únicos curiosos. La gente llegaba por todos lados, por eso aquella concurrencia provocó que las filas para comprar las tarjetas del tren se hicieran muy largas.

—Nos tomará más de una hora llegar a la ventanilla para comprar las tarjetas —le dije un poco decepcionado.

—Tranquilo, mi Caramel, eso lo tengo solucionado —me dijo muy relajado —. Quise evitar este problema, por eso le pedí a mamá que me prestara su tarjeta. Ves, que listo soy.

—Que bien —me animé—, entonces...

—Volemos —me dijo.

Justo cuando estábamos a punto de entrar, logramos escuchar las voces de mís amigas Clara y Cristal. Ellas, al vernos a lo lejos, corrieron hacia nuestra dirección para acercarse a nosotros antes de que nos perdiéramos entre toda la gente. Se veían agitadas.

—Chicos, casi se nos van —dijo Clara muy cansada—. Felizmente logramos verlos, así que por eso corrimos como locas para que no se nos pierdan.

—Qué es esto, a quien tenemos que matar para poder subir al tren —preguntó Cristal mirando la larga fila muy escandalizada.

—Tienen que hacer esa cola que está allí, esperar por una hora hasta llegar a la ventanilla y luego comprar sus preciadas tarjetas para que puedan viajar en tren —dijo Max dándole poca importancia.

Ambas se mostraron aterradas al ver la fila muy larga. Cristal y clara no dijeron ni una sola palabra, tan solo se fueron corriendo para formarse y esperar su turno en la ventanilla.

— ¡Chicos, si no se apuran no lo lograrán! —gritó Clara al ver que las personas se empezaron a formar tras ellas.

Mi mejor amigo Max no respondió, solo dejó que las chicas vieran su tarjeta entre sus dedos. "Sígueme", me dijo, e inmediatamente pasó la tarjeta por el lector. Él pudo entrar a la estación, y luego me dio su tarjeta para que yo también pudiera entrar.

Mis amigas vinieron corriendo para que Max les prestase su tarjeta, pero él las ignoró y se dirigió a las escaleras eléctricas para subir al andén. Ellas se enojaron con la actitud de Max, por eso empezaron a hacerle señas groseras a mi amigo a pesar de que él estaba de espaldas. Yo me quedé en el lado interior de la estación, porque no pude seguir a mi amigo.

—Lo siento —dije.

—No pasa Nada, Caramel —me animó Cristal—. Nosotras haremos la fila y viviremos la experiencia de estar paradas por más de una hora para obtener las tarjetas. Es algo que no debemos perdernos.

—Es verdad, Además, en cuanto logremos conseguir las tarjetas: entraremos, buscaremos a Max y lo empujaremos a los rieles del tren. Díselo —agregó Clara.

Ellas regresaron apresuradas a la fila, el cual se había hecho mucho más larga. Por un momento pensé quedarme hasta que consiguieran sus tarjetas porque no quise dejarlas esperando solas, pero el timbre de mi celular me hizo recordar que Max estaba esperándome en el andén. Fui rápidamente hacia las escaleras eléctricas para encontrarme con él.

Max se encontraba esperándome al final de la escalera eléctrica. Me sentí apenado por haberlo dejado esperando, pero alivió cuando me dio la bienvenida con una sonrisa.

—No te demores en elegirme a mí —me dijo.

—Ellas están enojadas contigo —le reproché—. Debiste prestarles tu tarjeta.

—No. Si quieren viajar, que se consigan su propia tarjeta, además, hoy no quería verlas.

Me quedé mirando las vías del tren. Me sentí muy triste por las chicas porque ellas estaban en esa larga fila y nosotros nos encontrábamos esperando el tren en el andén. Max se acercó a mí y me dio un pequeño empujón con su cuerpo.

En la parte central del andén había mucha gente, por eso ambos caminamos hacia un extremo del andén, ya que los extremos eran los más alejados de las escaleras eléctricas donde la gente solía quedarse a esperar.

—Hay mucha gente —le dije.

—Sé que estas preocupado porque ya no podré tomarte de la mano en un vagón vacío —dijo mirando de extremo a extremo—. Se nota que ninguno ira vacío.

—Max, no digas eso, alguien te puede escuchar —le reproché avergonzado.

—Mira —señaló muy interesado—, allí hay un ascensor.

Toda la gente mostró emoción e incluso algunos no pudieron evitar sacar sus cámaras para tomarse fotos. Los comprendí porque yo también estaba emocionado. Max sacó su celular, se puso a mi lado y nos tomamos un selfie con el tren mientras este llegaba.

El tren finalmente se detuvo. Toda la gente entró a los vagones. Mi mejor amigo Max no entró inmediatamente, más bien me jaló hacia los vagones centrales donde el espacio era mínimo. Era terrible porque las personas apenas estaban a unos centímetros entre ellos.

—Hay que divertirnos —me dijo bajito para que nadie más lo escuchara.

Viajamos muy rápido hacia la otra estación, donde subió más gente y mucho más en la siguiente estación. Las personas no se querían quedar afuera, por eso empujaban para lograr conseguir un espacio.

Max me sonreía. Imaginé que él estaba feliz de ser aplastado, porque íbamos muy juntos el uno del otro al igual que toda la gente. Max agarró una de mis manos sin temor de ser vistos entre toda esa gente amontonada. A diferencia de Max, yo temí un poco, por eso mis mejillas se sonrojaron, pero le correspondí con la presión de mi mano porque lo quería mucho. Fueron minutos preciosos entre el tumulto de gente en el tren. Sus manos junto a las mías me hicieron sentir muy feliz.

Hicimos un largo viaje hasta la última estación. Luego regresamos apretujados de la misma manera que nuestro primer viaje, pero para nosotros no fue ningún problema porque el agarró mi mano durante todo el regreso y yo también sostuve las suya.

Bajamos del tren cuando regresamos a la estación cercana a muestras casas. No fuimos los únicos, pues la escalera eléctrica se abarrotó de gente. Era todo un caos. Max me jaló hacia el extremo del andén donde estaba el ascensor. Fue extraño que nadie utilizara el ascensor para bajar, quizá porque se encontraba a un lejano extremo del andén. Max me sonrió mientras caminamos hacia el ascensor y yo me sonrojé mucho porque presentí lo que él quería hacer dentro.

Max no dijo ni una sola palabra cuando entramos al ascensor, solo esperó que las puertas se cerraran y que el mínimo ruido desapareciera. Mi corazón comenzó a latir cuando fui arrinconando por mi mejor amigo. Sus labios acariciaron suavemente los míos durante el trayecto de la bajada. Me hipnotizó por completo, me desvaneció de la realidad. No fui consciente de que tenía que dejar de sentir el roce de sus labios cuando las puertas del ascensor se abrieron.

—Fue divertido —me dijo mientras nos alejamos del ascensor para ir hacia la salida—. Viajemos otra vez, Caramel.

No le respondí porque me sentí muy avergonzado cuando las puertas nos dejaron ver a las personas que estaban esperando para subir.

Fue nuestra primera vez viajando en tren, e imaginé que nunca lo olvidaría, porque Max hizo muchos recuerdos conmigo en esa estación. Todo lo que hacía con él era muy preciado para mí.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora