44 - Intocable

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Mi mejor amigo Max tenía un primo llamado Francis que siempre lo visitaba. Su primo era un extranjero de cabello rubio, ojos verdes y era igual de alto como Max; su personalidad era retorcida e inconsecuente, siempre pendiente de la diversión. Francis tenía la manía de molestarme de igual manera que mi amigo, aunque sus costumbres eran muy perturbadoras, tanto que escarapelaba mi piel. Él me intimidaba mucho, y más aún cuando estábamos solos.

—Caramel.

Escuché la voz de Francis en mi habitación. Me sorprendí mucho porque en ese momento me encontraba escogiendo la ropa que utilizaría en la cita que iba a tener esa tarde con mi enamorada Cristal.

Francis se encontraba bajo el marco de la puerta de mi habitación. Él no dijo nada, solo me observaba muy diferente de como solía hacerlo, ya que usualmente no era tan rígido como se estaba mostrando. Al verlo ahí, estático, temí que empezará con sus manías conmigo, así que empecé a hacerme la idea de sobrellevarlo de la manera más apacible.

— ¿Y Max? —pregunté al ver que mi mejor amigo no aparecía.

—No viene. Él no sabe que vine.

Francis se mantuvo quieto en la puerta. Su exagerada atención me puso nervioso, y más porque no decía nada, solo seguía mirándome atentamente a tal punto de no pestañar.

—Tú mamá no está —me dijo cerrando la puerta de mi cuarto—, salió. Me dijo que iba a hacer las compras en el supermercado. Fue muy amable en dejarme pasar para que te lo dijera.

—No te puedo atender porque voy a salir. Estaré sobre la hora si continuamos conversando.

— ¿Tu mamá se va a demorar? —preguntó ignorándome.

—No lo sé, depende de cuánto compre.

Me acerqué a la puerta para agarrar la perilla con la intención de que entendiera que no podía continuar con la conversación. No sabía para qué había venido, pero no quise preguntarle, ya que no tenía tiempo de escuchar sus razones. Se hacía tarde. Yo no quería hacer esperar a Cristal.

—Francis, mejor hablamos otro día. Ahora tengo que irme— dije al ver que no se movía de la puerta.

Usualmente no me acercaba a él porque su talla me intimidaba, y más aún cuando estábamos a solas. Francis tenía la costumbre de coquetear con chicos, ya que les gustaba de esa manera, como a un chico le gusta una chica, por eso su cercanía me alteraba.

—Caramel, eres una belleza —me dijo con su sonrisa tan retorcido.

—No me llames de esa manera —reproché.

Me imaginé que iba a ser un problema hacerlo salir de mi cuarto, porque él tenía la costumbre de robarme varios minutos de mi tiempo con sus bromas. Tenía que soportarlo hasta que se aburriera para que me dejara ir. El espacio que compartíamos entre los dos era muy corto. No me pareció una buena idea estar cerca de él, pues su estatura me hacía verlo desde abajo. Eso no era bueno para mí, ya que provocaba que mi orgullo disminuyera.

— ¿Ese Max aún no te coge? ¿Verdad?

— ¿Qué? ¿Qué clase de pregunta es esa? —enrojecí violentamente.

Francis no media sus palabras cuando hablaba. No me gustaba cuando se olvidaba del respeto hacia las personas que lo rodeaban. Él me miró manteniendo una sonrisa satisfactoria al ver mi rostro incómodo por su pregunta.

—A ya, entonces aun sigues virgencito. Ese Max, no sabe, pobre, eso le pasa por no cogerte cuando tuvo oportunidad.

—Se me hace tarde. Tengo que salir —dije tratando de ignorar sus palabras tan fuera de lugar.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora