60 - Déjanos Solos

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Las chicas eran amables conmigo cuando se enteraban que era el mejor amigo de Max, el estudiante más popular del colegio donde estudiaba, por eso ellas trataban de llevarse muy bien conmigo para poder acercársele y llamar su atención. Laura, una de ellas, se acercó a Max auto presentándose como mi amiga a pesar de que solo me había saludado un par de veces en la salida del colegio. Al poco tiempo Max terminó con su novia y empezó a salir con ella.

No solía ser amigo de las chicas de Max porque ellas eran pegajosas, muy celosas, siempre a la defensiva de cualquier otra chica que se le acercaba en la salida del colegio. Incluso había chicas de otros centros educativos que venían a verlo para coquetearle. Todas las personas que eran atentos con Max me hacían sentir distante de mi amigo, pero él siempre me miraba entre todos ellos y me sonreía.

Poco a poco, luego de quedarnos fuera del colegio por un rato, todos empezaban a irse a sus casas. Nosotros siempre regresábamos juntos a nuestros hogares porque vivíamos cerca, pero su novia Laura no, ni sus otros amigos. Max y yo caminábamos a nuestras casas con nuestros amigos cercanos, hasta que ellos se despedían de nosotros y se iban por una dirección diferente a la nuestra. Me gustaba caminar junto a Max luego del colegio, ya que era como una agradable rutina inquebrantable, como una promesa sin palabras desde que iniciamos el colegio.

Laura...ella me insistía favores que me arrebataban momentos con mi mejor amigo.

—No es justo —Ella me dijo un día.

Laura era la novia de mi mejor amigo, una chica bajita de cabello teñido de rubio. Ella estaba exageradamente pendiente de Max, posiblemente porque tenía miedo de que se lo quitaran como ella lo hizo con la anterior novia de mi amigo, según decían los rumores. Era increíble verla junto a Max, muy creída, con tanta seguridad, muy orgullosa por ir tomada del brazo del chico más popular del colegio. Su aspecto de chica fuerte se desvanecía cuando la veía parada frente a la puerta de mi casa para pedirme favores con su rostro angustiado y convaleciente.

—Quiero que se quede a solas conmigo en la salida del colegio, pero no puedo, porque nunca se queda solo. Siempre están sus amigos, siempre estás tú. Yo soy su novia, no es justo. Por favor, Caramel, regresa a casa solo, déjalo, así él se quedará conmigo y me acompañará a mi casa. Podremos caminar juntos como enamorados. Caramel, ayúdame, por favor, regresa a casa con tus otros amigos, no con Max. Ayúdame.

—Pero...

—Por favor, no sabes cómo me siento. Hazlo, Caramel, déjalo.

Soy el amigo...

Laura me era indiferente, no era mi amiga, solo la novia de Max. Nunca antes había hablado con ella con confianza, ni quería hacerlo. La primera vez que apareció en la puerta de mi casa me sorprendió mucho. Su actitud me desconcertó más cuando empezó a hacerme preguntas sobre él: Que cuándo era su cumpleaños, qué dulce le gustaba, qué tipo de películas miraba, si había alguna chica que iba a verlo cuando ella no estaba. Era muy incómodo.

—Está bien —le respondí ante su desesperación por estar sola con Max después de la salida del colegio.

—Gracias, muchas gracias —me dijo abrazándome muy fuerte.

Ella desapareció de mi vista con una ancha sonrisa en su rostro. A una poca distancia pude ver a sus amigas, quienes la esperaban con ansias.

Al día siguiente regresaría solo a casa, sin Max...

Tenía a mis otros amigos, pero me sentí afligido como para regresar con ellos. Alisté mis cuadernos y lapiceros cuando escuché el timbre. Me puse la mochila al hombro y me perdí entre todos los alumnos que salían de sus salones. Pude ver a Laura a una considerable distancia cuanto crucé el portón del colegio. Ella se dio cuenta cuando salí, me sonrió y blandió la mano como despedida, como recordándome que tenía que irme antes de que Max cruzara el portón y me viera.

Antes de perder de vista el colegio, pude ver a Laura lanzándose a los brazos de mi mejor amigo Max.

El camino de regreso era solitario a pesar de que por ahí transitaban estudiantes de mi colegio con sus amigos. Era una calle bulliciosa y feliz para todos ellos, pero para mí era pesado y triste sin Max. "Solo es por esta vez" me trataba de dar ánimos, pero por dentro sabía que no era verdad, porque ella volvería a aparecer en mi puerta con su mirada afligida.

No me alejé mucho del colegio desde que empecé mi regreso a casa. A un par de cuadras mi celular empezó a timbrar. No había tomado en cuenta esa posibilidad, que él me llamara. Yo también lo hubiera llamado, era natural, ambos nos preocupábamos del uno por el otro.

—Dónde estás —me preguntó de inmediato.

—Adivina —le dije sentándome en una banca de un pequeño parque.

—No creo que estés en la dirección del colegio porque Caramel es un niño bueno, tampoco en tu salón porque Cristal me dijo que desapareciste como un fantasma, tampoco creo que...

—Estoy yendo a casa —lo interrumpí.

—Entonces regresa —pidió de inmediato.

— ¿Qué?...No Max...

—Regresa.

—Pero ya estoy de camino a casa.

—Regresa, Caramel, o me quedaré a acampar aquí si no lo haces.

—No soy tu novia —le dije sin pensar—. Ella, Laura...

—Ella ya se fue porque hice que se fuera. Ella está empezando a molestarme.

Traté de ayudarla, lo hice, y si él me llamaba no era mi culpa. Había sido un error escuchar a Laura, no debí hacerlo. Las novias de Max no me agradaban porque eran muy acaparadoras, me incomodaban, pero Max era mi amigo, por eso ellas no harían que me alejara de él.

—Estoy en el pequeño parque, ¿vienes? —le dije.

Al día siguiente no me sorprendió volver a ver a Laura en la puerta de mi casa. Ella había venido sola, sin sus amigas, quienes siempre la esperaban frente a mi casa. Su aspecto afligido no era novedoso ni sus peticiones insistentes.

—Max me dijo que va salir contigo este sábado, que irán al cine. Por favor, yo quiero salir con él, Max tiene que salir conmigo porque yo soy su novia. Dile que ya no quieres ir, que se te presentó algo importante, que estarás ocupado, que saldrás con tus otros amigos. Dile algo, cualquier cosa, por favor, invéntate no sé...

Sus ruegos dolían, pero más me dolía pensar que no saldría con Max el sábado, porque a mí me gustaba salir con mi amigo. Disfrutaba cada momento con él. Las cejas torcidas y labios tensos de Laura no me iban a convencer.

—No puedo —le dije —. Ustedes salieron hace poco, además, ya quedé con mi amigo. Pueden salir este domingo si quieren.

—No, Caramel, yo soy su novia, él tiene que preferirme a mí, él tiene que elegirme a mí, por eso Max tiene que salir conmigo el sábado, sobre cualquiera. Caramel, ayúdame.

Fue inútil. Max no me dejó hacer cambios a pesar de inventarme una ocupación el día sábado. Ese día sábado salí con mi mejor amigo. Pese a que Laura me llamaba insistentemente para que no saliera con él, no pude hacerlo. Max vino a casa por mí y salimos juntos al cine como siempre.

Poco después Max terminó con Laura, pero eso no impidió que sus constantes visitas disminuyeran, porque ella continuo pidiéndome favores. Era un amor no correspondido lo que ella sufría, y aunque no quería, me dolía verla en ese estado. Era muy lamentable ver a una chica con tanta falta de orgullo rogándole a un chico, haciéndole escándalos a la chica nueva de mi amigo, pero yo no podía hacer nada por ella. Mi posición al margen en las relaciones de Max era la adecuada. Max era libre, no amaba y ella no quería aceptarlo.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora