27 - Le gustas

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Un día mi mejor amigo Max comenzó a actuar muy raro. Nunca lo había visto en ese estado tan nervioso. No podía dejar ningún lapicero o lápiz a su alcance, porque de inmediato lo agarraba para comenzar a morderlo y juguetear con el objeto. Yo quería ayudarlo, quería que me contara lo que le pasaba para poder hacer algo, pero él sólo me miraba y comenzaba a actuar como si nada ocurría. Sus intentos por disimular eran inútiles, ya que las mordidas que le daba al borrador del lápiz lo delataban.

—A Max le gusta alguien, es eso, él me lo dijo—me dijo Francis.

Francis era el primo de Max. Había venido a Perú para visitarlo a fines de nuestro tercer año de secundaria. Él no me agradaba del todo porque era familiar de Max, y eso me hacía sentir menos al no tener parentesco consanguíneo con mi mejor amigo. A pesar de aquel detalle, siempre creí que Max me quería más, pero me decepcioné cuando me enteré que había confiado en Francis y no en mí.

— ¿Así?, ¿Era eso? —dije desganado.

—Sí ¿Y sabes quién es?

—Supongo que su novia.

—No, no, no es ella. Es alguien más.

Su cara de "Yo sé el secreto de Max" me irritó muchísimo. Mi malestar era más que notable, pero a pesar de eso, él siguió frente a mí con una sonrisa estampada en su cara. Su insistencia era agobiante. Si no intentaba hacer algo, lo iba a tener pegado a mí hasta que aceptase jugar a las adivinanzas con él.

—No me importa —dije cortante.

—Ya pues, adivina quién es, intenta.

—No quiero. Me da igual con quien salga hoy, mañana o no sé qué día.

—Ya pues Caramel, inténtalo ¡Te doy pistas!

—Si te mueres por decírmelo, entonces, dímelo.

—No puedo, porque me hizo prometer que no te lo dijera.

—Si no quiere que yo lo sepa, entonces, no lo quiero saber. Si no confía en mí no quiero nada —contesté muy dolido.

Me quería ir. El primo de Max, Francis, tenía una manía extraña de vivir molestándome. Él no era el único. Max también solía hacerlo, pero él era mi mejor amigo, por eso todo lo que hacía alrededor mío lo sentía diferente.

—Caramel, inténtalo, te vas a sorprender.

—Cuáles son las pistas —dije con la esperanza de que dejase de molestarme.

—Tú le gustas—dijo con su vocecita chillona y molestosa.

— ¿Qué?

—Lo siento, pero soy torpe con las pistas.

En ese momento pensé que Francis se había pasado de la raya. Sus gustitos hacia su mismo género hacían que su comentario careciera completamente de validez. Con solo un par de días en Perú, ya había logrado tener novio, un vecino de Max, a quien hostigó hasta lograr que aceptase salir con él. Para Francis todo aquello era normal, por eso trataba de arrastrar a mi amigo y a mí hacia su mágico mundo extraño.

—Caramel, él está nervioso porque le convencí para que se te declare. Cuando lo haga dile que sí, ¿Ok?

—Francis, Max y yo somos hombres, amigos, y tú eres un completo idiota a quien le gustan los hombres.

—Me encanta cuando te molestas, preciosura —agregó ignorándome.

Francis me agarró del brazo, me jaló, pero de inmediato me dejó libre. Se alejó con una retorcida sonrisa, el cual me advirtió que alguien se encontraba atrás de mí. Casi de inmediato sentí un fuerte abrazo y una respiración caliente en mi cuello.

—Caramel huele muy rico.

—Max —no pude evitar ponerme nervioso luego de las palabras que me había dicho Francis.

—Caramel, ¿Quieres ser mi novia? Claro, siempre y cuando aceptes compartirme con la que tengo —me propuso con su sonrisa burlona del cual ya estaba acostumbrado.

—Tu primo ha hecho que se te peguen sus manías —dije serio.

—Solo un poco—respondió besando los dedos de mis manos.

— ¡Max!— le reproché.

—Caramel me gusta mucho —me dijo alejándose, caminando hacia su primo —. ¡Vez, te dije que se lo iba a decir!— le gritó.

—Eso fue tan impresionante —Francis le respondió exagerando la admiración.

La manera en que me lo dijo había provocado que mi piel se me escarapelara sobrenaturalmente. Pensé que esas bromitas suyas de tratarme como a una chica no iban a disminuir. "Solo debo sobrellevarlo", pensaba. Después de todo, mi amigo Max era muy molestoso conmigo, igual que su primo, pero a mi amigo no le gustaban los chicos. La amistad que tenía con su primo me empezó a preocupar, porque las manías raras de Francis se le podían pegar a Max. Yo no quería que eso sucediera. Ese tipo de relaciones no eran nada saludables.

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AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora