67 - Mensajes de Texto

7K 581 67
                                    

Casi nunca me llegaban mensajes de texto a mi celular, ya que frecuentemente mis amigos preferían llamarme cuando querían decirme algo. Estos mensajitos poco frecuentes me empezaron a llegar desde que mi mejor amigo Max empezó a salir con un chico: Ángel, un estudiante de un grado menor al de nosotros y que estudiaba en otro colegio.

Ambos empezaron a salir a pesar de ser hombres. Mi amigo me lo contó sin temor de sufrir algún rechazo de mi parte. No acepté del todo su relación con otro hombre, pero a pesar de eso, siempre cerraba los ojos , suspiraba y mantenía la calma cuando su enamoradito lo llamaba por teléfono; cuando se acercaba a nosotros la veces que nos cruzábamos con él; cuando venía a mi casa acompañado de mi mejor amigo Max. No iba a dejar la amistad de Max pese a sus decisiones incomprensibles, porque yo lo quería mucho, además, para mí era importante seguir a su lado como mejores amigos.

Ángel era apacible, complaciente; pero solo cuando estábamos los tres en la misma habitación, ya que Ángel dejaba al descubierto sus afiladas garras para dañarme cuando mi mejor amigo Max nos dejaba solos. Ante eso, solo respiraba profundamente y trataba de mantener la calma, porque solamente me quedaba la única opción de soportar al enamoradito de Max. Lo que no quería era tener problemas, roces, conversaciones pendientes con alguien que salía con mi amigo Max. Siempre fue de esa manera para mí, ya que nunca quise relacionarme con las noviecitas o noviecitos de mi amigo. Afortunadamente no veía mucho a Ángel, pero...

Casi nunca recibía mensajes de mis amigos, pero empecé a recibir mensajes desagradables de Ángel, uno tras otro, y más cuando Max y él salían. Ninguna parejita de Max me había acosado por celos de esa manera, ya que Max solo había salido con chicas, y las chicas no suelen tener celos del mejor amigo; pero Ángel tenía miedo que se lo quitara porque yo era un chico como él. "Que absurdo", pensaba cuando me llegaba un mensaje de Ángel.

"Max está muy cariñoso, le encanta besar, lo hace muy bien", me escribió por primera vez cuando estaba haciendo la tarea en mi habitación. Me dejó en blanco. Es que nunca me había imaginado como se comportaba Max en sus saliditas con Ángel. Después de ese mensaje no pude concentrarme en el ejercicio de matemáticas ni tampoco pude seguir con ninguno de mis deberes escolares. Esos mensajes se hicieron más frecuentes al pasar los días.

Los mensajes de Ángel me molestaban demasiado, me desconcentraban, no me dejaban hacer mis deberes; me lastimaban porque sabía que Max no estaba conmigo, más bien con Ángel. Sin pensar, sin respirar profundo, sin tratar de cerrar los ojos para esperar que la calma llegara en mí; agarré mi celular y marqué el único número que me hacía sonreír cuando este solía aparecer en mi pantalla las veces que timbraba.

—Max... —pronuncié al escuchar su voz.

No supe que decir. Mi silencio fue incómodo y prolongado. No tuve excusas, no supe que decir a pesar de tener al otro lado a mi mejor amigo. Es que había sido un impulso generado por el mensajito de Ángel, por eso lo llamé sin razón.

— ¡Ven! Vamos a ver una película de esas que te gustan. Ángel alquilo una, así que ven a mi casa.

Escuchar su voz alegre al otro lado de la línea me hizo imaginar su sonrisa, la manera en como agarraba el celular cuando contestaba y sus ojos azules que me gustaban mucho cuando me miraba con tanta confianza.

—Voy ahora —respondí de inmediato sin dudar.

—No te demores o iré por ti.

—Espérame —le dije un poco más consciente de lo que estaba haciendo.

—Prepararé canchita dulce para comer mientras miramos la película.

—Gracias —respondí más tranquilo.

Era consciente que iba a interrumpir a Ángel, porque yo no le agradaba y porque iba a estar en medio de su cita con mi amigo. Me mantuve quieto mirando el celular mientras me preguntaba si había hecho bien, hasta que de pronto mi celular comenzó timbrar poco después de hablar con Max.

"No vengas"

"Max me quiere a mí, siempre me lo dice, así que deja de molestarnos"

"No vengas, no quiero que vengas. Estas fastidiándome"

Quedé paralizado. Los mensajes de Ángel comenzaron a llegar incesantemente, los timbres y el número de su celular en mi pantalla me inquietaron. Debía salir para ver una película con mi amigo en su casa, tenía que apresurarme porque él me esperaba, pero me quedé estático. Max debió decirle a Ángel que yo iba a ir a su casa para ver la película junto a ellos, y como respuesta, Ángel me demostró el desprecio que sentía por mí con sus mensajes de texto. No era bienvenido.

—Qué pasó —escuché decir mientras le prestaba atención a mi celular.

Max estaba en mi habitación, había entrado sin que me diera cuenta. Solo pasaron quince minutos desde que había hablado con él por mi celular. Me había mantenido quieto desde que dejamos de hablar, y a pesar de no haber sentido el tiempo, los minutos siguieron avanzado.

Lo miré sin decir ni una palabra, solo le extendí mi celular que en ese preciso momento empezó a timbrar por el nuevo mensaje que había llegado. Max lo sostuvo y miró el mensaje. Solo después de ver su expresión seria, de esas que ponía cuando trataba mal a sus novias, me di cuenta que había cometido un gran error.

De la misma manera que llegó, tan sorpresivo, también se fue, pero fui tras él para detenerlo. Logré sostenerlo de un brazo antes de que lograra cruzar la puerta de mi casa.

—Max, a veces los celos hacen que hagamos cosas sin pensar —le dije para cambiar cualquier decisión que mi mejor amigo había tomado.

Además, ese día yo había hecho muchas cosas sin pensar. Algo muy dentro me dijo que nada bueno se venía después de mis actos inconscientes, por eso tuve miedo. Me sentí culpable porque sabía que provoqué de un gran malestar.

"¿Es suficiente para que ellos terminen?"

Lo imaginé. En ese momento no me sentí culpable porque la relación de ambos no estaba bien. Ellos eran chicos, no había excusas, ellos no podían salir juntos. No podía ser el culpable porque habían sido los mensajes de Ángel los que realmente habían causado todo.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora